DIOS, NUESTRO GUIA.
Gracias Señor porque tienes
planes maravillosos para mi vida, estoy dispuesto a escucharte y a obedecerte,
guía mi vida a una nueva dimensión, a aquella que tú sabes que es mejor para
mi. Amén.
Lee la
palabra de Dios
Éxodo 3:1-4 Cierto día Moisés se encontraba apacentando el
rebaño de su suegro, Jetro,* quien era sacerdote de Madián. Llevó el rebaño al
corazón del desierto y llegó al Sinaí,* el monte de Dios. Allí el ángel del SEÑOR se le apareció en un
fuego ardiente, en medio de una zarza. Moisés se quedó mirando lleno de asombro
porque aunque la zarza estaba envuelta en llamas, no se consumía. «Esto es
increíble —se dijo a sí mismo—. ¿Por qué esa zarza no se consume? Tengo que ir
a verla de cerca». Cuando el SEÑOR vio que
Moisés se acercaba para observar mejor, Dios lo llamó desde el medio de la
zarza: —¡Moisés! ¡Moisés! —Aquí estoy —respondió él.
Cuando Dios nos habla, algo
cambia en nuestra vida, Él tiene formas muchas veces insospechadas por nosotros
de llamar nuestra atención, para que lo escuchemos atentamente y reconsideremos
nuestra vida.
Para que
tomemos decisiones correctas, o cambiemos algo que no le agrada.
Nos puede
hablar por medio de una zarza ardiente espiritual.
¿Cuáles son las
zarzas ardientes en nuestra vida?
Son las cosas que suceden.
Tal vez fuertes o
conflictivas, que no se pueden ignorar y retan nuestra vida, pues nos quieren
llevar a una nueva posición porque nos desafían a confiar plenamente en Dios y
tienen un efecto perdurable.
Esto pasó con
Moisés, luego de que Dios le hablara, su vida nunca volvió a ser la misma.
La clave es la
confianza en Dios.
Dios, no nos dirá
exactamente lo que debemos hacer en alguna situación de nuestra vida, pero
podemos estar seguros de que Él, colocará las cosas de tal forma que será para
nuestra bendición.
Proverbios 3:5-8 Confía en el SEÑOR con todo tu corazón,
no dependas de tu propio entendimiento. Busca su voluntad en todo lo que hagas, y él te mostrará cuál camino tomar. No te dejes impresionar por tu propia sabiduría. En cambio,
teme al SEÑOR y aléjate del mal. Entonces dará salud a tu
cuerpo y fortaleza a tus huesos.
Dios
está dispuesto a hablarnos si estamos dispuestos a escucharlo para obedecerle.
Pero lo más
importante, de después de escucharlo, es serle fiel y hacer su voluntad.
Dios nunca nos
diría algo que no fuera lo mejor para nosotros, así que, aunque no conocemos
toda la historia o el final de nuestra vida, podemos estar confiados de que
Dios dispondrá y nos llevará paso a paso para completarla, hasta llegar al
mejor fin que tiene planeado para nosotros.
Jeremías 29:11 Pues yo sé los planes que tengo para ustedes
—dice el SEÑOR—. Son planes para lo bueno y no para lo malo, para darles un
futuro y una esperanza. En esos días, cuando
oren, los escucharé. Si me buscan
de todo corazón, podrán encontrarme.
Él tiene la mejor historia
para sus hijos obedientes, y el mejor final para ellos.
En otras palabras: No es otra cosa que el
principio de una nueva vida gloriosa en Cristo, para toda la eternidad y del
cumplimiento de su voluntad y propósito para nuestra vida.
Aprendamos
a escucharlo.
Evaluémonos y reflexionemos
sobre cada circunstancia particular que nos sucede, llevándola día a día a nuestro
padre celestial.
Tengamos muy presente que por
medio de su Palabra y en oración, confiemos y estemos dispuestos a obedecer,
pues el Señor dispondrá todo para darnos la instrucción precisa y para que
obtengamos el mejor fin para nuestra bendición.
¿Qué es lo que
Dios quiere enseñarte o quiere decirte a través de la situación por la que
estás pasando ahora?
