DIOS ES
NUESTRA UNICA FUERZA
Apocalipsis
21:27 No se permitirá la entrada a ninguna cosa mala*
ni tampoco a nadie que practique la idolatrías y el engaño. Sólo podrán entrar
los que tengan su nombre escrito en el Libro de la Vida del Cordero.
Lucas 10:19-20 Miren, les he
dado autoridad sobre todos los poderes del enemigo; pueden caminar entre
serpientes y escorpiones y aplastarlos. Nada les hará daño. Pero no se alegren de que los espíritus
malignos los obedezcan; alégrense porque sus nombres están escritos en el
cielo.
¿Alguna vez nos
hemos imaginado ser perdonados de la muerte eterna por estar en la lista del
libro de la vida?
Esta lista no se refiere a
personas importantes, o estudiantes de una universidad, o a los miembros de una
organización, o de alguna iglesia.
Esa lista
contiene los nombres de todos aquellos que entrarán al reino de los cielos por
haber permanecido en obediencia y fidelidad y por haber creído en Jesucristo,
quien como el Cordero quitó el pecado del mundo, y con su sangre preciosa nos
salvó y nos dará vida eterna.
Ese libro, no es un libro
que registra las buenas obras, o una lista de personas que siempre hicieron lo
correcto.
Ese libro es
un libro de Poder y se llama el “Libro del Cordero” porque todo el mérito es
dado a Jesucristo por haber dado su vida por la humanidad sin que ésta lo
mereciera.
Por eso su única razón para
esto fue su amor.
Romanos 5:7-10 Ahora bien,
casi nadie se ofrecería a morir por una persona honrada, aunque
tal vez alguien podría estar dispuesto a dar su vida por una persona
extraordinariamente buena. Pero Dios
mostró el gran amor que nos tiene al enviar a Cristo a morir por nosotros cuando
todavía éramos pecadores. Y, como se nos
declaró justos a los ojos de Dios por la sangre de Cristo, con toda seguridad él
nos salvará de la condenación de Dios. Pues, como nuestra amistad con Dios quedó restablecida por la muerte de su
Hijo cuando todavía éramos sus enemigos, con toda seguridad seremos salvos por
la vida de su Hijo.
Ninguno puede escribir su
propio nombre en el libro del Cordero y no será escrito por nuestro buen
comportamiento, actitudes e intenciones.
Nuestro nombre
solo será escrito por el Señor si permanecemos en obediencia y fidelidad ante
su palabra y cuando creemos y aceptamos lo que Él hizo por nosotros.
Es decir, vivir apartados
para Dios Padre y su Hijo Jesús.
Tenemos que
tener muy presente que Él nos salvó de la perdición eterna por su gracia y su
amor.
No hay que
ganar la vida eterna, sino recibirla por la fe en Cristo Jesús.
El Señor Jesucristo se
ofreció a sí mismo una vez y para siempre a fin de quitar los pecados de muchas
personas y vendrá otra vez, no para ocuparse de nuestros pecados sino a llamar
a lista a todos los que hemos creído y esperado con obediencia y fidelidad su
segunda venida, para llevarnos a su reino y disfrutar eternamente de su
presencia.
Iglesia, qué
hermoso será oír nuestro nombre en la boca del Rey de reyes y Señor de señores
ese día.
Por eso hoy por nuestra
obediencia y fidelidad ante Dios Padre y su hijo Jesús, debemos gozarnos de que
nuestros nombres estén escritos en los cielos.
Por eso desde ya, animémonos a vivir en integridad
y gratitud con Cristo.
Y démosle la gloria, la honra, el poder y todo el
honor a Dios Padre y al Cordero de Dios.
Tengan
muy presente que un día nos vamos a tener que ver Cara a cara con Dios, para
bien o para mal de nuestra vida.
Juan 4:21-24 Jesús le contestó: —Créeme, querida
mujer, que se acerca el tiempo en que no tendrá importancia si se adora al
Padre en este monte o en Jerusalén. Ustedes, los samaritanos, saben muy poco acerca de aquel a quien adoran,
mientras que nosotros, los judíos, conocemos bien a quien adoramos,
porque la salvación viene por medio de los judíos. Pero se acerca el tiempo —de hecho, ya ha llegado —cuando
los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad. El Padre
busca personas que lo adoren de esa manera. Pues Dios es Espíritu, por eso todos los que lo adoran
deben hacerlo en espíritu y en verdad.
Como bien sabemos, el libro
más publicado y leído en toda la historia es la Biblia, y habla de la relación
del Creador con nosotros, desde el Génesis hasta el Apocalipsis.
También muestra
la intimidad que teníamos en un principio.
Nos dice cómo la
perdimos y cómo la volvimos a tener.
En el Edén, Adán y Eva
tenían una relación cara a cara con Dios.
Ellos caminaban juntos,
hablaban y tenían una intimidad profunda.
No se
avergonzaban de estar en su presencia, pero cuando pecaron llegó su vergüenza,
sintieron miedo y se escondieron de Él.
El nivel más puro de
comunión e intimidad había sido arruinado por el pecado.
Después de
esto lo más cerca que podían llegar los seres humanos a Dios era a través de
ritos y ceremonias en lugares que Dios destinó para ese propósito, siguiendo la
ley de Moisés.
Primero en el tabernáculo y
luego en el templo que construyó Salomón.
Pero nadie lo podía ver cara
a cara, ya que la imperfección de la humanidad no podía estar delante de la
santidad de Dios.
Sólo el
sacrificio perfecto de Jesús en la cruz, hizo que el velo del templo se rasgara
en dos.
