SIRVIENDO
TESTIFICANDO Y RENOVANDONOS
PARA CUMPLIR Y
ENSEÑAR.
Oración del Pastor.
"Amado Señor,
una vez más te doy gracias por tu Palabra, permite que sea un deleite para mi
vida, de tal manera que pueda obedecerla, hoy estoy dispuesto como lo he estado
siempre para que cambies mi corazón para santidad y de esa manera ser lleno de tu
inmenso amor para poder enseñar a otros a depender de tu gracia, viendo a
través de mi vida tu carácter y tu ejemplo en cristo Jesús. Amén. "
Busquemos en la palabra de Dios:
Mat 5:18-19 Les digo la verdad, hasta que desaparezcan el
cielo y la tierra, no desaparecerá ni el más mínimo detalle de la ley de
Dios hasta que su propósito se cumpla. Entonces, si no hacen caso al más insignificante mandamiento y les
enseñan a los demás a hacer lo mismo, serán llamados los más insignificantes en
el reino del cielo. Pero el que obedece las leyes de Dios y las enseña será
llamado grande en el reino del cielo.
El orden correcto
de la vida cristiana es primero cumplir los mandamientos y luego enseñarlos.
En otras palabras
primero tengo que apropiarme de la Palabra de Dios, vivenciarla, practicarla y
después enseñarla.
Un verdadero
maestro enseña lo que ya ha vivido.
De lo
contrario sería un hipócrita como los fariseos, que enseñaban sin practicar,
exigiendo una justicia mayor de parte de los demás, contrario a lo que ellos
hacían, pasando por alto las leyes de Dios y poniendo cargas pesadas que ellos
no estaban dispuestos a cargar.
Obedecer la
Palabra de Dios es más importante que explicarla.
Jesús vino a
cumplir la ley, en otras palabras vino a descubrir el verdadero sentido de la
Palabra de Dios.
Buscar en todas las cosas la
voluntad de Dios.
Cuando se conoce la Escritura, descubrimos
cuál es su voluntad y debemos estar dispuestos a obedecerla.
Los diez
mandamientos son la esencia y el fundamento de toda la Ley.
Tiene principios
fundamentales de reverencia para con Dios y de respeto para con nuestros
semejantes y nosotros mismos.
Jesús vino a
mostrarnos en una vida normal lo que quiere decir darle a Dios la reverencia, y
a las personas el respeto, que les son debidos.
No
consistía en sacrificios sino en misericordia.
No
en el legalismo, sino en el amor.
No
en prohibiciones que demandaban lo que no se podía hacer, sino en la
instrucción de amoldar las vidas al mandamiento guiado por el amor a Dios y a
los demás.
Antes que vinera
el evangelio de Jesús estaba la Ley.
La humanidad tenía
que aprender la diferencia entre el bien y el mal.
En otras palabras:
Las personas debían de entender su propia
incapacidad para cumplir las demandas de la Ley y responder a los mandamientos
de Dios.
La motivación para
los cristianos, es el amor.
Cuando nos damos
cuenta de cómo nos ha amado Dios, nuestro único anhelo es responder a ese amor,
amando a los demás. (Juan 3:16)
Jesús llama grande
en el reino de los cielos a cualquiera que cumpla los mandamientos y los
enseñe.
Necesitamos
amor y obediencia, totalmente contrario a la aparente bondad de los fariseos.
Nuestra bondad debe proceder de lo que Dios hace en nosotros.
Entonces podemos preguntarnos: ¿QUÉ
MÁS ME FALTA?
Busquemos en la palabra de Dios:
Marcos 10:17-21 Cuando Jesús estaba por emprender su camino a
Jerusalén, un hombre se le acercó corriendo, se arrodilló y le preguntó:
—Maestro bueno, ¿qué debo hacer para heredar la vida eterna? —¿Por qué me
llamas bueno? —preguntó Jesús —. Sólo Dios es verdaderamente bueno. Pero, para contestar a tu pregunta, tú conoces los
mandamientos: «No asesines; no cometas adulterio; no robes; no des falso
testimonio; no estafes a nadie; honra a tu padre y a tu madre»*. —Maestro
—respondió el hombre—, he obedecido todos esos mandamientos desde que era
joven. Jesús miró al hombre y sintió profundo
amor por él. —Hay una cosa que todavía no has hecho —le dijo —. Anda y vende
todas tus posesiones y entrega el dinero a los pobres, y tendrás tesoro en el
cielo. Después ven y sígueme.