Pues así como aprendemos a
escucharlo, también hay que esperar en esperar en Dios.
Salmos 5:3 SEÑOR, escucha mi voz por la mañana;
cada mañana llevo a ti mis peticiones y quedo a la espera.
Qué difícil es esperar,
sobre todo en la sociedad actual donde podemos tener algo con un sólo click o
con manipular nuestro teléfono.
¿Pero cuándo es
el momento propicio para hacer algo o comprar algo?
¿No será que
muchas cosas las hacemos sin esperar el tiempo de Dios?
De seguro que esto traerá
consecuencias.
Pero fuera de la voluntad de
Dios, habrá otras cosas que por mucho que las deseemos no las tendremos cuando
queramos.
Así que
tendremos que aprender a esperar, y este principio es muy importante.
Ya que hace
parte del carácter que Dios quiere que formemos.
Pues por no
saber esperar cometemos muchos pecados.
Por ejemplo, no esperamos
hasta el matrimonio para tener relaciones sexuales, lo que lleva a la
fornicación y al desorden sexual.
No esperamos
el tiempo adecuado para un negocio, lo que lleva a la ruina, y a perder la
tranquilidad ante las deudas.
Muchas veces por no esperar
en Dios, vendemos nuestro cuerpo para obtener el último dispositivo
inteligente, la última ropa de moda.
En otras
palabras: satanás te complace ya y te
dice paga después.
La
consecuencia de esto, es llorar al final.
Y Dios, como no se complace
en tu decisión por no saber esperar, deberás entonces asumir tú mismo, la responsabilidad.
Iglesia, Dios quiere
guiarnos a su verdad y enseñarnos a esperar en su voluntad.
Salmos 25:5 Guíame con tu verdad y enséñame,
porque tú eres el Dios que me salva. Todo el día pongo en ti mi esperanza.
Dios quiere darnos las cosas
en el tiempo preciso, ya que en ese tiempo exacto es cuando será una bendición
para nosotros.
Sal 145:15-20 Los ojos de todos buscan en ti la
esperanza; les das su alimento según la necesidad. Cuando abres tu mano, sacias el hambre y la sed de todo
ser viviente. El SEÑOR es justo en todo lo que hace; está
lleno de bondad. El SEÑOR está cerca
de todos los que lo invocan, sí, de todos los que lo invocan de verdad. Él
concede los deseos de los que le temen; oye sus gritos de auxilio y los
rescata. El SEÑOR protege a todos
los que lo aman, pero destruye a los perversos.
Él sabe que antes de tiempo
no estaremos preparados, y si recibimos lo que estamos pidiendo antes de
tiempo, será para nuestro mal.
¿Acaso Dios
quiere hacernos algún mal?
Por supuesto que no.
Así que vale la pena esperar
con paciencia que nuestro Dios venga a ayudarnos y a proveernos lo que pedimos.
Mientras tanto
esperemos sin quejas.
Esperemos sin
contiendas
Y esperemos con
paciencia.
Todo esto acompañado de la
fidelidad y obediencia hacia nuestro Dios Padre y su Hijo Jesús.
De esa manera seremos fortalecidos
en el poder de su Espíritu.
Lamentaciones 3:24-28 Me digo: «El SEÑOR es
mi herencia, por lo tanto, ¡esperaré en él!». El SEÑOR es bueno con los que dependen de él,
con aquellos que lo buscan. Por eso es
bueno esperar en silencio la salvación que proviene del SEÑOR. Y es bueno que todos se sometan desde temprana edad al
yugo de su disciplina: que se queden solos en silencio bajo las exigencias del
SEÑOR.
Hermano, piensa en este
momento en aquello que le estás pidiendo a Dios y que realmente necesitas.
Pídele que te
dé la paciencia y la fortaleza para esperar el momento que Él disponga.
Mientras tanto mantente fiel
y obediente en todo.
Sé diligente en prepararte
para el día en que recibirás de Dios su bendición y una vez la recibas no te
olvides de honrarlo y darle la gloria.
Gracia y Paz.
Pastor y Administrador, Rogers Infante.
Que Dios te bendiga.
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