¿Y DONDE CARAJO ESTA EL HOMBRE?
Mensaje predicado en la Iglesia Cristiana
Palabra y Amor, el 10 de Noviembre de 2013
Por el Pastor y Administrador, Rogers
Infante.
En la ciudad de Barranquilla Colombia
Gracia y
paz para todos mis hermanos en la obra de Dios Padre y de su Hijo Jesucristo,
el cordero inmolado que hoy se encuentra sentado a la diestra de su Padre
celestial, y que al sonar de la séptima trompeta, vendrá a juzgar a este mundo.
Iglesia,
hoy podrías asegurar, que todos conocemos la historia dramática de la mujer
adúltera.
La
palabra de Dios nos dice que ella era una mujer pecadora.
Dado el
problema que se presentó, llama la atención de Jesús por parte de los escribas
y fariseos, los cuales estaban buscando un pretexto para ridiculizar y derrotar
a Jesús.
El
objetivo principal de estos escribas y fariseos, era sorprender a Jesús, en una
situación, supuestamente sin salida, y de esa manera humillarlo como un falso
Maestro, o un falso Mesías.
Veamos lo que dice el
evangelio de Juan.
Juan 8:1-11 Jesús regresó al Monte de los
Olivos (2) pero, muy temprano a la mañana siguiente, estaba de vuelta en el
templo. Pronto se juntó una multitud, y él se sentó a enseñarles. (3) Mientras
hablaba, los maestros de la ley religiosa y los fariseos le llevaron a una
mujer que había sido sorprendida en el acto de adulterio; la pusieron en medio
de la multitud. (4) «Maestro —le dijeron a Jesús—, esta mujer fue sorprendida
en el acto de adulterio. (5) La ley de Moisés manda apedrearla, ¿tú qué
dices?». (6) Intentaban tenderle una trampa para que dijera algo que pudieran
usar en su contra, pero Jesús se inclinó y escribió con el dedo en el polvo. (7)
Como ellos seguían exigiéndole una respuesta, él se incorporó nuevamente y les
dijo: «¡Muy bien, pero el que nunca haya pecado que tire la primera piedra!». (8)
Luego volvió a inclinarse y siguió escribiendo en el polvo. (9) Al oír eso, los
acusadores se fueron retirando uno tras otro, comenzando por los de más edad,
hasta que quedaron sólo Jesús y la mujer en medio de la multitud. (10) Entonces
Jesús se incorporó de nuevo y le dijo a la mujer: —¿Dónde están los que te
acusaban? ¿Ni uno de ellos te condenó? (11) —Ni uno, Señor —dijo ella. —Yo
tampoco —le dijo Jesús —. Vete y no peques más.
Si
analizamos bien, vemos que la situación que se presenta, es un poco ridícula.
Porque
si habían sorprendido a aquella mujer, en un delito que ameritaba la muerte, de
acuerdo a la ley de Moisés, porque quisieron acudir a Jesús, si ellos sabían
cuál era la pena y el castigo.
Si estos
conocían la ley, entonces porque estos escribas y fariseos, no aplicaron el
castigo que tanto conocen, sin acudir a Jesús.
La respuesta es la
siguiente:
Por la
sencilla razón, de que estos escribas y fariseos, deseaban ridiculizar a Jesús,
el Hijo de Dios, y mostrarlo como un falso Maestro o Mesías.
Vamos al
libro de Levítico 20:10 allí encontraremos el castigo por el delito que
supuestamente había cometido esta mujer. Así dice la ley de Moisés.
Levitico 20:10 »Si un hombre comete
adulterio con la esposa de su vecino, tanto el hombre como la mujer que
cometieron adulterio serán ejecutados.
En la
historia de la mujer adúltera, se detallan dos grandes aspectos:
La malicia y la hipocresía.
Primeramente
llaman a Jesús, Maestro.
