BIENVENIDOS

Gracia y Paz en Cristo Jesús, Amados, soy el Pr. Rogers Infante. Discípulo de la obra de Dios, Promotor y fundador de la Iglesia Cristiana Palabra y Amor. Doy gracias a Dios por la posibilidad que nos da, de poder llevar su evangelio por medio de la palabra escrita a todos sus hogares y sitio de trabajo. Con la intención de poder compartirlos con todos ustedes ya que está en evidencia la gran necesidad de contar con material netamente de evangelización, que sirviera para llegarles en forma de mensajes. Muchas almas han encontrado a Cristo, por este medio, cuyo fin, es que la "palabra de Dios corra y sea glorificada" (2 Ts 3:1). Amados, la venida de Nuestro Señor Jesucristo a buscar a su iglesia, esta cerca. Por tal motivo el enemigo de las almas, Satanás, aprovechará en este último tiempo para engañar a cuantos pueda en este mundo; lo cual la Biblia nos advierte que no ignoremos sus maquinaciones. (2Co.2:11). Vivimos una era de engaños, donde se predica un falso evangelio facilista y meramente emocional. Además de otras ciertas doctrinas ortodoxas de la cristiandad, debemos estar alertados de estos lobos rapaces disfrazados de ovejas y que por dentro son unos Anatemas que venden el evangelio de JESÚS, La doctrina del "arrepentimiento de pecados" es rara vez predicada como se debe. La salvación por gracia se ha desvirtuado y las perdiciones son basadas en discursos que tienen mucho de sensacionalismo, pero carentes de fundamento bíblico vital para la genuina conversión de las almas. (Heb.4:12).Por tal motivo es necesario, predicar un evangelio fiel a la Biblia. Tu testimonio personal y tu vida de consagración a los pies de Cristo, es el arma más poderosa, para llevar la palabra de Dios.

¡Que tu vida, y la mía, sean solo para LA GLORIA DE DIOS!

domingo, 21 de julio de 2013

DESCUIDANDO MI VIÑA

Pastor Rogers Infante, Mensaje del domingo 21 de julio de 2013
En la Iglesia Cristiana Palabra y Amor. Barranquilla - Colombia
Texto Bíblico: Cantar de los Cantares 1:6.
Cnt.1:6 No me miren así por ser morena, el sol ha bronceado mi piel. Mis hermanos se enojaron conmigo; me obligaron a cuidar de sus viñedos, por eso no pude cuidarme a mí misma, mi propio viñedo.

Gracia y paz para todos mis hermanos en la obra de Dios Padre y de su Hijo Jesucristo, el cordero inmolado que ahora está a la Diestra del Todopoderoso.
El capítulo 1 de Cantar de los cantares, en el versículo 6 podemos analizar que en el texto hay una expresión en la primera persona del singular: “Me obligaron o Me pusieron.”
Por lo tanto, queridos hermanos, el mensaje de hoy, será de un sentido personal para cada uno de nosotros, y tiene que ser personal primero para el predicador, y luego para cada una de las personas aquí presente. Amen.

¡En esta hora debemos pensar menos en los demás y más en nosotros mismos!
¡Que el mensaje de hoy sea de valor práctico para nuestro propio corazón!
Que sea un mensaje que les contriste y le motive a ver su estado de vida.
Posiblemente traerá recuerdos desdichados, pero no debemos sentir temor a esa santa aflicción que es salud para el alma.  Puesto que en este texto la esposa habla de sí misma:
…me obligaron a cuidar de sus viñedos, por eso no pude cuidarme a mí misma, mi propio viñedo. (NTV)
 “Me pusieron a guardar las viñas; y mi viña, que era mía, no guardé,”  (RV60)
Cada uno de nosotros ha de tener su propio ejemplo, y pensar en su propia persona.

En el texto encontramos el lenguaje de una queja.
Todos nosotros somos muy propensos a quejarnos, especialmente de otras personas.
Abrir agujeros en la reputación de otros individuos, y aunque es malo, sin embargo, numerosas personas pasan horas dedicadas en esa improductiva ocupación.

Sería muy bueno permitir nuestra queja, al igual que la del texto,  y que nos enfoquemos en nuestra propia persona.
Si algo anda mal en casa, que el padre se culpe a sí mismo;
Si hay algún problema con los hijos, que la madre revise su propia conducta personal como su instructora.
No prestemos atención a lo que sucede afuera, sino que debemos prestar atención a lo que ocurre en casa.
Abramos un conducto que esté conectado al corazón, de tal manera que todo lo que se diga se introduzca en el espíritu y purifique al ser interior.
Desde lo profundo del corazón hagamos esta confesión:
…me obligaron a cuidar de sus viñedos, por eso no pude cuidarme a mí misma, mi propio viñedo.