Esta pregunta ¿Qué más me
falta?
Puede estar dando
un vistazo de lo que realmente hay en nuestro corazón.
El “Que más me falta”, Nos puede mostrar si somos
sinceros en nuestra entrega a Dios.
Puede mostrar de
qué lado se inclina la balanza.
Dicho de otra manera: ¿Estamos más entregados a la cosas del mundo, o a Dios?
Seguir a Cristo
cuesta y más cuando nos dice “Abandona esto por mí, y
todo estará bien.”
Como ese joven,
podemos estar poseyendo todo, menos la vida eterna.
Si la queremos,
debemos estar dispuestos a dejar todo lo demás para obtenerla.
Esto
implica una entrega de corazón y vida a Dios en obediencia y fidelidad
absoluta.
Esto
implica renunciar a todas las cosas que nos separan de Él.
En ninguna otra
parte se ve más claro el costo del reino de Dios.
¿Cuánto
estamos dispuestos a dejar para seguir a Cristo?
El amor al dinero,
los deseos de los ojos, los deseos de la carne, la vanagloria de la vida y los
placeres nos pueden alejar del verdadero propósito al que Jesús nos ha llamado.
Sin embargo vemos a
un Jesús lleno de amor, que ama al obediente, y que siempre nos dará la
oportunidad para que le conozcamos y nos consagremos a Él, verdaderamente.
La
mirada de Jesús es la que transforma y traspasa.
En donde somos
blandos para con Dios es donde el Señor nos mira.
La barrera del
joven rico que lo podía mantener fuera del reino, era su amor a las riquezas.
Su dinero
representaba su orgullo, el éxito logrado y la autosuficiencia.
Esa actitud lo
incapacitaba para guardar el primer mandamiento de no permitir que nada fuera
más importante que Dios.
¿Qué
barreras nos están impidiendo entregar nuestra vida a Cristo?
¿Qué
barrera te impide el no someterte a Dios?
¿Qué
barrera es lo que te impide el no darle a Dios lo que le corresponde?
Cuando esta
barrera impide el no someternos a la voluntad de Dios, dejando de lado los
mandamientos y estatutos escritos en la Biblia, entonces sentimos que estamos separarse
de Cristo, y esto debe producir tristeza y vacío en el corazón.
En la narración
vemos que hay una separación penosa entre Jesús y este joven.
Lamentó
no poder ser un seguidor de Cristo en condiciones más fáciles, su amor no
estaba puesto en Jesús sino en sus posesiones, tradiciones y dejarlas le dolía
más.
Escuche bien esto: Una cosa nos
falta.
La única cosa
buena desde el punto de vista de Jesucristo es que estemos unidos con Él y que
nada nos separe de su amor.
Que seamos fieles
y obedientes a sus estatutos, decretos y mandamientos de la ley de Dios.
Dice su palabra:
Mateo 6:33-34
Busquen el reino de Dios* por encima de todo lo demás y lleven una vida justa, y él les dará
todo lo que necesiten. »Así que no se preocupen por el mañana, porque el día de
mañana traerá sus propias preocupaciones. Los problemas del día de hoy son
suficientes por hoy.
Iglesia, nuestro propósito en la
tierra es SERVIR para ser sal y luz.
De esa manera el
cristiano la sustancia y la claridad de llevar el evangelio a otros que
realmente desean cambiar su vida para la gloria de Dios.
Mateo 5:14-16 »Ustedes son la luz del mundo, como
una ciudad en lo alto de una colina que no puede esconderse. Nadie enciende una lámpara y luego la pone debajo de
una canasta. En cambio, la coloca en un lugar alto donde ilumina a todos los
que están en la casa. De la misma
manera, dejen que sus buenas acciones brillen a la vista de todos, para que
todos alaben a su Padre celestial.
¿Que
vemos en estos versículos? Que el evangelio es práctico.
Es decir: Nos anuncia cómo debemos vivir en la tierra.
Nos dice cómo debemos
relacionarnos con nuestro Dios y con los demás.
Dios nos llama a
servir como sal y como luz en este mundo.
