DIOS SIEMPRE ESTA ALLÍ
Busquemos en
la Palabra de Dios
1Reyes 17:2-6 Después el SEÑOR le
dijo a Elías: «Vete al oriente y escóndete junto al arroyo de Querit, cerca de
su desembocadura en el río Jordán. Bebe del arroyo y come lo que te
den los cuervos, porque yo les he ordenado que te lleven comida». Entonces Elías hizo lo que el SEÑOR le dijo y
acampó junto al arroyo de Querit, al oriente del Jordán. Los cuervos le llevaban pan y carne por la mañana y por la noche, y él bebía del
arroyo.
Cuando Dios llama a Elías le
da palabra para que diga al rey Acab que viene una gran sequía sobre la tierra
de Israel a causa de la idolatría.
Eran tiempos muy tensos para
el profeta, pues se había ganado muchos enemigos por causa de su persecución a
los Baales.
Se le dio la orden de
esconderse ya que el rey se disgustó por el anuncio y su vida corría peligro.
Hay momentos
en la vida en que podemos estar en las mismas condiciones de Elías con temor,
sin saber qué hacer y adonde ir, por estar haciendo lo correcto, por obedecer
la Palabra de Dios y seguir sus preceptos.
Son momentos de angustia y
desesperación donde nos encontramos solos, sin apoyo humano y dependiendo
únicamente de la providencia de Dios.
Elías era considerado como
el mayor profeta del Antiguo testamento después de Moisés, se le llamó: “el hijo del desierto, el solitario” porque su
ministerio lo hizo prácticamente solo y por su manera de vivir; tan es así que
cuando Juan Bautista aparece en escena en el Nuevo testamento, todos pensaron
que Elías había regresado.
Dios siempre
levanta a las personas y las adapta para el servicio independientemente de las
circunstancias.
Este hombre apareció en el
momento oportuno y de gran necesidad dentro del pueblo de Israel, donde una
gran oscuridad espiritual reinaba y estaban totalmente apartados de Dios.
Lo sostuvo
milagrosamente alimentándolo a través de cuervos y proveyéndole agua de un
arroyo que se estaba secando.
De la misma
manera que proveyó mana y codornices a su pueblo en tiempos difíciles.
Así como Elías hay momentos
en que Dios nos aparta para alentarnos y prepararnos si estamos decaídos, y
proveerá milagrosamente para que podamos soportar el desierto por el que
estamos atravesando, esto debe animarnos a seguir adelante y a confiar en el Dios
que hemos creído, Él cual nunca nos dejará, ni nos desamparará.
Hagamos de
nuestra vida personal con Dios un arroyo de provisión y un manantial que nunca
se agote, pero para esto debemos aprender a orar correctamente ante cualquier
dificultad.
Dice la palabra de Dios
Hechos 4:24-31 Cuando los creyentes oyeron las noticias,
todos juntos alzaron sus voces en oración a Dios: «Oh Soberano Señor,
Creador del cielo y de la tierra, del mar y de todo lo que hay en ellos, hace mucho tiempo tú hablaste por el Espíritu Santo
mediante nuestro antepasado David, tu siervo, y dijiste: “¿Por qué estaban tan
enojadas las naciones? ¿Por qué perdieron el tiempo en planes inútiles? Los reyes de la tierra se prepararon para la batalla, los
gobernantes se reunieron en contra del SEÑOR y en contra de su Mesías* »De
hecho, ¡eso ha ocurrido aquí en esta misma ciudad! Pues Herodes Antipas, el
gobernador Poncio Pilato, los gentiles* y el pueblo de Israel estaban todos
unidos en contra de Jesús, tu santo siervo, a quien tú ungiste. Sin embargo, todo lo que hicieron ya estaba determinado
de antemano de acuerdo con tu voluntad. Y ahora, oh Señor, escucha
sus amenazas y danos a nosotros, tus siervos, mucho valor al predicar tu
palabra. Extiende tu
mano con poder sanador; que se hagan señales milagrosas y maravillas por
medio del nombre de tu santo siervo Jesús». Después de esta oración, el lugar donde estaban
reunidos tembló y todos fueron llenos del Espíritu Santo. Y predicaban con valentía la palabra de Dios.
Después del milagro hecho
por Pedro y Juan al sanar a un cojo, viene una gran controversia para los
apóstoles, se les prohíbe predicar en el nombre de Jesús.
En esta
situación difícil convocaron a toda la iglesia a orar, para fortalecer su fe y
para no desanimarse por la oposición al evangelio.
La respuesta a esta oración
no se hizo esperar por parte del Señor, los ungió con el poder del Espíritu
Santo para que siguieran testificando de su Palabra, con más denuedo, fuerza y
valentía.
A partir de
ese momento se manifestó con más contundencia el poder de Dios en medio de su
iglesia naciente.
Fueron llenos del Espíritu
Santo y experimentaron su plenitud, se volvieron más intrépidos para proclamar
la Palabra de Dios.
En otras palabras: Fortalecieron su unidad, se
dice que eran “de un solo corazón y un alma”.
Es decir: Hubo una sumisión sobrenatural al Señor.
Dicho de otra manera: Se volvieron más productivos
ya que obtuvieron más frutos en la obra de Dios.
Fueron más generosos para
entregar sus vidas, su tiempo y sus recursos en favor del evangelio.
Entonces, ¿Cuándo
nos hallamos ante pruebas que debilitan nuestra fe, qué actitud tomamos?