Cuando
todos sabemos, que lo único que buscaban estos hipócritas, era destruir el ministerio
del Hijo de Dios, por eso añaden el delito de la mujer adúltera, como
sorprendida fragante.
Aparentando
de esta forma, que solo buscaban justicia.
La
trampa, de los escribas y fariseos, estaba tendida, y la carnada esta lista.
Pero
Jesús, pone a aquellos hombres en una verdadera situación penosa, y al mismo
tiempo la trampa y carnada que habían planeado, se les devuelve con poder ante
esta respuesta:
«Aquel de vosotros que
esté sin pecado, que le arroje la primera piedra.»
Tenga
muy presente, que esto significa, que los hipócritas escribas y fariseos, en el
fondo reconocen, necesitar de la indulgencia y el perdón de Dios.
Iglesia, los pensamientos
de Dios, no son iguales a los de nosotros.
Por eso
dígale al Señor tu Dios:
"Oh Padre celestial,
no me midas con la vara de tu justicia sino que sea medido con la de tu
misericordia infinita".
Este
pasaje evangélico, que hoy presentamos en esta iglesia cristiana palabra y
amor, nos presenta al Hijo de Dios, Jesús, como amoroso y misericordioso ante
la mujer adúltera.
Recuerde
que los escribas y fariseos, eran considerados los grandes sabios, maestros y
doctores de la ley.
Estas
personas supuestamente sabias, no les gusta ver, que la gente siga y escuche a
otro Maestro.
Hoy en
día las iglesias, están llenas de escribas y fariseos, y les prohíben a las
ovejas, que escuchen a otro maestro o pastor.
Déjame
decirte que si usted, está llevando sanamente y verdaderamente la palabra de
Dios, usted no tiene por qué preocuparse, ya que su oveja está bien alimentada
de la palabra de Dios, y no se dejara envolver fácilmente de un falso líder.
Pero
si su oveja, no sabe nada, de la verdad.
El
problema no está en el nuevo maestro, sino en el pastor o líder que la está mal
alimentando, y encima de todo, este le oculta la verdad.
Por
eso, en muchas iglesias, sus miembros son estáticos, no saben nada de la
palabra de Dios.
Y solo
se vuelven loros
o cotorros de circo.
Reeepiten
y rrrreeeeepiteennn, pero no saben nada, ya que no escudriñan, la Santa
Escritura.
En el
caso de Jesús, sabemos que él vino a cumplir la obra que su Padre le encomendó.
El
predica y la gente lo escuchaba, porque saben que enseña con verdad y
autoridad.
Mientras
tanto los escribas y fariseos, con el corazón lleno de hipocresía, presentan a
Jesús, una mujer adúltera, con el propósito de aplicarle la ley.
Estos
escribas y fariseos, estaban supuestamente preparados para cualquier respuesta
dada por Jesús, humanamente tenían motivo para acusarla.
Cada uno de nosotros, somos consiente de nuestra debilidad y de
la facilidad con la que caemos en el pecado, sin la gracia de Dios.
Pero
Dios, a través de su Hijo Jesucristo, nos hace ver, que solo él, puede juzgar,
los corazones de los hombres.
Por
esta razón, los que querían apedrear a la mujer adúltera, se van retirando, uno
a uno, con la certeza que merece el mismo castigo.
Pero ante todo
este drama, ¿En dónde se
encontraba Jesús y qué estaba haciendo? (vs.2).
(2)
pero, muy temprano a la mañana siguiente, estaba de vuelta en el templo. Pronto
se juntó una multitud, y él se sentó a enseñarles.
¿Qué fue lo que sucedió
entonces? (vs.3-5).
(3)
Mientras hablaba, los maestros de la ley religiosa y los fariseos le llevaron a
una mujer que había sido sorprendida en el acto de adulterio; la pusieron en
medio de la multitud. (4) «Maestro —le dijeron a Jesús—, esta mujer fue
sorprendida en el acto de adulterio. (5) La ley de Moisés manda apedrearla, ¿tú
qué dices?».
