DIOS NOS
ESCUCHA.
Isaías 65:21-25 En esos días, la gente habitará en las
casas que construya y comerá del fruto de sus propios viñedos. A diferencia del pasado, los invasores
no les quitarán sus casas ni les confiscarán sus
viñedos. Pues mi pueblo vivirá tan larga vida como los árboles, y mis escogidos
tendrán tiempo para disfrutar de lo adquirido con su arduo trabajo. No trabajarán en vano,
y sus hijos no estarán condenados a la desgracia, porque son un pueblo
bendecido por el SEÑOR, y sus hijos también serán bendecidos. Les responderé antes que
me llamen. Cuando aún estén hablando de lo que necesiten, ¡me adelantaré y
responderé a sus oraciones! El lobo y el cordero comerán juntos.
El león comerá heno, como el buey; pero las serpientes comerán polvo. En esos
días, nadie será herido ni destruido en mi monte santo. ¡Yo, el SEÑOR, he hablado!
».
Dios siempre está dispuesto
para oír al que le busca verdaderamente.
Y lo más sorprendente es que
Él, responderá antes de que le llame y aun cuando esté hablando, Él se adelanta
y responde sus oraciones.
Que hermosa
promesa la de nuestro amado Padre.
Cada día está
esperando a que entremos en su presencia y antes de que hablemos, ya conoce las intenciones de
nuestro corazón.
Él sabe y
conoce de qué tenemos necesidad.
Siempre está atento a
escuchar nuestro clamor, el Salmo 16:7-11 y 18:6
dice:
Salmos 16:7-10 Bendeciré al SEÑOR, quien me guía; aun
de noche mi corazón me enseña. Sé que el SEÑOR siempre está
conmigo; no seré sacudido, porque él está aquí a mi lado. Con razón mi
corazón está contento y yo me alegro; * mi cuerpo descansa seguro, porque tú no
dejarás mi alma entre los muertos* ni permitirás que tu santo* se pudra en la
tumba. Me mostrarás el
camino de la vida, me concederás la alegría de tu presencia y el placer de
vivir contigo para siempre. *
Salmos 18:6
Pero en mi
angustia, clamé al SEÑOR; sí, oré a mi Dios para pedirle ayuda. Él me oyó desde
su santuario; mi clamor llegó a sus oídos.
Uno de los más graves
problemas de la comunicación entre los seres humanos es que no sabemos escuchar.
Siempre están interrumpiendo
al otro y exponiendo su propio punto de vista.
Por esto,
muchas relaciones han fracasado al no saber escuchar y hoy las personas solo
necesitan ser oídas para entenderlas.
Si necesitamos conocer y
ayudar a otros, debemos empezar por aprender a escucharlos.
Qué reconfortante saber que
Dios siempre tiene oídos para oírnos.
Dios conoce los anhelos de
nuestro corazón y nuestras necesidades.
Lo triste es
que muchos no se compenetran en Dios, en obediencia y fidelidad, y por esa
causa, no son bendecidos.
Isaias 59:1-5 ¡Escuchen!
El brazo del SEÑOR no es demasiado débil para no salvarlos, ni su oído
demasiado sordo para no oír su clamor. Son sus pecados los que los han separado de Dios. A
causa de esos pecados, él se alejó y ya no los
escuchará. Las manos
de ustedes son manos de asesinos, y tienen los dedos sucios de pecado. Sus
labios están llenos de mentiras y su boca vomita
corrupción. A nadie le
importa ser justo y honrado; las demandas legales de la gente se basan en
mentiras. Conciben malas acciones y después dan a
luz el pecado. Incuban
serpientes mortales y tejen telas de araña. El que
caiga en sus telarañas morirá, y aun acercarse a ellas será peligroso.
La mentira y la excusa es el
principal obstáculo para no ser bendecido.
Pero para los
hijos de Dios, no hay ningún obstáculo de parte de Dios para que atienda
nuestras oraciones.
Dios escucha el clamor de
sus hijos, y acude de inmediato a ellos, ya que Él, se deleita en contestar y
obrar en la vida de cada uno de nosotros sus hijos fieles y obedientes.
Pero hay cosas
en nuestra vida que pueden estar estorbando nuestra oración.
Los obstáculos
no vienen de parte de Dios sino de nosotros mismos.
Por eso es muy importante
que examinemos nuestro corazón y pidamos a Dios que nos muestre cuál es la
barrera que está impidiendo que nuestra oración llegue a sus oídos.
