SI
QUIERO,
Gracia y Paz para todos
mis hermanos en la obra de Dios Padre y de su Hijo Jesucristo, el cordero
inmolado que hoy se encuentra sentado a la diestra de su Padre, y que al sonar
de la séptima trompeta vendrá a juzgar a este mundo y su maldad.
La historia de la humanidad se partió con la venida de Jesucristo, el Hijo
de Dios.
De la misma manera tu vida se transforma definitivamente cuando tú conoces
a Jesús.
Pero no solamente es conocerlo, debemos entregar nuestra vida a Él y empezar
hacer su santa voluntad, lo cual al hacerlo, estamos haciendo la voluntad del
Padre.
Mar 1:40 Un hombre con lepra se
acercó, se arrodilló ante Jesús y le suplicó que lo sanara. —Si tú quieres,
puedes sanarme y dejarme limpio —dijo.
En este versículo nos habla de un leproso.
Un hombre que la sociedad lo había apartado por su condición física.
Este hombre padecía un sufrimiento físico.
La lepra era una
enfermedad frecuente en la nación.
Esta es una enfermedad infecciosa de declaración obligatoria.
A estos hombres
con lepra se les colocaba una campanilla en el cuello indicando que no se acercaran
a ellos.
La
lepra es provocada por una bacteria similar a la de la tuberculosis.
Es decir que esta bacteria ataca la piel,
la sangre, la carne y los huesos, llegando a la mutilación de los miembros del
cuerpo y finalmente la muerte.
En
el evangelio de Lucas se dice: “lleno
de lepra”.
En otras
versiones dice: “un varón
lleno de lepra”, “un hombre cubierto de lepra”, “uno gravemente enfermo de lepra”.
Esto nos está diciendo que
este hombre tenía una crítica condición de enfermedad avanzada.
A pesar de
padecer físicamente, también lo estaba espiritualmente.
Ahora por ser
considerado impuro, era separado de la congregación de Israel, sin participar
del culto.
Es
decir que este hombre debía vivir en una casa aislado, nadie podía tocarlo, ni
servirle.
A veces la visión que tenemos de nuestra vida es bastante gris, debido a
las diversas dificultades y angustias por las que pasamos.
Además, cuando el hombre está sin Dios, a través de su Hijo Jesús, nuestro
espíritu está afligido y vacío, sin salvación y el destino es la condenación
eterna.
¿Cómo
hizo este hombre para que se acercara a JESÚS, si tenía prohibido acercarse
ante cualquier persona?
Mar 1:40 Un hombre con lepra se
acercó, se arrodilló ante Jesús y le suplicó que lo sanara. —Si tú quieres,
puedes sanarme y dejarme limpio —dijo.
Este hombre
rompió todos los parámetros existente en esa nación.
Él sabía que
Jesús, el Hijo de Dios, podía sanarle.
El simplemente
hizo una petición intensa.
Al acercarse se
arrodillo y rogo de corazón ser sanado.
El rogarle quiere decir: Suplico.
En otras palabras: Este
hombre le pidió ayuda a Jesús.
Él se acercó
con un corazón humilde: “se arrodilló”.
En el evangelio
de Lucas,
dice “se
postró con el rostro en tierra”.
Esto quiere decir: reconocer
que necesita a Dios, y que en nadie más hallara respuesta.
Cuando
confiamos en Dios, por medio de su Hijo Jesús, el Poder de Dios se manifiesta
en usted.
Y es por medio
de la fe, en el poder de Dios, que Jesús puede limpiarte.
Recuerde usted
que cuando le somos fieles a Dios y hacemos su Santa Voluntad, Dios nos toca
por su misericordia.
A este hombre Jesús, lo sano por
compasión.
No
por méritos. No por antigüedad. No por su estrato.
Él fue sanado por Misericordia. Jesús simplemente
lo tocó y le habló.
Mar 1:41 Movido a compasión,* Jesús
extendió la mano y lo tocó. —Sí quiero —dijo —. ¡Queda sano!