Iglesia, todo este juicio,
realizado por los escribas y fariseo, carece de fundamento jurídico, y Jesús
sabía esto.
Porque para ser una adultera, es
necesario que por lo menos, haya un hombre, que adultere con ella.
Ninguna persona, adultera consigo
mismo.
Entonces, para poder adulterar,
siempre será necesario como mínimo, dos personas.
Pero en esta escena, solo hay uno.
La mujer.
Entonces, ¿dónde carajo está el hombre?
Interesante, ¿cierto?
¿Por qué aquel grupo
de hombres machistas y sin misericordia, duros e implacables sólo condenaban a
la mujer?
Y volvemos hacer la
pregunta:
¿Y dónde está el hombre adultero?
¿Por qué no lo trajeron también ante Jesús?
¿Seguramente, habrá sido un alto funcionario
del gobierno, y que a estos escribas y fariseos, les convenía dejarlo ir
libremente?
¿Seguramente, habrá sido, un líder
religioso, a quien también, habría de encubrir, para evitar un escándalo dentro
de la iglesia?
O tal vez un sinvergüenza
guacharaco, o simplemente un aprovechador, queriendo saciar sus ganas, con una
mujer casada y frustrada en su vida matrimonial.
Seguramente, seguramente.
Pero
lo cierto de toda esta especulación, la respuesta seria: No lo sabemos.
Pero
lo que si sabemos, es que los fariseos morían de ganas por matarla a piedrazos,
y morían de ganas por atrapar a Jesús sea como sea (vs.6).
(6)
Intentaban tenderle una trampa para que dijera algo que pudieran usar en su
contra, pero Jesús se inclinó y escribió con el dedo en el polvo.
También
sabemos, lo que hizo Jesús (vs.6), y lo que les dijo (vs.7), y
lo que continuó haciendo (vs.8).
(7)
Como ellos seguían exigiéndole una respuesta, él se incorporó nuevamente y les
dijo: «¡Muy bien, pero el que nunca haya pecado que tire la primera piedra!». (8)
Luego volvió a inclinarse y siguió escribiendo en el polvo.
La pregunta que todo nos hacemos hoy
es:
¿Qué estaba
escribiendo Jesús, cuando se inclinó?
Vamos a especular nuevamente:
Tal
vez escribía los pecados de cada uno de aquellos adultos y jóvenes que sólo
buscaban el juicio y la condenación para
la mujer.
Tal
vez escribía los pecados cometidos por la propia mujer adúltera.
Tampoco lo sabemos.
Pero
lo que sí sabemos, es el efecto que provocaron las palabras de Jesús, frente a
aquella multitud (vs.9).
(9)
Al oír eso, los acusadores se fueron retirando uno tras otro, comenzando por
los de más edad, hasta que quedaron sólo Jesús y la mujer en medio de la
multitud.
Iglesia,
cuando usted empiezas a mirar su propio corazón, y a darte cuenta de sus
propios pecados, entonces dejaras de mirar a los demás para acusarlos, y
condenarlos.
Por
la sencilla razón, que usted entenderá, que necesitaras el perdón de Dios,
tanto como ellos.
¿Cuál es el final de
esta historia? (vs.10-11).
Jesús la trata con
respeto.
La perdona.
Le da su misericordia.
No la condena pero le
advierte que no peque más.
Al
final del evangelio vemos que Cristo perdona los pecados de esta mujer, y a la
vez le exhorta a una conversión de vida.
Esta
es una de las razones, por la cual, el Padre, Jehová de los ejércitos, envió a
la tierra a su Hijo Jesucristo, para redimirnos de nuestros pecados con su
pasión y muerte.
Iglesia
Dios continúe bendiciéndote.
Gracia y paz.
Pastor y administrador, Rogers Infante.
Bendiciones.
Amen.
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