Solo uno.
Gracia y Paz para todos mis hermanos en la obra de
Dios Padre y de su Hijo Jesucristo el cordero inmolado que ahora está sentado a
la diestra del Todopoderoso.
La gratitud hacia Dios la debemos
mostrar más que con palabras.
Es decir con acciones
concretas, que busquen dar a Él, la honra y la gloria por siempre.
Y en el libro de Lucas,
encontramos a un hombre que por su condición lamentable busco a Jesús, y cuando
recibió su milagro, este agradeció por siempre, lo que el Hijo de Dios había
hecho por su vida.
Este hombre por haber
creído, fue sanado.
Y una vez que fue sanado,
desprecio los placeres del mundo y se unió a Jesús en corazón por siempre.
Caso contrario habían hecho
sus compañeros, que se encontraban en la misma condición que este hombre.
Lucas 17:11-19
Mientras Jesús seguía camino a Jerusalén, llegó a la frontera entre Galilea y
Samaria. (12) Al entrar en una aldea, diez leprosos se quedaron a la distancia,
(13) gritando: —¡Jesús! ¡Maestro! ¡Ten compasión de nosotros! (14) Jesús los
miró y dijo: —Vayan y preséntense a los sacerdotes.* Y, mientras ellos iban,
quedaron limpios de la lepra. (15) Uno de ellos, cuando vio que estaba sano,
volvió a Jesús, y exclamó: «¡Alaben a Dios!». (16) Y cayó al suelo, a los pies
de Jesús, y le agradeció por lo que había hecho. Ese hombre era samaritano. (17)
Jesús preguntó: «¿No sané a diez hombres? ¿Dónde están los otros nueve? (18)
¿Ninguno volvió para darle gloria a Dios excepto este extranjero?». (19) Y
Jesús le dijo al hombre: «Levántate y sigue tu camino. Tu fe te ha sanado»*.
Antes de este pasaje, en los primeros versículos de
este capítulo
17 (1-10), Jesús estaba dando diversas
enseñanzas acerca de las personas que tropiezan y las personas que hacen
tropezar a otros.
Enseñaba acerca de las ofensas que uno puede sufrir y el
perdón que debe hacer hacia el que ofende.
Enseñaba acerca de la necesidad de tener más fe y del siervo
obediente para con Dios.
Lo que ocurre
a continuación tiene relación con estas enseñanzas.
Es decir tiene relación con el propósito de que los
discípulos estuviesen más preparados.
En este pasaje, vemos que se encamina Jesús a
Jerusalén.
Esto quiere decir que el venia de Galilea (geográficamente venia del norte).
Pero para ir a Jerusalén, debía pasar por la frontera
de esta provincia con Samaria.
Ambas regiones eran despreciadas por los judíos.
A su
encuentro le salen diez leprosos.
La lepra es una enfermedad contagiosa infecciosa,
crónica y degenerativa.
Esta enfermedad esta caracterizada por síntomas
cutáneos y nerviosos.
Sobre todo tubérculos, manchas blancas y anestesias
(su piel se duerme).
Era una enfermedad común
en los pueblos antiguos y Judea no era la excepción.
Dios había dado instrucciones a los sacerdotes y al
pueblo de Israel para distinguir una lepra maligna de una benigna (que tenía
curación).
Usted puede leer Levítico, capítulos 13 y 14.
Los judíos tenían una tradición.
Ellos pensaban que el tener lepra era un castigo de
Dios por la desobediencia, como le pasó al rey Uzías
2Cronicas 26:16-21
Pero cuando llegó a ser poderoso, Uzías también se volvió orgulloso, lo cual
resultó en su ruina. Pecó contra el SEÑOR su Dios cuando entró al santuario del
templo del SEÑOR y personalmente quemó incienso sobre el altar del incienso.
(17) Azarías, el sumo sacerdote, fue tras él junto con ochenta sacerdotes del
SEÑOR, todos ellos hombres valientes. (18) Enfrentaron al rey Uzías y le
dijeron: «No es a usted, Uzías, a quien corresponde quemar incienso al SEÑOR.
Eso es función exclusiva de los sacerdotes, los descendientes de Aarón, los
cuales son apartados para este servicio. Salga del santuario, porque ha pecado.