Hagamos del texto algo práctico.
No debemos quedarnos satisfechos con haber expresado el lenguaje de una queja;
Más bien, hemos de deshacernos de los males que deploramos.
Si hemos actuado mal, debemos esforzarnos por actuar correctamente.
Si hemos descuidado nuestra propia viña, debemos confesarlo con la debida humildad,
Pero no debemos continuar descuidándola.
Es decir: por andar cuidando la viña de otros, nuestra propia viña que es nuestra, no la cuidamos.

Debemos pedirle a Dios que salgan buenos resultados de las lamentaciones por nuestras propias fallas, de tal manera que, antes de muchos días, podamos comenzar a guardar cuidadosamente nuestras viñas por la gracia de Dios; y entonces cumpliremos mejor con nuestro oficio de guardadores de las viñas de otros, si fuéramos llamados a un empleo así.

Hay dos cosas sobre las cuales voy a reflexionar en este momento.
La primera es que hay muchas personas cristianas, que se vean forzadas a confesar que la mayor parte de sus vidas la pasan en oficios que no son propiamente el suyo.
Es decir: Voy a describir al obrero que ha olvidado su llamamiento celestial.
La Segunda es que voy a tomar una perspectiva más general, y voy a tratar con los que están asumiendo otros trabajos, y están descuidando su propia vocación. Es decir:
El cristiano que ha olvidado su excelso y celestial llamamiento.

Iglesia, El día en que ustedes y yo nacimos de nuevo, nacimos para Dios. Por esa razón no debemos ser esclavos del mundo, y como no soy esclavo del mundo, debo cuidar mi propia viña.
El día en que vimos que Cristo murió por nosotros, quedamos comprometidos a morir para el también.
El día en que fuimos resucitados por el Poder de lo Alto, el Espíritu Santo nos llevó a una vida nueva, esa vida quedó obligada a ser una vida consagrada a Dios, única y exclusivamente a él.
Por esa razón “usted no se pertenece porque fue comprado a precio de sangre.”
El cristiano verdadero es uno que ha sido vivificado con una vida que vive para Dios.
Es el que ha salido del dominio del mundo, de la carne y del demonio.
Ese es el cristiano verdadero, aquel que recobro su libertad e identidad, para adorar a Dios.
2Cor.5:14-15  El amor de Cristo nos obliga,  porque estamos convencidos de que uno murió por todos,  y por consiguiente todos murieron. (15)  Y él murió por todos,  para que los que viven ya no vivan para sí,  sino para el que murió por ellos y fue resucitado. Esto mis amados hermanos, no lo podemos negar.
¡Usted debe admitir diariamente, que tienen un llamamiento excelso, santo y celestial!
Pero a pesar de ese llamado excelso, santo y celestial. 

Nos hemos visto obligados a ser guardadores de otras viñas, descuidando la nuestra.
La mayoría de los hombres hablan de sus salarios como “duramente ganados,” y yo creo que en muchos casos dicen la pura verdad.
Hay hogares cristianos que están siendo descuidados, porque están tratando de cuidar más las viñas de otros, y la viña propia, han descuidado.
Usted puede notarlo en los bajos rendimientos que su viña propia produce.

Muchas horas del día tienen que ser invertidas en nuestras ocupaciones.
Despertamos por la mañana y pensamos en lo que tenemos que hacer, incluso, hasta en lo que no debemos hacer.  En la noche regresamos cansados a la cama por lo que hemos hecho, y lo que no debimos hacer.
Déjame decirte algo:
Así es como debe ser, pues Dios no nos hizo para que nos divirtiéramos y jugáramos, como leviatanes en las profundidades.  Aun en el Paraíso, el hombre recibió instrucciones de que labrara el huerto.
Todo hombre debe hacer algo, especialmente todo cristiano.
De tal manera que la viña, que es nuestra, No la descuidemos.
Adán y Eva, descuidaron su viña y la perdieron.
Si usted descuida su viña, por andar cuidando la viña ajena, llegara el ladrón y hurtara su viña.
El que tenga oído para oír, que escuche, lo que el espíritu está diciendo.
Es un ultimatos del Señor tu Dios.

Pero regresemos al punto donde comencé.
El día en que nacimos de nuevo, todos cuantos somos nuevas criaturas en Cristo Jesús comenzamos a vivir para Dios y no para nosotros.
Ahora pregunto: ¿Hemos llevado esa vida?
Hemos trabajado arduamente, pero nos hacemos la pregunta nuevamente:
¿Para qué hemos trabajado?
¿Quién ha sido nuestro jefe?
¿Con qué propósito nos hemos afanado?
Si hemos sido leales a la profesión de cristiano, entonces quiere decir que he vivido y he trabajado para Dios, para Cristo, para el reino de los cielos.
Pero ¿ha sido efectivamente así? y ¿es así ahora?

