A SOLAS CON DIOS, ESTOY SEGURO
"Amado Señor,
danos confianza en tus promesas, ellas nos consuelan, nos animan y nos enseñan
lo que tú tienes y quieres para nosotros.
Eres un Dios fiel
que siempre cumples lo que prometes, hoy queremos descansar en tu Palabra, que
nos da seguridad. Amen."
Vamos
a la palabra de Dios:
2Corintios 1:17-22 Tal vez se pregunten por qué cambié de planes. ¿Acaso piensan que hago
mis planes a la ligera? ¿Piensan que soy como la gente del mundo que dice «sí»
cuando en realidad quiere decir «no»? Tan cierto como que Dios es fiel, nuestra
palabra a ustedes no oscila entre el «sí» y el «no». Pues Jesucristo, el Hijo
de Dios, no titubea entre el «sí» y el «no». Él es aquél de quien Silas,*
Timoteo y yo les predicamos, y siendo el «sí» definitivo de Dios, él siempre
hace lo que dice. Pues todas las promesas de Dios se cumplieron en Cristo con
un resonante «¡sí!». Y, por medio de Cristo, nuestro «amén» (que significa
«sí») se eleva a Dios para su gloria. Es Dios quien nos capacita, junto con
ustedes, para estar firmes por Cristo. Él nos comisionó y nos identificó como
suyos al poner al Espíritu Santo en nuestro corazón como un anticipo que
garantiza todo lo que él nos prometió.
Hebreos 10:23-25 Mantengámonos firmes sin titubear en la esperanza que afirmamos, porque
se puede confiar en que Dios cumplirá su promesa. Pensemos en maneras de
motivarnos unos a otros a realizar actos de amor y buenas acciones. Y no
dejemos de congregarnos, como lo hacen algunos, sino animémonos unos a otros,
sobre todo ahora que el día de su regreso se acerca.
Hay una gran
diferencia entre la predicción y la promesa.
Una predicción es interpretación
de la palabra de Dios, mientras que una promesa es algo seguro cuando viene de
nuestro Dios.
Cuando prometemos
algo, debemos cumplir y más aún cuando esa promesa se la hemos hecho para la
obra de Dios.
Por consiguiente
una promesas no cumplidas, atrasa por lo general la promesa que Dios traería a
esa persona.
Todos
sabemos que Dios jamás rompe sus promesas, pues estas nos dan la certeza para
vivir, pero nosotros como seres humanos debemos dar indicio de fidelidad y
obediencia para que esas promesas se hagan efectivas en nuestro tiempo.
Dice la palabra que
Jesús es el mismo ayer, hoy y por los siglos.
Esto quiere decir
que es inmutable ya tiene la autoridad del Padre.
Dicho de otra
manera: Jesús es igual que su Palabra.
Entonces vemos que
como el “sí” es su palabra, así el “Amén” es
su juramento, y hacen doblemente segura nuestra seguridad de que el cumplimiento
de Dios se realizara en nosotros.
Todo cristiano verdadero sabe que las
promesas de Dios referentes al Mesías se cumplirían en Cristo.
Como vemos en la
palabra de Dios, Jesús fue completamente fiel y obediente en su ministerio y
nunca pecó.
Él
dio su vida fielmente por nosotros y ahora intercede por nosotros fielmente,
sentado a la derecha de Dios Padre.
Así como Jesucristo
es fiel y obediente, nosotros también debemos serlo y llenarnos de esperanza,
porque de esa manera estamos demostrando con seguridad en quien hemos
depositado nuestra fe.
Por eso Dios desea que cada uno de nosotros
andemos siempre en su fidelidad y obediencia.
El problema está en que muchos creyentes
desean recibir las bendiciones sin ser fiel a Dios.
Entonces para que podamos entrar
en esa fidelidad de Dios para con nosotros, debemos tener un tiempo a solas con
Dios.
Allí usted tendrá esa maravillosa oportunidad
de hablar con Dios y escuchar lo que ÉL desea para usted.
Lucas 22:39-46 Luego, acompañado por sus discípulos, Jesús salió del cuarto en el piso
de arriba y, como de costumbre, fue al monte de los Olivos. Allí les dijo:
«Oren para que no cedan a la tentación». Se alejó a una distancia como de un
tiro de piedra, se arrodilló y oró: «Padre, si quieres, te pido que quites esta
copa de sufrimiento de mí. Sin embargo, quiero que se haga tu voluntad, no la
mía». Entonces apareció un ángel del cielo y lo fortaleció. Oró con más fervor,
y estaba en tal agonía de espíritu que su sudor caía a tierra como grandes gotas
de sangre.* Finalmente se puso de pie y regresó a donde estaban sus discípulos,
pero los encontró dormidos, exhaustos por la tristeza. «¿Por qué duermen? —les
preguntó —. Levántense y oren para que no cedan ante la tentación».
