UNA SOLA JUSTICIA
Filipenses 1:12-14 Además, mis amados hermanos, quiero que
sepan que todo lo que me ha sucedido en este lugar ha servido para difundir la
Buena Noticia. Pues cada
persona de aquí —incluida toda la guardia del palacio*
—sabe que estoy encadenado por causa de Cristo. Y, dado que estoy preso, la mayoría de los creyentes* de este lugar
ha aumentado su confianza y anuncia con valentía el mensaje de Dios* sin temor.
Desde el comienzo de los
tiempos el ser humano se ha preguntado:
¿Si Dios es justo
y todopoderoso, cómo puede haber tanto mal y sufrimiento en el mundo?
Muchos dicen que por la
culpabilidad del hombre, por su pecado y en parte es cierto, la maldad del ser
humano se ha multiplicado contra sus semejantes.
¿Pero qué pasa
con los que son rectos y tienen sufrimientos?
Recordemos que Job era
inocente, sin embargo sufrió muchísimo y no fue por su pecado.
Nunca dudó de la soberanía
de Dios, y tuvo que aprender a confiar en la bondad y el poder de Dios en medio
de la adversidad.
Para ello
tenemos que ensanchar el entendimiento sobre Dios.
Él es soberano
y digno de obediencia y adoración, independientemente de lo que escoja traer a
la vida de nosotros.
Recordemos que somos humanos
y Dios es Dios, y a veces sus caminos pueden parecernos incomprensibles.
Pero nunca debemos dudar que
cada uno de sus actos resulta en algún bien para nosotros.
El Apóstol
Pablo nos da ejemplo, cuando padeció predicando el evangelio.
Este varón de
Dios, enfrentaba cada situación poniendo los ojos en Jesús y sorteaba
victorioso cada problema porque veía la mano de Dios en todo.
Si estamos pasando por
dificultades es tiempo de cultivar nuestra confianza en Dios, y darle gracias
porque aunque no lo veamos, Él está obrando en nosotros y sabe qué es lo mejor.
Como dice Romanos 8:28.
Romanos 8:28-30 Y sabemos que Dios hace que todas las
cosas cooperen* para el bien de los que lo aman y son llamados según el
propósito que él tiene para ellos. Pues Dios conoció a los suyos de antemano y los eligió para
que llegaran a ser como su Hijo, a fin de que su Hijo fuera el hijo mayor* de
muchos hermanos. Y, después de haberlos
elegido, Dios los llamó para que se acercaran a él. Y, una vez que los llamó,
los puso en la relación correcta con él. Y, luego de ponerlos en la relación
correcta con él, les dio su gloria.
Como
podemos ver, el cooperar con la obra de Jesús, hace que todo lo que hagamos sea
para bien nuestro.
Dios
llamo a los suyos, y lo hizo con un propósito, para que lleguemos hacer como su
hijo Jesús.
El
hacernos parecer a su Jesús, implica en nuestra vida una total obediencia y
fidelidad ante ÉL.
De esa
manera somos bendecidos y el pecado huye de nosotros, para que podamos
establecer una perfecta comunión con nuestro Padre celestial.
¿Pero
que sucede con aquellos que siguen pecando?
Aquellos
que día a día, se burlan de Dios, con sus actos, mentiras, excusas e
irresponsabilidad para no someterse a ÉL.
Bueno en la
palabra de Dios encontramos que Dios
cierra sus oídos por nuestro pecado
Isaías 1:9-17 Si el SEÑOR de los Ejércitos Celestiales no hubiera
perdonado la vida a unos cuantos entre nosotros,* habríamos sido exterminados
como Sodoma y destruidos como Gomorra. Escuchen al SEÑOR, líderes de «Sodoma». Escuchen la ley
de nuestro Dios, pueblo de «Gomorra». «¿Qué les hace pensar que yo deseo sus
sacrificios? —dice el SEÑOR—. Estoy harto de sus ofrendas quemadas de carneros
y de la grasa del ganado engordado. No me agrada la sangre de los toros ni de
los corderos ni de las cabras. Cuando vienen
a adorarme, ¿quién les pidió que desfilaran por mis
atrios con toda esa ceremonia? Dejen de traerme
sus regalos sin sentido. ¡El incienso de sus ofrendas me da asco! En
cuanto a sus celebraciones de luna nueva, del día de descanso y de sus días
especiales de ayuno, todos son pecaminosos y falsos. ¡No quiero más de sus
piadosas reuniones! Odio sus celebraciones
de luna nueva y sus festivales anuales; son una carga para mí. ¡No los
soporto! Cuando
levanten las manos para orar, no miraré; aunque hagan muchas oraciones,
no escucharé, porque tienen las manos cubiertas con la sangre de víctimas
inocentes. ¡Lávense y queden limpios!