Puede ser la
falta de fe, nuestro pecado, el desconocimiento de su Palabra, nuestro corazón
duro, etc. entonces
nos preguntamos:
¿Cómo pretender
que Él nos escuche si antes no le escuchamos a Él a través de su Palabra?
Salmos 5:1-7 Oh SEÑOR, óyeme cuando oro; presta
atención a mi gemido. Escucha mi grito de auxilio, mi Rey y mi Dios, porque sólo a ti
dirijo mi oración. SEÑOR, escucha mi voz por la mañana; cada
mañana llevo a ti mis peticiones y quedo a la espera. Oh Dios, la maldad no te agrada; no
puedes tolerar los pecados de los malvados. Por lo tanto, los orgullosos no
pueden estar en tu presencia, porque aborreces a todo el que hace lo malo. Destruirás a los
que dicen mentiras; el SEÑOR detesta a los asesinos y a los engañadores. Gracias a tu amor inagotable, puedo
entrar en tu casa; adoraré en tu templo con la más
profunda reverencia.
Si queremos tener una vida
espiritual y vivir el gozo de la oración contestada, necesitamos eliminar todo
aquello que se interpone en nuestra comunión con Dios.
Como dije anteriormente, Dios siempre está presto
para oír nuestro clamor, el problema no es de Él, el problema es de nosotros, que,
con nuestras actitudes negativas, con nuestras arrogancias y desobediencia e
infidelidad ante Cristo y su iglesia, colocamos obstáculos a nuestra oración.
En
primer lugar, rehusarse a escuchar la Palabra de Dios, es pecado.
El Señor
estableció una relación con nosotros para que le hablemos a través de la
oración y Él nos responde a través de su Palabra.
Nuestra vida de oración no
debe ser un monólogo, sino un diálogo, porque Dios nos escuchará si nosotros
también escuchamos su voz.
Dice Proverbios 28.
Proverbios 28:5-10 Los malvados no comprenden la justicia, pero los que
siguen al SEÑOR la entienden a la perfección. Es mejor ser pobre y honesto que ser
rico y deshonesto. Los jóvenes que obedecen la ley son
sabios, los que tienen amigos desenfrenados traen vergüenza a sus padres.* Los ingresos que se obtienen por cobrar
altos intereses terminarán en el bolsillo del que trata
bien a los pobres. Dios detesta la oración del que no hace caso de la
ley. El que
lleva a la gente buena por mal camino caerá en su
propia trampa, pero los honrados heredarán cosas buenas.
Dios
no puede escuchar la oración si hay pecado inconfeso en nuestra vida.
Dios no puede escuchar la oración si no hay arrepentimiento verdadero.
Dice Isaias 59:2 Son sus pecados los que los han separado de Dios. A
causa de esos pecados, él se alejó y ya no los
escuchará.
El pecado
obstaculiza los favores de Dios.
Esa barrera está puesta por nosotros,
por eso debemos arrepentirnos y confesar nuestro pecado para restaurar nuestra
comunión con Dios, y así caminar en obediencia y
fidelidad.
Cuando
somos orgullosos también estorbamos la oración.
Salmos 138:6 Aunque el SEÑOR es grande, se ocupa de los
humildes, pero se mantiene distante de los orgullosos.
Así mismo cuando pedimos con egoísmo, lo
que hacemos es pensar sólo en nosotros mismos.
Santiago
4 nos recuerda:
Santiago 4:2-3 Desean lo que no tienen, entonces traman y hasta matan
para conseguirlo. Envidian lo que otros tienen, pero no pueden obtenerlo, por
eso luchan y les hacen la guerra para quitárselo. Sin
embargo, no tienen lo que desean porque no se lo piden a Dios. Y, aun cuando se lo piden, tampoco lo
reciben porque lo piden con malas intenciones: desean solamente lo que les dará placer.
Iglesia, Dios quiere contestarnos, pero
necesitamos hacer cambios en nuestras vidas para que nuestras oraciones lleguen
a sus oídos.
Salmos 63:1-2 Oh Dios, tú eres mi Dios; de todo corazón
te busco. Mi alma tiene sed de ti; todo mi cuerpo te anhela en esta tierra
reseca y agotada donde no hay agua. Te he visto en tu santuario y he contemplado tu poder
y tu gloria.
Si queremos ver el poder y
la gloria de Dios en nuestras vidas, nuestra prioridad debe ser buscarlo cada
día y pedirle que nos llene de su Santo Espíritu.
Necesitamos perseverar en la
oración y la meditación de su Palabra.