Marcos 1:35 A la mañana siguiente, antes del amanecer, Jesús
se levantó y fue a un lugar aislado para orar.
Como podemos
analizar Cristo se fue a un lugar desierto a orar.
Y lo hizo porque
esa es la mejor manera de poder hablar con nuestro Padre Eterno.
Además debemos
imitar esa manera de orar con nuestro Padre, pero debemos hacerlo sin que nada,
ni nadie nos distraiga.
Y lo debemos hacer
con una menta entregada a Dios, para que la tentación no tenga poder sobre
nosotros.
Por
eso cuando llevamos una vida agitada, como la de nuestro Maestro, es bueno
aprender de Él.
Todos los días de
nuestra vida, debemos decir “SI” para sacar un tiempo, y estar a solas con
Dios.
Cuando hacemos esto, sentimos el privilegio
de tener momentos de quietud, especialmente si puedo dejar en manos de mi
Hacedor todas las actividades del día.
Todas las
decisiones que tengo que tomar.
Y todas las cargas
del diario vivir que no me dejan descansar.
Recordemos también que Jesús, estando en agonía oró más
fervorosamente.
Esto
nos inspira a que cuando lleguen los problemas más fuertes, podamos orar con
mayor fuerza para que las circunstancias agobiantes desaparezcan de una vez y
para siempre.
Escuche bien lo que les voy a decir:
La oración, aunque
nunca es inoportuna, es especialmente oportuna cuando estamos angustiados,
preocupados o desesperados.
En esta agonía, el
sudor de Jesús fue como grandes gotas de sangre que caían.
Esto nos
mostró el verdadero sufrimiento de su alma.
Por
eso como cristianos debemos orar también con fervor, derramando nuestro corazón
delante de su Presencia y pedirle que nos capacite para vencer la tentación y
luchar contra el pecado.
Cuando
vencemos el pecado, salimos victoriosos porque hemos aprendido a confía en Dios
permanentemente
Isaías 26:3-5 ¡Tú guardarás
en perfecta paz a todos los que confían en ti; a todos los que concentran en ti
sus pensamientos! Confíen siempre en el SEÑOR, porque el SEÑOR DIOS es la Roca
eterna. Él humilla a los orgullosos y derriba a la ciudad arrogante; él la echa
al polvo.
Ya para terminar podemos decir que cuando
estamos despojados de todo lo que es importante para nosotros y que en
ocasiones ha sido lo que nos quita la mirada de las cosas de Dios, Satanás y el mundo quieren que te sientas derrotado, que
la soledad, la ansiedad o la tristeza se conviertan en lo único que veas, que
no levantes tu cabeza del suelo o que fijes la mirada hacia un hoyo muy oscuro
y te pierdas de ver en el cielo un sol resplandeciente.
Eso es lo que satanás espera de ti, para volverte
a atrapar.
Cuando esto pasa, el creyente en ese momento
el trabajo lo siente más difícil, porque es contra nosotros mismos, contra
nuestro pesimismo, contra nuestras fuerzas.
Lo importante es pedir a Dios
confianza para que esta situación de
despojarnos de toda mundanidad no disminuya.
Al contrario debemos aumentar nuestra fe y no
permitir que las circunstancias la anulen.
Hoy más que nunca debemos
controlar nuestras emociones mundanas para que no nos derroten.
Esto hay que hacerlo constantemente, así no
se sientan las fuerzas o el ánimo.
Tenga muy presente que Dios demanda confianza
y dependencia para obrar en nuestra vida.
Cuando entendemos y vivimos esto,
la vida toma un nuevo rumbo, de nuevo hacia donde Dios quiere que miremos.
Mantenga siempre vivo el poder de Dios que
habita en usted, solo así usted caminara seguro y confiado en Jesús.
Recuerde que hay grandes cosas por delante
cuando le entregamos nuestra confianza a Dios.
Gracia y Paz
Pastor y administrador Rogers
Infante
Que Dios derrame Bendiciones a mis
hermanos en la fe.
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