Quiten sus pecados de mi vista. Abandonen
sus caminos malvados. Aprendan a
hacer el bien. Busquen la justicia y
ayuden a los oprimidos. Defiendan la causa de los huérfanos y
luchen por los derechos de las viudas.
En este pasaje Dios dice
claramente que nuestra oración no encuentra eco en Él cuando estamos llenos de
pecado.
Dicho de otra manera: Él
cierra sus oídos y aparta su mirada en aquellos que obran mal.
En el Salmo 66:18 dice:
Sal 66:18-20 Si no hubiera confesado el pecado de mi
corazón, mi Señor no me habría escuchado. ¡Pero Dios escuchó! y prestó oídos a
mi oración. Alaben a Dios,
quien no pasó por alto mi oración ni me quitó su amor
inagotable.
El Señor se
vuelve sordo a nuestras oraciones cuando nuestro corazón no está limpio.
Es decir
cuando no obedecemos ni le somos fiel a su palabra.
Dicho de otra manera: Es
como levantar una muralla entre Él y nosotros.
No puede vernos, ni puede
oírnos hasta que no hayamos cambiado nuestra actitud.
Por eso antes
de entrar en la presencia de Dios, debemos siempre confesar nuestros pecados.
Debemos
arrepentirnos verdaderamente para no volver a caer en lo mismo.
Debemos
abandonar y limpiarnos del pecado ya que es algo que nos aleja de la presencia
de Dios.
Cuando quedamos limpios, el
canal de comunicación no será obstruido por ningún estorbo, ni excusa que haya
en nuestro interior.
Dios hace unas demandas que
debemos tener en cuenta para poder tener una íntima y efectiva comunión con Él.
1- ¡Lávense y queden
limpios! Quiten sus
pecados de mi vista.
Debemos limpiarnos,
purificarnos delante de su presencia.
Para eso Dios puso a Líderes
espirituales guiados por su Espíritu Santo, para que estos tengan la facultad y
Autoridad de limpiar a la Iglesia de Cristo del pecado que los agobia y sean
limpios en el nombre de Jesús.
Iglesia, confiese sus
pecados para que sea limpio verdaderamente y no vuelva a pecar.
Confesar con verdadero
arrepentimiento nuestro pecado nos ayuda a apropiarnos de su perdón.
Iglesia, Dios
siempre está esperando que volvamos a Él.
Dios desea que
nos acerquemos a su trono de gracia y misericordia y nos pongamos de acuerdo
con Él.
Para eso debemos serle
obedientes y fieles en todo, principalmente en la obra de su hijo Jesús.
2- “Abandonen
sus caminos malvados”
Esto implica un cambio total
de actitud y responsabilidad.
Dicho de otra
manera, es aprender a hacer lo bueno y la única manera es obedeciendo su
Palabra.
Esto es
arrepentimiento en su pleno significado, absolutamente personal y totalmente
práctico.
En otras
palabras, debemos dar testimonio público de que realmente somos hijos de Dios.
Abandonar el
mal, indica Obedecer a Dios por medio de Jesús y su Iglesia.
3-
“Busquen la justicia y
ayuden a los oprimidos. ”.
Esta parte es muy importante
en la vida de un Hijo de Dios.
Ya que aquí se
evidencia que se está haciendo un llamado a una fe sincera que se manifieste en
el amor a los demás, en su cuidado y ayuda.
En otras
palabras es hacer lo justo y lo correcto delante de Dios.
Dios nos invita a una fe
auténtica que se muestre por medio de nuestras buenas acciones.
Las ofrendas, los diezmos y
la adoración a Dios no significan nada, cuando surgen de un corazón sucio y sin
deseo de obedecer.
Nuestro Dar a Dios, debe ser
con gozo, sin esperar nada a cambio.
Porque Él sabe lo que
necesitamos antes de pedírselo y nos lo dará por nuestra obediencia y fidelidad
ante ÉL y su Hijo Jesús.
Dios quiere
que lo amemos y obedezcamos.
Dios quiere
que confiemos en Él plenamente, sin excusas.
Dios desea que
nos apartemos del pecado completamente.
Si estamos dispuestos a obedecer
y serle fiel a Dios, su Hijo Jesús nos lavará, nos limpiará y nos restaurará.
Esta mi queridos hermanos es
la única esperanza para acercarnos a nuestro Dios y Padre Eterno para ser
bendecidos.
De esa manera no seremos
jamás juzgados.
