EL ÚNICO MEDIADOR.
Ezequiel 22:30 »”Busqué a alguien que pudiera reconstruir la muralla de justicia que resguarda al país. Busqué a alguien que se pusiera en la brecha de la muralla para que yo no tuviera que destruirlos, pero no encontré a nadie.
Isaías 59:16 Estaba asombrado al ver que nadie intervenía para ayudar a los
oprimidos. Así que se interpuso él mismo para salvarlos con su brazo fuerte,
sostenido por su propia justicia.
Isaías 63:5 Estaba asombrado al ver que
nadie intervenía para ayudar a los oprimidos. Así que yo mismo me interpuse
para salvarlos con mi brazo fuerte, y mi ira me sostuvo.
Según
la Palabra no hubo ninguno que fuera lo suficientemente digno para interceder
delante de Dios a favor del pueblo de Israel.
El
vallado del que se habla aquí es espiritual, de gente fiel que une sus
esfuerzos en oración para resistir el mal.
Pero Dios no encontró a nadie que pudiera guiar a su pueblo de
vuelta a Él.
No fueron suficientes los rituales religiosos de esa época porque
los mensajes que daban los sacerdotes de entonces se basaban en sus opiniones y
no en la voluntad de Dios.
Lo
que el pueblo necesitaba de verdad era una reconstrucción espiritual donde no
caben las apariencias, sino el vivir realmente en los caminos de Dios
obedeciendo sus mandatos, y caminando en obediencia y fidelidad.
Cuando vivimos una vida religiosa de apariencia, sólo tratamos
de cubrir los pecados con una falsa piedad que al Señor no le agrada.
Igual que en los tiempos de Ezequiel Dios está buscando hombres y
mujeres que intercedan a favor de este mundo, ya que no quisiéramos oír de Él:
“no los hallé”.
El pararse sobre la brecha es una metáfora que alude a la acción
de interceder.
Hoy en día existe una brecha entre Dios y el hombre que un intercesor
intenta reparar.
Si miramos los pasajes de Isaías vemos que Dios, al no encontrar un
mediador humano calificado para representar al caído Israel, provee una salvación.
En tiempos de Ezequiel el mismo Dios dice que todo lo que
estaban sucediendo podía haberse evitado si tan sólo hubiera uno que
intercediera a favor de la tierra.
Si entendiéramos el poder de la intercesión, haríamos que muchas
cosas a nuestro alrededor cambiaran y quizás evitaríamos muchas circunstancias
difíciles.
Dios siempre
buscó mediadores ángeles, patriarcas, profetas, reyes y sacerdotes para obrar a
nuestro favor, pero se cansó de la dureza del corazón de los hombres y tuvo que
tomar la decisión más difícil y trascendental de la historia para poder
salvarnos.
Esa
decisión fue enviar a su propio Hijo como el único calificado, apto y
totalmente bueno para ser el Mediador de un nuevo pacto.
Jesús cumplió a cabalidad su misión en la cruz, se paró en la
brecha que nos separaba del Padre quitando todo abismo que se interponía y darnos
acceso directo a su presencia.
Fue el único mediador, y sigue siendo nuestro mediador, que satisface
la demanda divina.
Por
eso, sentado a la diestra del Padre sigue intercediendo en favor de nosotros.
En
otras palabras, en toda la tierra no existe otro mediador, sino Jesús, el Hijo
de Dios.
1Timoteo 2:5;
Hebreos 9:15; Juan 14:6; Hebreos 4:14-16 etc.
1Timoteo
2:5 Pues hay sólo un Dios y sólo un Mediador
que puede reconciliar a la humanidad con Dios, y es el hombre Cristo Jesús.
Hebreos
9:15 Por eso él es el mediador de un nuevo
pacto entre Dios y la gente, para que todos los que son llamados puedan recibir
la herencia eterna que Dios les ha prometido. Pues Cristo murió para librarlos
del castigo por los pecados que habían cometido bajo ese primer pacto.
Hebreos
4:14-16 Por lo tanto, ya que tenemos un gran
Sumo Sacerdote que entró en el cielo, Jesús el Hijo de Dios, aferrémonos
a lo que creemos. Nuestro
Sumo Sacerdote comprende nuestras debilidades, porque enfrentó todas y cada una de las pruebas que enfrentamos nosotros, sin embargo
él nunca pecó. Así que acerquémonos con toda confianza al trono de la gracia de nuestro
Dios. Allí recibiremos su misericordia y encontraremos la gracia que nos
ayudará cuando más la necesitemos.
Igualmente
nos ha dado el ministerio de la intercesión para que estemos delante de Él, a
favor de otras personas que necesitan que oremos por sus necesidades y para que
este mundo en decadencia sea iluminado por la luz de Cristo.
Ahora recordemos que cuando una persona requiere que le apoyemos
en oración, esta persona debe obligatoriamente caminar en obediencia y
fidelidad en la palabra de Dios, para que así se cumpla su petición de acuerdo
a la voluntad de Dios.
Por
esa causa todo cristiano verdadero, debe estar listo en todo tiempo y fuera de
tiempo, cuando el Señor nos busque para interceder y así nos halle dispuestos.
Hechos 6:1-4 Pero, al multiplicarse los creyentes* rápidamente, hubo muestras de descontento. Los creyentes que hablaban
griego se quejaban de los que hablaban hebreo diciendo que sus viudas eran
discriminadas en la distribución diaria de los alimentos. De manera que los Doce convocaron a
todos los creyentes a una reunion. Dijeron: «Nosotros, los apóstoles,
deberíamos ocupar nuestro tiempo en enseñar la palabra de Dios, y no en dirigir
la distribución de alimento. Por lo
tanto, hermanos, escojan a siete hombres que sean muy respetados, que estén llenos del Espíritu y de sabiduría. A ellos les daremos esa
responsabilidad. Entonces
nosotros, los apóstoles, podremos dedicar nuestro tiempo
a la oración y a enseñar la palabra».