Podemos estar temerosos e
inseguros y vacilar en nuestra fe, o por el contrario, buscamos con más ahínco
el rostro del Señor para que nos revista de su Espíritu y poder para enfrentar
cualquier situación.
Escuche esto, Sólo
la oración puede darnos la victoria sobre cualquier problema.
Hay muchas cosas que se
oponen a nuestra fe, tales como:
El mundo y sus deseos,
Nuestra débil carne y el
enemigo que siempre pondrá personas y situaciones difíciles, para hacernos caer
en desánimo.
Es aquí donde
debe surgir la necesidad de obedecer primero a Dios antes que a los hombres.
Por eso nuestras
convicciones deben prevalecer frente a todo lo que se levante en contra de Dios
y en contra de nosotros.
La manera como oremos, es la manera que nos
garantiza la victoria.
No es pedir a Dios que nos
quite el problema, sino alabarlo en medio de él.
En decir: Presentar específicamente nuestra necesidad y pedir
ayuda, como lo hicieron los creyentes del primer siglo.
Hoy más que nunca debemos
orar con otros por todas las necesidades personales y por la obra del Señor.
Pidamos sabiduría
y fortaleza para llevar su mensaje a nuestras familias y conocidos.
Pero también valor
para enfrentar nuestros temores frente a las dificultades.
Pero para eso
debemos ser Llenos de su Palabra
Proverbios 11:10-11 Toda la ciudad festeja cuando el
justo triunfa; grita de alegría cuando el perverso muere. Los ciudadanos íntegros son de beneficio para la
ciudad y la hacen prosperar, pero las palabras de los perversos la destruyen.
En base a esto yo pregunto:
¿Qué tan
importante son las palabras que salen de nuestra boca?
Jesús lo dijo claramente en
Mateo 15:11,18-19
Mateo 15:11 Lo que entra
por la boca no es lo que los contamina; ustedes se contaminan por las palabras
que salen de la boca».
Mateo 15:17-19 Todo lo que
comen pasa a través del estómago y luego termina en la
cloaca. Pero las
palabras que ustedes dicen provienen del corazón; eso es lo que los contamina. Pues del corazón salen los malos pensamientos, el
asesinato, el adulterio, toda inmoralidad sexual, el robo, la mentira y la
calumnia.
“No lo que
entra en la boca contamina al hombre; mas lo que sale de la boca, esto
contamina. Pero lo que sale de la boca, del corazón sale; y esto contamina al
hombre. Porque del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los
adulterios, las fornicaciones, los hurtos, los falsos testimonios, las
blasfemias”.
Iglesia, las palabras pueden
usarse como herramientas o como armas.
Podemos edificar con ellas y
construir relaciones verdaderas o podemos herir a los demás.
La Escritura hoy nos exhorta
a ser rectos en nuestra manera de hablar, edificando con nuestras palabras.
Tenga muy
presente que la bendición de los rectos se expresa mostrando el carácter de
Cristo e influenciando nuestro entorno con su Palabra.
Por eso dice
que con la bendición y el bien de los rectos la ciudad se alegra y se
engrandece.
Contrario con los impíos,
que por la perversidad de su corazón expresan palabras de mentira, rebelión,
contención, pecado, destruyendo y trastornando todo a su paso.
El fruto de
sus labios trae contra ellos mismos, ruina, ira, hambre, falta de esperanza,
violencia, temor y muerte.
Tengamos cuidado al hablar
porque las palabras nos distinguen.
La Palabra de
Dios nos dice claramente que tenemos el poder de dar vida o de destruir.
Pro 18:21 La lengua puede traer vida o muerte; los que
hablan mucho cosecharán las consecuencias.
Por eso un consejo de Pablo
es:
“Que andemos como es digno
del Señor, agradándole en todo, llevando fruto en toda buena obra y creciendo
en el conocimiento de Dios”. Colosenses 1:10.
Colosenses 1:10-14 Entonces la forma en que vivan siempre
honrará y agradará al Señor, y sus vidas producirán toda clase de buenos frutos.
Mientras tanto, irán creciendo a medida que aprendan a conocer a Dios más y
más. También pedimos que
se fortalezcan con todo el glorioso poder de Dios para que tengan toda la
constancia y la paciencia que necesitan. Mi deseo es que estén llenos de
alegría* y den siempre
gracias al Padre. Él los hizo aptos para que participen de la
herencia que pertenece a su pueblo, el cual vive en la luz. Pues él nos rescató del reino de la oscuridad y
nos trasladó al reino de su Hijo amado, quien compró nuestra libertad* y perdonó nuestros
pecados.
Cuando la Palabra de Dios
abunda en nuestro corazón entonces saldrán palabras sabias, valiosas y
edificantes que sólo traerán bendición a nuestro alrededor.
El poder de
las palabras para dar vida o destruir es reafirmado aquí especialmente con
palabras para la comunidad.
Ya para terminar, pidamos en
Oración para que toda persona y todos los que están en eminencia hablen con
verdad y sabiduría para dirigir con rectitud y honestidad a nuestro pueblo.
Por eso diga siempre:
Señor, danos una palabra
desde el corazón que transforme vidas y traiga bendición, y toda palabra que se
haya lanzado en contra de mi vida o integridad, déjala inoperante y que el
estado postrero de aquellos que nos desean el mal, sea peor que el primero.
Amen.
Gracia y Paz.
Pastor y Administrador, Rogers Infante H.
Dios te bendiga.
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