La
sal cumple varias funciones:
Purifica, cura,
preserva, da sabor y despierta sed.
Nuestro testimonio
debe producir estos efectos.
Debemos ser una influencia que purifique el medio que nos rodea.
Debemos curar las heridas de los afligidos y enfermos.
Debemos dar sabor a los desalentados y sin propósito.
Debemos despertar la sed espiritual de los que están en pecado, separados
de Dios.
Debemos ante todo, preservar lo puro y santo en medio de la sociedad en
que vivimos.
También
estamos llamados a mostrar nuestra luz al mundo y a la vida de otras personas.
Cuando nos
encontremos con alguien que esté deprimido o desalentado o que ha perdido la
esperanza, tenemos la oportunidad de compartir la luz del amor de Cristo.
Cristo es la luz del mundo y en la
medida que el more y reine en nuestras vidas, podemos esparcir su luz.
Nosotros
debemos reflejar su luz.
Para esto debemos
cultivar una relación vital con Él.
Es decir: viviendo diariamente en comunión y haciendo su
voluntad, en obediencia y fidelidad.
Cuando la luz está
encendida debe colocarse en un lugar alto y visible, como una ciudad asentada
sobre un monte.
Es absurdo
encender una lámpara para iluminar la oscuridad y luego esconderla para que su
luz no se vea.
Así
nosotros debemos vivir delante del mundo, nuestras vidas deben ser visibles a
todos de manera que puedan ver reflejado a Cristo, ver su poder y sus
bendiciones en nosotros.
Nuestra motivación
debe ser glorificar a Dios con nuestra vida transformada.
Para eso debemos TESTIFICAR de la fidelidad
de Dios.
Busquemos en la palabra de Dios:
Salmos
34:11-22 Vengan, hijos
míos, y escúchenme, y les enseñaré a temer al SEÑOR. ¿Quieres vivir una vida
larga y próspera? ¡Entonces refrena tu lengua de hablar el mal y tus labios de
decir mentiras! Apártate del mal
y haz el bien; busca la paz y esfuérzate por mantenerla. Los ojos del SEÑOR están sobre los que hacen lo
bueno; sus oídos están abiertos a sus gritos de auxilio. Pero el SEÑOR aparta su rostro de los que hacen lo
malo; borrará todo recuerdo de ellos de la faz de la tierra. El SEÑOR oye a los suyos cuando claman a él por
ayuda; los rescata de todas sus dificultades. El SEÑOR está cerca de los que tienen
quebrantado el corazón; él rescata a los de espíritu destrozado. La persona íntegra enfrenta muchas dificultades, pero
el SEÑOR llega al rescate en cada ocasión. Pues el SEÑOR protege los huesos de los justos; ¡ni
uno solo es quebrado! Sin duda, la
calamidad alcanzará a los perversos, y los que odian a los
justos serán castigados. Pero el SEÑOR redimirá a
los que le sirven; ninguno que se refugie en él será condenado.
A veces en las
reuniones de la iglesia nos cuesta trabajo levantarnos y testificar de lo que
el Señor ha hecho en nosotros.
Este
salmo es una motivación para exaltar el nombre de Dios y contar todas sus
maravillas.
Lo
que sucede es que muchos creyentes han perdido el enfoque.
A veces nuestros
problemas parecen insuperables y pueden serlo si confiamos solo en nuestras
propias fuerzas y dejamos de mirar al Dios que nos promete sostenernos,
liberarnos de las aflicciones que nos acosan.
Cuando dejemos de enfocarnos en
nuestras debilidades y veamos nuestras circunstancias a través de la Palabra de
Dios, y caminemos en obediencia y fidelidad sin excusas, la magnitud de los problemas
disminuirá, entonces la magnificencia de nuestro Dios será visible.
Debemos como
cristianos decidir adorar a Dios, en obediencia y fidelidad.
Si no lo hacemos, las
muchas preocupaciones y afanes nos quitarán el tiempo para hacerlo.
Contar nuestro
testimonio para glorificar a Dios es un ejercicio de fe.
Cuando lo miramos,
cuando dejamos nuestra necesidad en sus manos y cuando le buscamos de todo
corazón, Él promete librarnos y darnos una respuesta.
Esto es una
exhortación a ser constantes en nuestra fe.