Ser
intercesor tiene una doble responsabilidad, no sólo es hacer vallado lo que
sugiere restaurar la brecha que el enemigo ha puesto sobre muchas personas para
separarlas de Dios, sino colocarnos de tal manera en la brecha para detener su
avance, esto implica una oración de guerra espiritual.
El pecado ha abierto una horrenda brecha en la muralla
protectora de Dios sobre la humanidad, lo que hace que el enemigo entre por ahí
a dañar y destruir las vidas.
Igual
como en los viñedos del pueblo de Judá, que cuando se abría una brecha alguien
se paraba allí hasta repararla totalmente y evitar así que entraran intrusos a
dañar la viña.
Hoy más que nunca Dios busca intercesores que se paren en la
brecha y sirvan de vínculo entre la necesidad humana y la misericordia divina.
El vallado protector sobre nuestras familias, nuestra nación e
inclusive sobre nuestra iglesia se ha ido deteriorando por el pecado y la falta
de búsqueda de Dios.
El temor se apodera de muchos que en vez de recurrir a la
oración buscan solución en falsos dioses, aumentando más la brecha de
separación con Dios.
Por eso Dios busca y levanta intercesores que puedan vigilar y
ayudar mediante la oración.
Necesitamos
orar unos por otros constantemente, en todo tiempo y como dice Santiago 5:16
Santiago
5:16 Confiésense los pecados unos a otros y
oren los unos por los otros, para que sean sanados. La oración ferviente de una
persona justa tiene mucho poder y da resultados maravillosos.
Dios
está llamando creyentes que cumplan los requisitos en favor de la humanidad
como los apóstoles y diáconos del primer siglo.
Aquí
entra la pregunta: ¿Cuánto estoy orando por los demás
en estos momentos de oscuridad, dolor y muerte en el mundo?
El
Señor nos ha llamado a interceder y sólo necesita corazones dispuestos llenos
de misericordia y compasión por sus semejantes que acudan a Él en favor del
prójimo.
Malaquías 4:1-3 * El SEÑOR de los Ejércitos Celestiales dice:
«El día del juicio se acerca, ardiente como un horno. En aquel día el arrogante
y el perverso serán quemados como paja. Serán consumidos, desde las raíces
hasta las ramas. »Sin embargo, para ustedes que temen mi nombre, se levantará
el Sol de Justicia con sanidad en sus alas.* Saldrán libres, saltando de
alegría como becerros sueltos en medio de los pastos. El día en que yo actúe, ustedes
pisotearán a los perversos como si fueran polvo debajo de sus pies, dice el
SEÑOR de los Ejércitos Celestiales.
Dios
siempre ha buscado personas para ser usadas por Él y que cumplan sus
propósitos.
Por eso en su Palabra vemos muchos ejemplos de hombres que, de
alguna manera con su oración y acciones, trataron de detener el castigo de Dios
sobre la humanidad por causa del pecado y la idolatría.
Vemos
a Abraham intercediendo por Sodoma y Gomorra cuando el Señor le declaró que la
iba a ser destruida por su inmoralidad y corrupción.
Abraham se convierte en uno de los intercesores más extraordinarios,
apelando a la misericordia de Dios sobre los pocos justos que quizás habría en
ese pueblo.
Con
su oración permitió que Lot su sobrino y su familia, se salvaran de la
destrucción.
Nehemías
oró por su pueblo de una manera tan fervorosa que Dios alineó todo
de modo tan perfecto, que logró no sólo la reconstrucción de Jerusalén sino la
reforma espiritual de la nación entera.
Ahora Dios nos ha colocado a ti y a mí para ser
intercesores en favor del mundo de hoy y comprendamos que la oración del justo
puede mucho, si camina en obediencia y fidelidad ante Dios.
Las
diferencias entre Abraham y Nehemías
eran grandes, pues para Sodoma y Gomorra no había ninguna promesa a la
cual aferrarse para interceder y Abraham sólo apeló al amor y la misericordia
de Dios, mientras que para el pueblo de Israel había muchas promesas a las que
Nehemías acude para orar por arrepentimiento, misericordia y perdón.
Iglesia, la
Palabra de Dios está llena de promesas, que podemos tomar en el momento de
interceder por la necesidad de otros y aun por la necesidad espiritual del
mundo.
Por
eso, estas promesas nos deben hacer recordar por qué Dios está buscando gente
dispuesta a orar y levantar vallado por la salvación del mundo.
Hoy
somos los elegidos para dar respuesta a esta generación que está en tanta
desolación, tanto dolor, tanta enfermedad, muerte y destrucción.
Dios por nuestra obediencia y fidelidad ante ÉL, nos usará tan
extraordinariamente como Abraham y Nehemías, para traer palabra a la vida de
las personas, como mantener la fe y para ser testimonio durante este duro
tiempo que nos tocó vivir.
Ya para terminar, pidamos al Espíritu Santo nos guíe a la verdad
para ser esos instrumentos de Dios en este tiempo y dejemos de pensar solamente
en los beneficios terrenales, en la sanidad física y la prosperidad económica y
llevar a la gente a buscar lo más importante, la paz espiritual y la salvación
de sus almas.
Nosotros los que tememos su nombre tenemos la esperanza
en Jesucristo nuestro “Sol de Justicia”, la luz para el mundo y el Salvador que
ha venido para rescatar y sanar a todos los seres humanos. Amen.
Gracia y Paz.
Pastor y
Administrador, Rogers Infante.
Que Dios te
bendiga.