LA PROMESA QUE CONSUELA.
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Gracia y Paz para todos
mis hermanos en la obra de Dios Padre y de su Hijo Jesucristo, el cordero
inmolado que hoy se encuentra sentado a la diestra de su Padre, y que al sonar
de la séptima trompeta vendrá a juzgar a este mundo y su maldad.
Son muchos los creyentes que huyen al desierto por las
adversidades de la vida.
Otros huyen al desierto por la forma de pensar y
actuar.
Pero como creyentes debemos seguir el ejemplo de Jesús
quien no huía, sino que seguía adelante en el poder del Espíritu de Dios.
En esta historia Bíblica y verdadera, vemos
a Dios buscando, ubicando, siguiendo a sus hijos en medio de las crisis y en
medio de las dificultades.
El Hijo de Dios fue al desierto por dirección del
Señor.
Pero otras
veces somos nosotros quienes nos metemos allí, sin consultar cómo sucedió con
Agar.
El desierto es un lugar difícil para la vida.
Allí hay suma escasez, es un lugar de soledad y muchas
adversidades.
En el desierto ambulan los demonios, buscando cuerpos
para poseerlos y así mortificarlos.
Jesús protegido por su Padre, fue al desierto.
Marcos 1:12-13
Luego el Espíritu lo impulsó a ir al desierto, (13) donde Jesús fue tentado por
Satanás durante cuarenta días. Estaba a la intemperie entre los animales
salvajes, y los ángeles lo cuidaban.
Sin lugar a dudas, Sara tuvo que haberle tomado mucho
cariño a la esclava egipcia que prácticamente se crio bajo su tutela.
Tal fue su afecto, que al cabo de diez años de habitar
en Canaán, al verse estéril, la escogió como “madre sustituta” y se la dio por
mujer a su marido Abraham, para que éste tuviese un hijo con ella.
Génesis
16:3 Entonces Sarai, la esposa de Abram, tomó a Agar, la sierva egipcia, y la
entregó a Abram como mujer. (Esto ocurrió diez años después de que Abram se
estableció en la tierra de Canaán).
Pero Sara cometió con esto un grave error, con esta
decisión.
Las Escrituras nos dicen que al verse embarazada Agar,
se llenó de orgullo y “miraba con desprecio a su señora”.
Génesis
16:4 Así que Abram tuvo relaciones sexuales con Agar, y ella quedó embarazada;
pero cuando Agar supo que estaba embarazada, comenzó a tratar con desprecio a
su señora, Sarai.
Sara fue con la queja a su marido, y le dijo: “¡Todo esto es culpa tuya!
Yo te di a mi sierva por mujer, Pero al verse encinta
me mira con desprecio.
¡Juzgue
Jehová entre tú y yo!
Génesis
16:5 Entonces Sarai le dijo a Abram: —¡Todo esto es culpa tuya! Puse a mi
sierva en tus brazos pero, ahora que está embarazada, me trata con desprecio.
El SEÑOR mostrará quién está equivocado, ¡tú o yo! (6) Abram respondió:
—Mira, ella es tu sierva, así que haz con ella como mejor te parezca. Entonces
Sarai comenzó a tratar a Agar con tanta dureza que al final ella huyó. (7) El
ángel del SEÑOR encontró a Agar en el desierto junto a un manantial de agua, en
el camino que lleva a Sur. (8) El ángel le dijo: —Agar, sierva de Sarai, ¿de
dónde vienes y hacia dónde vas? —Estoy huyendo de mi señora, Sarai —contestó
ella. (9) El ángel del SEÑOR le dijo: —Regresa a tu señora y sométete a su
autoridad
Abraham, que era oriundo de Ur, es decir: Mesopotamia,
estaba bien familiarizado con las leyes civiles y las costumbres de su tierra
natal, y al decirle esto a su mujer obró de acuerdo con la ley.
Abraham prefirió reprimir sus sentimientos a fin de
restaurar la armonía perturbada de su hogar.
Y cuando Sara colocó de nuevo a Agar en su condición
de esclava, y recurrió al castigo corporal, Agar huyó.
Muchas veces creemos que al huir de
nuestro compromiso, todo se va a solucionar.
Sabemos, hemos e incluso estamos
atravesando tiempos duros y difíciles de nuestra vida, y que esas
circunstancias las hemos escogidos nosotros mismos por no consultar con Dios.