Cuando
la palabra dice
en Malaquías
3:10 …¡Inténtenlo! ¡Pónganme a prueba!
Es una invitación
a creer.
Y cuando nos dice: “Temed a
Jehová”.
Habla de la
reverencia, la obediencia y la fidelidad a Dios.
Recuerde que “Nada le falta
al que le teme”,
Dios es fiel y
provee para las necesidades de los que le buscan y le temen.
Y
cuando le buscamos de esa manera en fidelidad, empezamos a ser RENOVADOS Espiritualmente.
Nehemías 2:18-20 Después les conté cómo la bondadosa mano
de Dios estaba sobre mí, y acerca de mi conversación con el rey. De inmediato
contestaron: —¡Sí, reconstruyamos la muralla! Así que comenzaron la buena obra.
Sin embargo, cuando Sanbalat, Tobías y Gesem el
árabe se enteraron de nuestro plan, se burlaron con desprecio. —¿Qué están
haciendo? —preguntaron—. ¿Se rebelan contra el rey? Yo contesté: —El Dios del cielo nos ayudará a tener
éxito. Nosotros, sus siervos, comenzaremos a reconstruir esta muralla; pero
ustedes no tienen ninguna parte ni derecho legal o reclamo histórico en
Jerusalén.
La renovación
espiritual muy a menudo comienza con una visión que Dios le da a una persona.
En este caso a
Nehemías.
Él tuvo la visión
y la trasmitió a sus hermanos con entusiasmo.
Estaba motivado y
más aún cuando contó con el respaldo del rey Artajerjes, a quién él le servía
como copero.
¿Cuántas
personas hoy en día, que aceptaron a cristo en sus corazones y se bautizaron en
el nombre de Jesús, han perdido el entusiasmo y la motivación de seguirle?
Muchas veces
queremos hacer grandes cambios en nuestra vida, o empezar una renovación total,
motivados o inspirados por otras personas que nos han dado su ejemplo.
Empezamos
entonces con gran entusiasmo, pero a la primera dificultad desistimos de
nuestro propósito.
¿Porque
sucede esto? Por falta de determinación.
Cuando se trata de
la obra de Dios, de edificar espiritualmente, tenemos muchos enemigos a nuestro
alrededor que se oponen y nos quieren quitar el ánimo.
En toda generación
existen los que odian al pueblo de Dios y tratan de obstaculizar el propósito
divino.
Es
allí donde debemos recordar que Dios no nos ha dado un espíritu de cobardía,
sino de poder, amor y dominio propio, que nos capacitará para levantarnos,
enfrentarnos y continuar haciendo lo que Dios nos pide.
Recuerde
usted que estamos respaldados por el Rey de reyes y Señor de señores.
Nuestra audiencia
con Él no es limitada a ciertos momentos, como en el caso de Nehemías.
Con nuestro Rey
siempre tendremos libertad de ir en cualquier momento a su trono de gracia para
alcanzar el oportuno socorro y sus recursos son ilimitados para ayudarnos en la
restauración espiritual.
Si el rey de
Persia animó a Nehemías para que dijera lo que pensaba y esto le dio confianza
para hablar y pedir el permiso y los recursos para reedificar su ciudad.
Mucho más nosotros
debemos confiar en la invitación que Cristo nos ha hecho para que oremos al
Dios del cielo, en su precioso nombre y pidamos cualquier cosa que necesitemos.
Si lo hacemos con obediencia y fidelidad,
acompañada con fe y con un corazón sincero recibiremos la respuesta tan
inmediata como la de Nehemías.
Cristo desafió a
quienes se le oponían y alentó a sus discípulos a perseverar.
Esto debe
animarnos a seguir adelante cualquiera que sea nuestra situación y permitir con
la ayuda del Espíritu Santo que nuestra vida espiritual sea edificada para ser
instrumentos en el establecimiento del reino de Dios en esta tierra.
Recuerde esto, usted
y yo, hemos sido llamados a la más grande obra edificadora.
Cuando alentemos e
inspiremos a otros, estaremos trabajando en equipo para lograr las metas de
Dios.
Gracia y Paz
Pastor y administrador Rogers
Infante
Que Dios derrame Bendiciones en mi
vida, mi familia y a mis hermanos en la fe.
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