Recuerde usted que una persona con lepra, no podía ser tocada.
Pues causaban
impureza ceremonial.
Pero esto nos
enseña que Jesús, teniendo la
autoridad del Padre, es también poderoso y que está por encima de las
solicitudes de cualquier religión.
El toque de Jesús es lo que realmente transforma
la vida de un creyente.
Esto nos dice
que el presente y el futuro del leproso cambiaron radicalmente.
De la misma
manera un creyente que se ha dejado tocar por Cristo, su vida debe cambiar
radicalmente para la obra de Dios.
El toque de Jesús
por el Poder de lo Alto, y la Palabra de Dios, tienen el poder de transformar
al más duro de los corazones y restaurar lo que en nuestra vida ha sido dañado.
El simplemente
dijo: Sí quiero esto expresa el
deseo de Dios, en el creyente.
Cuando cristo
llega a nuestra vida, Dios quiere que seamos limpios y salvos de la condenación
eterna.
Mar 1:42 Al instante, la lepra
desapareció y el hombre quedó sano.
Analizando todo
esto que hemos dicho, podemos decir también que el pecado es un cáncer
espiritual, es como una lepra espiritual que produce la muerte eterna, pero
Cristo lo limpio y quiere que seamos limpios del pecado por medio de su sangre.
En una ocasión el rey David oró
diciendo:
Sal 51:2-12 Lávame de la culpa
hasta que quede limpio y purifícame de mis pecados. (3) Pues reconozco mis
rebeliones; día y noche me persiguen. (4) Contra ti y sólo contra ti he pecado;
he hecho lo que es malo ante tus ojos. Quedará demostrado que tienes razón en
lo que dices y que tu juicio contra mí es justo.* (5) Pues soy pecador de
nacimiento, así es, desde el momento en que me concibió mi madre. (6) Pero tú
deseas honradez desde el vientre* y aun allí me enseñas sabiduría. (7)
Purifícame de mis pecados,* y quedaré limpio; lávame, y quedaré más blanco que
la nieve. (8) Devuélveme la alegría otra vez; deja que me goce ahora que me has
quebrantado. (9) No sigas mirando mis pecados; quita la mancha de mi culpa. (10)
Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio y renueva un espíritu fiel dentro de mí.
(11) No me expulses de tu presencia y no me quites tu Espíritu Santo.* (12)
Restaura en mí la alegría de tu salvación y haz que esté dispuesto a
obedecerte.
Sólo la sangre
de Jesús tiene el poder de limpiarnos de pecado.
Tengamos muy
presente que la paga del pecado es muerte, y sólo Jesús puede salvarnos.
Este hombre de Marcos 1:40 era un leproso, y solo por creer verdaderamente
en Jesús, su vida cambio extremadamente para bien.
Es decir: Que su vida vuelve a tener sentido y a participar
del culto, del templo.
Que
vuelve a su familia para estar con ellos, con su esposa e hijos.
Que la sociedad lo recibe en forma normal, y
puede andar por las calles y con los amigos, e incluso volver a trabajar.
Que lo más grande que le pudo pasar, fue que
conoció a Jesús y recibió salvación.
El leproso reconoció que necesitaba a Jesús, hoy es
necesario reconocer que necesitamos a Jesús, no sólo para salir de nuestras
dificultades domesticas o del diario vivir.
Hablo de cosas trascendentales, como una
transformación de vida por el poder de Dios y la vida eterna por creer en
Jesucristo y en su obra.
Es nuestro anhelo
que Jesús sea nuestra herramienta y ayuda en nuestro proceso de ser restaurados.
En éste maravilloso evangelio vemos como Dios puede
restaurar lo dañado.
Solo Él puede por medio de su Hijo Jesús darnos la Sanidad
para el alma herida.
Recuerda que con Jesús somos más que vencedores.
Gracia y Paz.
Pastor y Administrador, Rogers Infante.
Bendiciones a nuestros hermanos en la fe verdadera.
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