Agar enfrenta un tiempo duro y difícil de su vida, su
señora Sarai la oprime y la menosprecia tanto que esta mujer Agar, decide huir.
Esto sucede porque al alejarnos de la voluntad y
obediencia de Dios, nos volvemos estériles, sin fruto.
En aquella cultura la actitud arrogante de Agar no
habría sido tan extraña.
Entre los hebreos la esterilidad era considerada un
deshonor, mientras que la fecundidad era vista como una señal especial del
favor divino.
Por lo tanto no es raro que Agar se sintiera
superior en ese aspecto a la estéril Sara.
La maternidad la hacía “mejor” que esa ama que siempre
había gobernado su vida según su antojo.
¡Ahora
le tocaba a ella el lugar de honor!
¡Ahora
le correspondía a ella, una simple esclava egipcia, representar el papel de
señora! Después de todo, también ella era esposa de Abraham.
Como Sara, Agar también tuvo una actitud equivocada.
La
esclava egipcia sabe que su arrogancia frente a su ama ha acarreado su
desgracia.
Ella,
sabe que va a morir desterrada en aquel arenal.
Imagino el temblor de Agar, la ansiedad y la angustia
que cargaba su afligido corazón cuando cruzó la última tienda, y delante de
ella se abrió un horizonte imponente, desconocido y lleno de toda suerte de
peligro.
A mitad de camino entre Cadés y Bered, las fuerzas de
Agar comenzaron a abandonarla.
¿Qué
haría ahora?
¿A
dónde podría ir?
Totalmente sola, sin nadie a quien recurrir, lejos de
su tierra natal y embarazada, su único deseo era morir.
El
orgullo que la había llevado a escapar de todo lo que había representado su
seguridad se evaporaba delante de ella, como el mismo espejismo que a lo lejos
confundía su vista.
Pero Dios no se había olvidado de la
sierva egipcia de Sara.
Aunque la orgullosa Agar tenía una
lección de humildad que aprender, los ojos de amor del Redentor del mundo
velaban por ella.
El Ángel de Jehová, dice la palabra de
Dios, que la encontró “en el desierto”.
Porque Ella huyó al desierto.
Curiosamente, lo primero que hizo el ángel de Dios al
encontrarse con Agar fue recordarle quién era:
“Agar,
sierva de Sara—le dijo, ¿de
dónde vienes tú, y adónde vas?”.
Luego le reprochó su conducta arrogante y le ordenó
que regresara a la casa de su señora y le rindiera obediencia.
Gén.16:8
El ángel le dijo: —Agar, sierva de Sarai, ¿de dónde vienes y hacia dónde vas?
—Estoy huyendo de mi señora, Sarai —contestó ella. (9) El ángel del SEÑOR le
dijo: —Regresa a tu señora y sométete a su autoridad
Lo que vemos aquí es algo muy simple.
El Ángel del Señor le
pregunta a Agar por su situación y su plan a seguir.
Pero Agar, tiene un gran
privilegio aquí, es visitada por Dios.
Agar significa
extranjera, no era del pueblo de Dios.
Pero el Señor
estaba al tanto de ella.
Dios le expresa
su deseo de escucharla, de saber cómo estaba.
En otras palabras: Dios
estaba interesado en su dificultad e incluso en saber lo que pensaba hacer.
Estoy completamente seguro
que Agar, al igual que nosotros, esperaba una respuesta del Ángel dónde fuera
justificada y porque no, quizá una reprensión para Sarai por su manera de
actuar.
Pero Dios no trabaja así.
Le guste o no le guste a Agar, ella tenía que volver a
su señora y someterse a ella.
Cuantos
cristianos hoy ambulan en el desierto por no someterse a Dios.
Cuantos
están haciendo su propia voluntad, ignorando la voluntad divina de Dios.
Cuantos
están siendo fieles al mundo, pero llenos de orgullo y obstinación para no
serle fiel a Dios en todo.
El Señor le responde a Agar de una manera que a muchos
no les gusta:
Gén.
16:9 El ángel del SEÑOR le dijo: —Regresa
a tu señora y sométete a su autoridad
Esta respuesta que proviene
de Dios, sorprende a Agar.
Recordemos que Oseas 2:14
dice:
Ose
2:14 »Pero luego volveré a conquistarla. La llevaré al desierto y allí le
hablaré tiernamente.
A veces Dios nos dice lo que no queremos
escuchar.