¡El SEÑOR Dios no le honrará por esto!». (19) Uzías, que tenía en sus manos un
recipiente para quemar incienso, se puso furioso; y mientras expresaba su rabia
contra los sacerdotes, ante el altar del incienso en el templo del SEÑOR, de
pronto le brotó lepra* en la frente. (20) Cuando Azarías, el sumo sacerdote, y
los demás sacerdotes vieron la lepra, lo sacaron del templo a toda prisa. El
propio rey estaba ansioso por salir porque el SEÑOR lo había herido. (21) De
modo que el rey Uzías tuvo lepra hasta el día de su muerte. Vivió aislado en
una casa aparte, porque fue excluido del templo del SEÑOR. Su hijo Jotam quedó
encargado del palacio real y él gobernaba a los habitantes del reino.
Por desobedecer a Dios, o tratar de hacer las cosas a
la manera del hombre y no a la de Dios, es cuando el castigo de Dios se
manifiesta de diferentes maneras, en aquellos que no desean obedecer.
En ese tiempo existían lugares apartados para confinar
allí a los leprosos, para que no contaminaran a otras personas.
Pero algunos leprosos vagaban por los caminos,
llevando una especie de campana que tocaban para anunciarse como leprosos y que
la gente no se les acercara.
Por eso, el grupo de leprosos que encuentran a Jesús,
se anuncian desde lejos.
Alzan la voz para ser escuchados por Jesús, de quien
han oído hablar que sana enfermos.
Son diez personas despreciadas por la sociedad.
Estas personas leprosas viven sufriendo día y noche,
por su enfermedad.
Pero sufren aún más por el desprecio que le hacen
muchas personas.
Por eso claman en voz alta:
—¡Jesús! ¡Maestro!
¡Ten compasión de nosotros!
Como dice el vers. 14,
Lucas
17:14 Jesús los miró y dijo: —Vayan y preséntense a los sacerdotes.* Y,
mientras ellos iban, quedaron limpios de la lepra.
En otras palabras: éstos, que estaban desahuciados,
son remitidos por Jesús a los sacerdotes, conforme a la Ley (vea Levítico.
14:1-32).
Seguramente, estos leprosos en otro tiempo habían ya
acudido con el sacerdote.
Pero con seguridad estos sacerdotes les habían dicho
que su lepra era maligna.
Ahora deben ir nuevamente, porque Sumo Sacerdote Jesús
les dice que lo hagan y saben que algo grande puede pasar, si tan solo
obedecen.
De la misma
manera, si obedecemos de corazón los mandatos y leyes de Dios, algo grande
puede pasar en tu vida, lo cual será de bendición y no maldición.
Estos 10
leprosos se dirigieron hacia los sacerdotes.
Pero algo maravilloso empieza a suceder en el
transcurso del camino.
Es decir que la contaminación de su cuerpo desapareció
de ellos.
Ahora solo Nueve (9) de estos hombres siguieron su camino
para ver a los sacerdotes con el propósito de que dieran fe de que no eran ya
leprosos.
Y que por consiguiente estos nueve leprosos que se
dirigían a los sacerdotes, podían incorporarse a su familia y a la sociedad.
En otras
palabras, estos nueve leprosos habían recibido lo que anhelaban.
La vida volvería
a ser como antes para ellos.
Y claro está ahora
valorarían más el estar entre la gente y poderles tocar.
Estos nueve leprosos se olvidaron de Jesús, el Hijo de
Dios.
Y volvieron al mundo, que era donde pertenecían.
Pero uno de los diez no quiso seguir a los nueve.
Sino que regresó a Jesús glorificando al Padre en alta
voz.
Es decir que
este hombre que ya no tenía lepra, reconoció que Jesús es el Hijo de Dios.
Y le dio
gracias, ya que el Poder de Dios, se manifestaba por su Hijo Jesús.
De entre los 10
leprosos, este era del que menos se esperaba.
Pues siendo samaritano también era despreciado por los
judíos.
Juan
4:9 La mujer se sorprendió, ya que los judíos rechazan todo trato con los
samaritanos.* Entonces le dijo a Jesús: —Usted es judío, y yo soy una mujer
samaritana. ¿Por qué me pide agua para beber?
A pesar de todo este samaritano que ya no tenía lepra,
era agradecido.
Sabía que las cosas buenas, la salud y todas las
bendiciones, vienen de Dios.
Stg
1:17 Todo lo que es bueno y perfecto desciende a nosotros de parte de Dios
nuestro Padre, quien creó todas las luces de los cielos.* Él nunca cambia ni varía
como una sombra en movimiento.*
Eso lo sabía este hombre samaritano.