Muchos están trabajando muy duro por alcanzar riquezas, lo que quiere decir, para el YO, enriquecidos.
Otros trabajan por una subsistencia, lo cual significa, ir más lejos de lo que hacen todavía, para el YO.
Otros en cambio trabajan para sus familias, un motivo lo suficientemente bueno a su manera, Pero que sigue siendo una extensión del YO, después de todo.

El cristiano tiene que tener siempre un motivo mucho más excelso, más profundo, más puro, más verdadero que el YO en su más amplio sentido.
Pues, de lo contrario, el día vendrá cuando consideren su vida pasada, y digan: “Me pusieron a guardar las viñas; y mi viña, que era mía”  (ósea al servicio de Cristo, la gloria de quien me compró con Su sangre) —“no guardé.”

Me parece que sería una terrible calamidad volver la mirada veinte años atrás, y decir:
“¿Qué he hecho por Cristo en todos esos veinte años?
¿Cuánto de mi vida, fue invertida en un esfuerzo para darle la gloria a Él?
He recibido talentos: ¿cuántos de esos talentos han sido utilizados en favor de quien me los dio?
He tenido riquezas, o he tenido influencia. ¿Cuánto de ese dinero y de esa influencia he usado específicamente para mi Señor y para promover Su reino?”
Has estado ocupado con ese capricho, o motivo ajeno; pero,
¿Has vivido como desearías haber vivido cuando venga nuestro Señor en su gloria?
¿Has actuado de tal manera para que tú mismo te juzgues cuando tu Dios y Señor venga para llamarte a cuentas?

Invito a todas mis ovejas a que lancen una mirada retrospectiva, y vean solamente si han guardado sus propias viñas.
Yo supongo que han trabajado duro. Pero se han preguntado: ¿han guardado sus propias viñas?
¿Han servido al Señor en todas las cosas?

Estoy medio temeroso de dar un paso más lejos.
En una buena medida, no hemos sido fieles a nuestras propias profesiones.
Nuestra obra más excelsa ha sido desatendida; es decir NO hemos guardado nuestras propias viñas.
Al mirar hacia atrás, reconocemos: Que hemos pasado muy poco tiempo en comunión con Dios!
Qué nuestros pensamientos ha sido ocupado por la meditación, la contemplación, la adoración, y otros actos de devoción.
¡Los cristianos de hoy, no están inspeccionando la belleza de Cristo, Su persona, Su obra, Sus sufrimientos, Su amor inagotable, su gloria y la esperanza que nos da!
Afirmamos y decimos que el tener comunión con Cristo es “el cielo en la tierra”
Pero, ¿tenemos comunión con Él realmente?

Algunos cristianos, profesamos que no hay lugar como el propiciatorio,
Pero, ¿cuánto tiempo pasamos en ese propiciatorio?
En nuestra casa, tenemos lugares para todas y cada cosa del mundo.
Pero tenemos un lugar para Dios, permanentemente.
Hay un lugar para la cocina, para el aseo personal, el aseo del hogar, en lugar donde dormimos, un lugar donde recibimos las visitas, un lugar donde ver la TV. Un lugar donde colocar adornos.
¿Pero tenemos un lugar específico para Dios?
¿Un lugar donde podamos pasar un buen tiempo con él para hablarle?
Algunos dirán: Para eso está la iglesia.
Entonces no se queje si en su casa usted ha creado un lugar para satanás, y todo le está saliendo mal.
Porque así como tenemos un lugar para todo.
Búsquele también un lugar para nuestro Dios en tu corazón y mente.
Y permítele que él sea el dueño de tu casa.

Con frecuencia decimos que la Palabra de Dios es preciosa, que cada una de sus páginas resplandece con una luz celestial, pero, ¿La estamos estudiando, para ponerla en práctica?

Amada iglesia, ¿cuánto tiempo le dedicas a la palabra de Dios, fuera de la iglesia?
Me atrevería a decir que la mayoría de los cristianos pasan mayor tiempo:
Leyendo el periódico trágico, que la Palabra de Dios.
Viendo la TV, que la palabra de Dios.
Chismoseando y ablando mal del otro, que la palabra de Dios.
En otras palabras: Procuran y Aportan que la obra de satanás crezca más cada día, que la obra de Dios.
Espero ser demasiado severo al decir esto, pero me temo, y creo fielmente, que no lo soy.