Pero el Señor sabe lo que hace en
nosotros y en los otros.
Y todo lo hace motivado por Su amor.
Sólo debemos ser fieles, obedecer, y así estaremos listos para someternos a su
voluntad.
A pesar de la arrogancia de esta mujer Agar, Dios
escuchó la angustia de la sierva egipcia, y salió en su defensa.
¡Y
con qué palabras llenas de esperanza la consoló!
La promesa que el Todopoderoso le hizo a Agar, una
esclava, no tiene paralelo.
“Multiplicaré
tanto tu descendencia, que por ser tanta no podrá ser contada”.
Génesis
16:10-11 —después añadió—: yo te daré más descendientes de los que puedas
contar. (11) El ángel también dijo: —Ahora estás embarazada y darás a luz un
hijo. Lo llamarás Ismael (que significa «Dios oye»), porque el SEÑOR ha oído tu
clamor de angustia.
Esta promesa
consoló grandemente a Agar.
Aunque su hijo no iba a ser el hijo de la promesa,
tendría parte en el plan divino.
Nosotros hoy hacemos parte de ese maravilloso plan
divino del Señor.
Solo
tenemos que obedecerle.
No importa cuán dura sea su respuesta, solo
debemos obedecer.
Cada vez que alguien pronunciaba el nombre del hijo de
Agar, recordaba que no estaba sola.
Cada vez que alguien llamaba a Ismael por su nombre, Agar,
recordaba la gracia y la misericordia de Dios hacia ella, una simple esclava.
Génesis
16:13-14 A partir de entonces, Agar utilizó otro nombre para referirse al
SEÑOR, quien le había hablado. Ella dijo: «Tú eres el Dios que me ve»* .
También dijo: «¿De verdad he visto a Aquel que me ve?». (14) Así que ese pozo
fue llamado Beer-lajai-roi (que
significa «pozo del Viviente que me ve»).
Aún se encuentra entre Cades y Bered.
Ahora tenga muy en cuenta que ese nombre es dado por
Agar a un lugar específico.
No quiere decir que ese nombre, ahora es otro nombre
de Dios, como lo afirman ciertas iglesias apostatas, que le han puesto a Dios,
diversidades de nombres.
Y
eso es grave y muy peligroso para aquellos que lo están haciendo, ya que Dios
no habita en esa clase de personas falsas, ecuménicas y apostatas.
Observe que claramente dice: (14)
Así que ese pozo fue llamado Beer-lajai-roi.
Es el nombre del POZO, no de Dios.
Cuánta esperanza trae la historia de Agar a
nuestra vida hoy.
Apreciados hermanos, los problemas propios que
acarrean ciertas circunstancias de nuestra vida, representan ansiedad, soledad,
sufrimiento, frustración, lágrimas y una vida llena de temor.
Tal vez nada de esto se aplique a su caso.
Pero puede ser que su misma actitud hacia la vida la
haya colocado en el desierto en el que se encuentra hoy, y su arrogancia le ha
hecho llorar mares de desconsuelo.
Pero puede estar segura de que el “Viviente
que te ve” no te ha abandonado, ni te abandonará jamás.
Usted tenga la plena seguridad que puede
confiar en el amor de Dios y en su gracia para sostenerse en los días más
oscuros de su vida.
Recuerde que
Agar, le fue fiel a Dios.
Ella
seguía al Dios de Abraham, y se sometió a ese Dios.
El impase fue simplemente una discrepancia entre Sarai
y Agar. No
contra Dios.
Por eso Dios envió a su Ángel, para rescatar a Agar
del desierto.
El
Dios Todopoderoso que escuchó y vio la aflicción de una esclava egipcia, es
también su Dios y el Dios de todos los desamparados del mundo.
Por esto y mucho más debemos tener muy presente que ante
las crisis de cualquier circunstancia, lo primero que debemos hacer es buscar
la presencia de Dios para recibir dirección.
De esa manera no vamos a equivocarnos, ni mucho menos
andaremos por el camino del dolor.
Recuerde que
cuando hacemos nuestra propia voluntad, nos estancamos ante nuestra propia
soberbia.
Dios quiere conducirnos a su voluntad para nuestra
bendición y honra de Su Nombre. Amen.
Gracia
y Paz.
Pastor
y Administrador, Rogers Infante.
Bendiciones
a mis hermanos en la fe.
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