Ahora la
pregunta es ¿Lo sabes usted?
Si
realmente lo sabe, Entonces
obedece y has la voluntad de Dios.
Porque este hombre
entendió claramente que Jesús tenía mucho que ver con su Padre Jehová.
Acuérdese que Jesús le pregunta:
«¿No sané a diez hombres? ¿Dónde
están los otros nueve?
Hoy nosotros también nos preguntamos dónde está esa
gran cantidad de personas por las cuales hemos orado por su salud y han sanado.
También pensemos dónde están todas esas personas que
en un tiempo levantaron su mano indicando que han creído en el Hijo de Dios.
¿Dónde están?
¿Por qué no regresan todos?
O es que ¿se acuerdan de Jesús sólo cuando necesitan algo o
cuando tienen algún problema?
¿O de pronto son de los que no le gusta que le
muestren su condición pecaminosa y deciden marcharse para no cambiar?
O ¿cuántos hay que dan la honra y gloria a Jesús sin
necesidad de tener algún problema?
¿Cuantas personas que han estado con nosotros y que se
han marchado, hoy están gozando de la plenitud de Dios? Ninguna.
Por el alejarse de Dios, implica maldición.
Un solo hombre
de entre los diez leprosos, y tal vez el más despreciado, fue el que dio gloria
a Dios.
La fe de este hombre, se vio más después de ser
sanado; no antes.
El milagro
impactó su corazón y su vida, ya no sería la misma porque cristo estaría en él.
Este es un caso diferente al de los otros nueve, los
cuales una vez sanados, se dedicaron a disfrutar en el mundo, por su nueva vida,
de salud en el cuerpo.
Pero de muerte en el alma.
A estos nueve hombres NO
les interesó la salud del alma.
La cual debe ser más importante, porque Jesús el Hijo
de Dios, habita en un Alma sana y arrepentida.
Aquel hombre
samaritano alcanzó algo más importante que la salud.
Alcanzo la
salvación.
Y usted mi
querido amigo, puede también alcanzar la Salvación, si hace la voluntad y
obediencia ante Dios.
Este hombre fue fiel después de haber recibido el
beneficio.
Me atrevo a decir que antes también.
Amada iglesia, No hay mejor salud, que la Espiritual.
Finalmente
quiero decirles que algunas personas necesitadas, como aquellos leprosos, se
encuentran con Jesús y reciben una gran bendición al hacen la voluntad de Dios.
Pero hay otras que aunque escuchan de la voluntad de
Dios, no sienten la necesidad de someterse y obedecer.
Y cuando tropiezan con Él, pues les es incómodo para
su vida que Jesús, el Hijo de Dios, los
guie.
Estos son los
que creen y consideran que su vida ya está “realizada”.
Iglesia, déjeme decirle que el hecho de que Jesús sane,
esto indica que el Poder de Dios, elimina la contaminación del cuerpo enfermo.
Pero quiero recordarte que antes debemos pedirle
que quite la lepra de nuestra alma.
La cual carcome los pensamientos y acciones.
Esa lepra del alma no permite
que usted haga la voluntad de Dios.
Por eso debemos llegar donde él y pedirle que perdone
nuestras ofensas y que seamos capaces de perdonar las ofensas que otros nos
hacen.
Seamos siervos
y obreros obedientes a las indicaciones de Dios.
Como buenos cristianos, debemos presentarnos delante
de Él con sinceridad y limpieza de corazón.
De esa manera podemos darle la gratitud, la honra y la
gloria, al Padre, por medio de su Hijo Jesús.
Algo
grande puede pasar, cuando nuestra alma esté libre de pecado y sometida
a la voluntad de Dios seriamente y con responsabilidad.
Si usted realmente ha recibido a Jesús, en su corazón,
demuéstrelo, no solo con palabras, si con acciones.
Termino diciéndote:
La salud del alma es la salvación.
Y la limpieza más importante es la espiritual, la cual
sólo Dios nos puede dar, a travez de su hijo Jesús.
Hechos
19:11 Dios le dio a Pablo el poder para
realizar milagros excepcionales. (12) Cuando ponían sobre los enfermos pañuelos
o delantales que apenas habían tocado la piel de Pablo, quedaban sanos de sus
enfermedades y los espíritus malignos salían de ellos.
Gracia y Paz.
Pastor y Administrador, Rogers Infante.
Bendiciones a mis hermanos en la fe.