Esto simbolizo
que ÉL, restauraba nuevamente nuestra intimidad con nuestro Dios Padre.
Ahora podemos adorarlo en
cualquier tiempo y lugar, como nos dice Juan 4.
Sin embargo, aún no lo
podemos ver cara a cara, tal como sí pudieron Adán y Eva antes de la caída.
La promesa, de
que todas las cosas van a ser como al principio, se cumplirá con el regreso de
Cristo y entonces, como dice la escritura, podremos verlo, ya que todo ojo lo
vera.
Lo podremos adorar, podremos
hablarle y caminar nuevamente a su lado.
Como dice
Apocalipsis 21.
Apocalipsis 21:1-5 Entonces vi un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el primer cielo y la
primera tierra habían desaparecido y también el mar. Y vi la ciudad santa, la nueva Jerusalén, que
descendía del cielo desde la presencia de Dios, como una novia hermosamente
vestida para su esposo. Oí una fuerte
voz que salía del trono y decía: «¡Miren, el hogar de Dios ahora está entre su
pueblo! Él vivirá con ellos, y ellos serán su pueblo. Dios mismo estará con
ellos.* Él les secará toda lágrima de los ojos, y no habrá más muerte ni
tristeza ni llanto ni dolor. Todas esas cosas ya no existirán más». Y el que estaba sentado en el trono dijo: «¡Miren, hago
nuevas todas las cosas!». Entonces me dijo: «Escribe esto, porque lo que te
digo es verdadero y digno de confianza».
Como podemos ver y analizar,
esta promesa nos impulsa a permanecer en su presencia, esperando el glorioso
día de su regreso.
Dice su palabra:
Jeremías
17:5-11 Esto dice el SEÑOR: «Malditos son los que ponen su
confianza en simples seres humanos, que se apoyan en la fuerza humana y apartan
el corazón del SEÑOR. Son como los
arbustos raquíticos del desierto, sin esperanza para el
futuro. Vivirán en lugares desolados, en tierra despoblada y salada. »Pero
benditos son los que confían en el SEÑOR y han hecho que el SEÑOR sea su
esperanza y confianza. Son como árboles
plantados junto a la ribera de un río con raíces que se hunden en las aguas. A
esos árboles no les afecta el calor ni temen los largos meses de sequía. Sus
hojas están siempre verdes y nunca dejan de producir fruto. »El corazón humano
es lo más engañoso que hay, y extremadamente perverso. ¿Quién realmente sabe
qué tan malo es? Pero yo, el SEÑOR, investigo
todos los corazones y examino las intenciones secretas. A todos les doy la debida
recompensa, según lo merecen sus acciones». Los que acaparan riquezas en forma injusta son como las perdices que
empollan los huevos que no han puesto. En la mitad de la vida perderán sus
riquezas; al final, se volverán unos pobres viejos tontos. Pero nosotros adoramos frente a tu trono: ¡eterno,
puesto en alto y glorioso!
Cuando ponemos la confianza
en otros seres humanos la Palabra de Dios nos dice que somos como pasto en el
desierto o como un árbol desnudo que ha crecido en un suelo estéril e inútil.
Esto también
es para aquellos que confían en sí mismos y piensan que pueden arreglárselas
solos sin tener en cuenta a Dios para nada en sus vidas.
En tiempos de crisis serán
débiles espiritualmente y no tendrán a quién recurrir para hallar fuerzas.
La falsa confianza no puede
dar lugar a la buena semilla, porque su fundamento es débil, su seguridad
descansa en cosas materiales y en personas inciertas e inestables.
Mientras que
el que deposita su confianza en Dios es comparado con un árbol plantado junto a
las aguas, siempre verde y florecido, cuyo follaje no se marchita y siempre da
fruto, sus raíces están bien arraigadas.
Los que hacen de Dios su
esperanza tienen suficiente en Él para vivir cualquier situación de la vida y
en momentos de sequía no estarán ansiosos, ni cesarán de producir frutos de
santidad y buenas obras.
Porque sus
vidas no dependen de las circunstancias sino de Dios.
Ya para terminar.
Cuando confiamos
en el Señor tendremos abundante fortaleza para no ser abrumados por las pruebas
sino para soportar la aflicción y así ayudar también a otros.
Romanos
8:14 dice:
Romanos 8:14-17 Pues todos los que son guiados por el Espíritu de Dios
son hijos de Dios. Y ustedes no
han recibido un espíritu que los esclavice al miedo. En
cambio, recibieron el Espíritu de Dios cuando él los adoptó como sus propios
hijos.* Ahora lo llamamos «Abba, Padre»*. Pues su Espíritu se une a nuestro espíritu para
confirmar que somos hijos de Dios. Y, como somos sus hijos, también somos sus herederos. De hecho,
somos herederos junto con Cristo de la gloria de Dios. Pero, si vamos a
participar de su gloria, también debemos participar de su sufrimiento.
Iglesia, en momentos de prueba
ÉL, es nuestro ayudador.
ÉL, es la fuente para
renovar nuestras fuerzas, para levantarnos nuevamente.
Por eso lo único
que debemos hacer es venir y entrar en su Presencia.
Que vivamos una
vida llena de obediencia y fidelidad ante ÉL.
Porque si estamos anclados
en Jesús, renacerá nuestra fe.
Y por con siguiente, será
más fácil el trayecto de nuestra vida ya que obtendremos su fuerza para vencer.
Apreciados
hermanos, Si tienes confianza en el Señor no te hundirás en el cansancio, sino
que volverás a levantarte y a continuar tu carrera con nuevas fuerzas.
Gracia y Paz.
Pastor y Administrador, Rogers Infante.
Que Dios les bendiga.
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