Santiago 1 nos recuerda:
Santiago 1:6-8 Pero, cuando se la pidan, asegúrense de
que su fe sea solamente en Dios. Y no duden, porque una persona que duda tiene
la lealtad dividida y es tan inestable como una ola del mar que el viento
arrastra y empuja de un lado a otro. Esas personas no deberían esperar
nada del Señor; su lealtad
está dividida entre Dios y el mundo, y son
inestables en todo lo que hacen.
La duda es uno
de los más grandes estorbos para que el Señor oiga nuestras peticiones y dé
respuesta a nuestras vidas.
Cuando nuestra
fe es inconstante nos compara con las olas del mar que van y vienen, pero nunca
están firmes.
Otro gran estorbo en la
oración está en Hebreos 12.
Hebreos 12:11-15 Ninguna disciplina resulta agradable a la hora de
recibirla. Al contrario, ¡es dolorosa! Pero después,
produce la apacible cosecha de una vida recta para los que han sido entrenados
por ella. Por lo
tanto, renueven las fuerzas de sus manos cansadas y fortalezcan sus rodillas
debilitadas. Tracen un camino recto para sus pies, a fin de que los débiles y
los cojos no caigan, sino que se fortalezcan. Esfuércense por
vivir en paz con todos y procuren llevar una vida santa, porque los que no son
santos no verán al Señor. Cuídense unos a otros, para que
ninguno de ustedes deje de recibir la gracia de Dios. Tengan cuidado de que no
brote ninguna raíz venenosa de amargura, la cual los trastorne a ustedes y
envenene a muchos.
La amargura nos impide
alcanzar la gracia de Dios y contamina a todos los que nos rodean.
Si no hay favor de Dios en
nuestra vida nuestras oraciones no encontrarán eco en su corazón.
Estar mal con otros es una de las barreras para que nuestra
oración no llegue a Dios.
Mateo 5:23-26 »Por lo
tanto, si presentas una ofrenda en el altar del templo y de pronto recuerdas
que alguien tiene algo contra ti, deja la ofrenda allí en el
altar. Anda y reconcíliate con esa persona. Luego ven y presenta tu ofrenda a
Dios. »Cuando vayas camino al juicio con tu adversario, resuelvan rápidamente
las diferencias. De no ser así, el que te acusa podría entregarte al juez,
quien te entregará a un oficial y te meterán en la cárcel. Y, si eso sucede, te aseguro que no te
pondrán en libertad hasta que hayas pagado el
último centavo.*
Si hemos lastimado y ofendido a alguien, Dios no nos escucha.
Si no hay
perdón no hay respuesta a nuestra oración.
El maltrato
conyugal, hacen que el Señor cierre sus oídos al clamor.
Él, ama la familia y quiere
que demos honra a cada uno como corresponde y que nuestras relaciones no sean
ásperas.
Dice 1Pedro 3
y con esto termino.
1Pedro 3:1-7 De la misma manera, ustedes
esposas, tienen que aceptar la autoridad de sus esposos. Entonces, aun cuando
alguno de ellos se niegue a obedecer la Buena Noticia, la vida recta de ustedes
les hablará sin palabras. Ellos serán ganados al observar la vida pura y la conducta
respetuosa de ustedes. No se interesen tanto por la belleza externa: los
peinados extravagantes, las joyas costosas o la ropa elegante. En cambio, vístanse con
la belleza interior, la que no se desvanece, la belleza de un espíritu tierno y
sereno, que es tan precioso a los ojos de Dios. Así es como
lucían hermosas las santas mujeres de la antigüedad. Ellas confiaban en Dios y
aceptaban la autoridad de sus maridos. Por ejemplo, Sara obedecía a su
esposo, Abraham, y lo llamaba «señor». Ustedes son sus hijas cuando hacen lo
correcto sin temor a lo que sus esposos pudieran hacer. De la misma manera, ustedes maridos,
tienen que honrar a sus esposas. Cada uno viva con su esposa y trátela con
entendimiento. Ella podrá ser más débil, pero participa por igual del regalo de
la nueva vida que Dios les ha dado. Trátala como es debido, para que nada
estorbe tus oraciones.
Es
tiempo de evaluar nuestra vida y ver si hay algunos de estos obstáculos
impidiendo que no recibamos lo que pedimos.
Iglesia, usted
tiene la palanca de la obediencia.
Y esta en
usted el activarla, o seguir en la mentira y la duda.
Gracia y Paz.
Pastor y Administrador,
Rogers Infante.
Que Dios te bendiga.
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