Seguramente los libros más reciente, de historietas sentimentales, merezcan su atenta lectura, y en cambio, las divinas, e indecibles profundidades del conocimiento celestial, son desatendidos por los cristianos de hoy.

Nuestros antepasados eran hombres fuertes porque sus vidas se basaban en las Escrituras.
Nadie se les oponía en su día, pues se alimentaban de buenas viandas, mientras que hoy existen muchos falsos que se hacen llamar “cristianos”, pero son demasiado aficionados a los alimentos dañinos.
Que tristeza, ver a “cristianos” comer del verde producto de las viñas de Satanás, y desprecian enteramente los frutos de las viñas del Señor.

Piensen en nuestro descuido, para con nuestro Dios, y comprueben si no es cierto que le hayamos tratado muy mal. Hemos estado en el taller, en la oficina, en los mercados, en los campos, en las bibliotecas públicas, en la sala de conferencias, y en muchos debate; durante nuestra vida.
Pero nuestros propios aposentos y estudios, nuestro caminar con Dios y nuestra comunión con Jesús, todo eso lo hemos descuidado grandemente, por el temor al qué dirán.
Además, estamos permitiendo que la viña del santo servicio para Dios se vaya a la ruina.
Yo les preguntaría: ¿qué pasa con el trabajo para el que su Dios los llamó?
Las personas se están muriendo; ¿los están salvando ustedes, con la palabra?

Esta gran ciudad es como una caldera hirviente, que bulle y borbotea con infame iniquidad;
¿Somos en verdad nosotros un poder que trabaja por la justicia de Dios?
¿Cuánto bien hemos hecho?
¿Qué he hecho para arrebatar tizones del incendio?
¡Vamos, háganse estas preguntas y respóndanlas honestamente!
Es más, cuidadito con evadirla diciendo: no tengo ninguna habilidad, o no sé cómo hacerlo”
Me temo que usted, cuentan con una mayor habilidad que les permitiría dar cuentas con gozo, cuando el Nuestro Señor venga en el último gran día.

Ustedes tienen el remedio divino: ¿se lo han proporcionado a estos enfermos y moribundos?
Ustedes tienen la palabra celestial que puede librarlos de la destrucción:
¿No podrían muchos de ustedes decirse: “he sido un sastre, un tendero, un mecánico, un comerciante,” o “he sido un médico y he atendido a estos llamamientos; pero mi propia viña, que era de mi Señor, que estaba obligado a cuidar primero que nada, no guardé”?

Bien, ahora, ¿cuál es el remedio para esto?
No necesitamos hablar más de nuestras fallas; cada uno de nosotros debe hacer su propia confesión personal, y luego buscar la enmienda.
Yo creo que el remedio es uno muy grato.
No sucede con frecuencia que la medicina sea agradable, pero en este momento yo les prescribo una dosis, y es que busquen el versículo siguiente a mi texto. Léanlo:
Cnt.1:7 Dime, mi amor, ¿hacia dónde llevarás hoy tu rebaño? ¿Dónde harás descansar tus ovejas al mediodía? ¿Por qué tendría yo que vagar como una prostituta* entre tus amigos y sus rebaños?

Iglesia, Acudan a Dios, y en Él encontrarán el remedio para su vida.
Pregúntenle dónde apacienta Su rebaño, y si usted hace parte de él.
Entiendan que él que tiene comunión con Cristo, el Hijo de Dios, posee un corazón cálido.

No puedo evitar recordarles algo que he mencionado con frecuencia, es decir, las palabras de nuestro Señor a la iglesia de Laodicea.  Esa iglesia había llegado a ser tan mala, que Él dijo: ¡te escupiré de mi boca!
Y, sin embargo, ¿cuál fue el remedio para esa iglesia?
Apoc.3:20 »¡Mira! Yo estoy a la puerta y llamo. Si oyes mi voz y abres la puerta, yo entraré y cenaremos juntos como amigos.
Te aseguro y estoy convencido totalmente que después de cenar con Cristo, no serás más tibio.
Nadie puede decir: “no soy ni frío ni caliente” después de haber estado en Su compañía.
Más bien se preguntarán: “¿No ardía nuestro corazón en nosotros, mientras nos hablaba en el camino?”

El que vive en Cristo y camina con Él, nunca es frío ni lento en el servicio divino.
¡Acudan a su Señor, entonces!

Vengan, y busquen más a su Señor, lean su palabra, y pronto comenzarán a guardar su propia viña;
Pues en el Cantar verán que se efectuó un feliz cambio.

Iglesia, El Señor nos conceda, que esta grata palabra que he hablado tanto para mí como para ustedes, sea bendecida para todos nosotros. Amen.

Gracia y Paz

Pastor Rogers Infante.

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