Juan 8:1-11 Jesús regresó al Monte de los Olivos pero, muy temprano a la mañana siguiente, estaba de vuelta en
el templo. Pronto se juntó una multitud, y él se sentó a enseñarles. Mientras hablaba, los maestros de la ley religiosa y los
fariseos le llevaron a una mujer que había sido sorprendida en el acto de
adulterio; la pusieron en medio de la multitud. «Maestro —le dijeron a Jesús—,
esta mujer fue sorprendida en el acto de adulterio. La ley de Moisés manda apedrearla, ¿tú qué
dices?». Intentaban
tenderle una trampa para que dijera algo que pudieran usar en su contra, pero
Jesús se inclinó y escribió con el dedo en el polvo. Como ellos seguían exigiéndole una respuesta, él
se incorporó nuevamente y les dijo: «¡Muy bien, pero el que nunca haya pecado
que tire la primera piedra!». Luego volvió a inclinarse
y siguió escribiendo en el polvo. Al oír eso, los acusadores se fueron retirando
uno tras otro, comenzando por los de más edad, hasta que quedaron sólo Jesús y
la mujer en medio de la multitud. Entonces Jesús se incorporó de nuevo y le dijo a la
mujer: —¿Dónde están los que te acusaban? ¿Ni uno de ellos te condenó? —Ni uno,
Señor —dijo ella. —Yo tampoco —le dijo Jesús —. Vete y no peques más.
“El que esté libre de pecado
que lance la primera piedra”.
Alzar mi dedo
señalador contra los demás sin examinar primero mi vida, es algo que a Dios no
le agrada.
Los fariseos y escribas
estaban acusando a una mujer de adulterio y la ley judía castigaba este delito
con la pena de muerte.
Pusieron al Señor Jesucristo
a decidir.
Si la
perdonaba dirían que estaba violando la ley y si la condenaba perdería la
reputación de piadoso y amigo de pecadores.
Jesús le dio
la vuelta al juicio de tal manera que hizo recaer la acusación contra los
acusadores.
Es tan fácil juzgar el
comportamiento de otros, pero tan difícil reconocer nuestros propios errores.
Vivir en condenación después
de haber recibido a Cristo es algo absurdo también, pero muy común.
La culpa de
los errores anteriores nos puede agobiar y no nos deja ver las nuevas criaturas
que somos en Cristo.
Pero si el mismo Jesús no
nos condena sino que nos ama incondicionalmente por nuestra obediencia y
fidelidad en todo ante Dios ¿quién es el enemigo o
quienes somos nosotros para acusarnos?
Así mismo debemos ser
nosotros con las personas que nos rodean.
Si nos acusar y nos señalan
de algo que no hicimos, dejemos que sea Dios quien cambie la situación para que
aquellos que nos acusan sin fundamento, queden avergonzados y condenados.
Por eso el amor que cristo nos da, es la
oportunidad que les damos a otros de transformar sus vidas.
Se puede más cuando se ama, que cuando se condena.
Y el que condena es Dios, y su Justicia se
evidencia cuando hacemos el bien y no obramos mal.
Pero cuando constantemente
recordamos las faltas de otros, se nos olvida que la sangre de Cristo fue
suficiente para perdonarlos y liberarlos.
Es decir: Estamos fallando
al amor y a la compasión con los demás.
Vivamos como
Dios quiere.
El desea que
seamos libres de pecado, acusación y preocupación, ayudando a los demás sin
juzgarlos.
Pero muchos son los que sin
tener un conocimiento de un caso, juzgan y se hacen cómplices del lazo de
satanás.
Hoy en día son muchos los
que se hacen llamar “cristianos” y están más pendiente de juzgar que aprender
la palabra de Dios.
Y su estado postrero siempre
será peor que el primero en esas personas.
Por eso usted
los ve en todo tiempo discutiendo, peleando, maldiciendo, criticando.
Y todo esto es
por causa de que Jesús no está en ellos, sino que su padre el diablo es quien
los guía a paso de destrucción propia y ruina espiritual tanto en sus casas
como en su familia. Juan 8:44.
Iglesia ya para finalizar, no
permitamos que nuestro juicio hacia otros sea más grande que la bendición hacia
ellos.
Aprendamos de
Cristo, cambiemos nuestras actitudes y palabras hacia nuestro prójimo y hacia
nosotros mismos.
No permitamos que la
condenación nos robe el gozo y nos quite lo que ya por derecho propia Dios nos
ha dado y Rectificado en su Hijo Jesús.
Gracia y Paz.
Pastor y
Administrador, Rogers Infante
Que Dios te
bendiga.
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