NUNCA ESTAREMOS SOLOS
Amado Jesús
gracias porque cumpliste tu promesa, no la rompiste, ni la olvidaste.
Ascendiste al cielo y no me dejaste solo, enviaste a ese gran Ayudador, al gran
Consolador, para llenar mi vida de tu poder, para vivir en victoria,
dependiendo de tu presencia.
Señor, gracias por
tu Palabra, permite que sea un deleite para mi vida, de tal manera que pueda
obedecerla, cambia mi corazón para santidad y lléname de tu inmenso amor para
poder enseñar a otros a depender de tu gracia, viendo a través de mi vida tu carácter
y tu ejemplo. Amén.
Hechos 2:14-18 «¡Escuchen con
atención, todos ustedes, compatriotas judíos y residentes de Jerusalén! No se
equivoquen. Estas personas no están borrachas, como algunos de ustedes suponen.
Las nueve de la mañana es demasiado temprano para emborracharse. No, lo que
ustedes ven es lo que el profeta Joel predijo hace mucho tiempo: “En los
últimos días —dice Dios—, derramaré mi Espíritu sobre toda la gente. Sus hijos
e hijas profetizarán. Sus jóvenes tendrán visiones, y sus ancianos tendrán
sueños. En esos días derramaré mi Espíritu aun sobre mis siervos —hombres y
mujeres por igual —y profetizarán.
Al llegar a esta sección es importante recordar que nos encontramos en
la profecía de Joel, que comenzó en el Antiguo Testamento con el relato de una
aterradora plaga de langostas, que él comparó con eventos que ocurrirían en un
futuro distante, el cual él llamó el "día del Señor".
Esta profecía fue predicha en el Antiguo Testamento. Joel 2:25-28
Hemos visto que "el día del Señor" comenzará con el período
de la tribulación, cuando Jesús en su segunda venida vuelva para establecer Su
reino sobre la tierra.
Las palabras de
Joel nos hablan del Poder de Dios, su Espíritu Santo.
Por eso cuando predicamos o enseñamos
la Palabra de Dios abrimos la puerta para que el Espíritu Santo haga su tarea
en nosotros.
Dice que Él nos guiará a toda la verdad.
Además el Poder de
lo Alto, fue el que inspiró a los hombres que escribieron la Biblia.
El Apóstol Pedro
lo afirma en 2Pedro
1:21
2Pedro 1:20-21 Sobre todo, tienen que entender que
ninguna profecía de la Escritura jamás surgió de la comprensión personal de los
profetas* ni por iniciativa humana. Al contrario, fue el Espíritu Santo quien
impulsó a los profetas y ellos hablaron de parte de Dios.
Los tiempos
mesiánicos anunciados por Joel, llegaron cuando el Poder de Dios fue enviado a
la iglesia y esta fue la consumación del ministerio de Cristo.
A través de su
hijo Jesús, es como Dios nos da su Espíritu.
Pero tengamos muy
en cuenta que para ello era necesario que Jesucristo entrara en la gloria del
Padre, con la ascensión.
Cuando Jesús se
sienta con honores a la derecha de su Padre y Dios Todopoderoso, cumple su promesa de no dejarnos solos, sino que
envía al Consolador.
Juan 16:7-9 Pero, en
realidad, es mejor para ustedes que me vaya porque, si no me fuera, el Abogado
Defensor* no vendría. En cambio, si me voy, entonces se lo enviaré a ustedes.
Y, cuando él venga, convencerá al mundo de pecado y de la justicia de Dios y
del juicio que viene. El pecado del mundo consiste en que el mundo se niega a
creer en mí.
Los cielos se
abrieron en el bautismo de Jesús y ahora se manifiesta para que por medio de
Jesús, el Poder de lo Alto descienda sobre los creyentes y venga a morar en
ellos, judíos y gentiles de todos los tiempos, que han depositado su fe en
Jesús el Hijo de Dios.
Ahora más que
nunca en estos tiempos finales, la señal más evidente es el derramamiento del
Espíritu Santo en la iglesia de Cristo, capacitándola, santificándola, para su
Segunda Venida.
Sólo Él puede
ayudarnos a vivir una vida cristiana victoriosa, permitiendo que a través de su
Presencia, tengamos la plenitud y el señorío de Cristo en nosotros y así poder
ver cumplida su promesa cuando dijo: “no los dejaré huérfanos; vendré a vosotros”.
Estas
son las buenas nuevas.
Es
decir que ya no esperamos al Espíritu Santo; sino que tenemos que salir y permitir
que Jesús nos transforme.
Pero para eso
debemos apartarnos de toda inmundicia y tradiciones de este mundo idolatra.
Recordemos que ya no
vivimos en la era de la promesa; vivimos en los días del cumplimiento.
Lo más glorioso es
saber que el PODER
DE LO ALTO, está presente hoy en día por medio de Jesús, quien
habita en los que hacen la voluntad de su Padre.
Él solo
puede actuar con todo su poder, en cada verdadero creyente.
Dios Padre y
Todopoderoso, es el único que puede cambiar y transformar realmente nuestra
vida a través de Jesús, solo así Él podrá usarnos para cumplir, enseñar y llevar
su Palabra a todo lugar.
Mateo 5:18-20 Les digo la
verdad, hasta que desaparezcan el cielo y la tierra, no desaparecerá ni el más
mínimo detalle de la ley de Dios hasta que su propósito se cumpla. Entonces, si
no hacen caso al más insignificante mandamiento y les enseñan a los demás a
hacer lo mismo, serán llamados los más insignificantes en el reino del cielo.
Pero el que obedece las leyes de Dios y las enseña será llamado grande en el
reino del cielo. »Les advierto: a menos que su justicia supere a la de los
maestros de la ley religiosa y a la de los fariseos, nunca entrarán en el reino
del cielo.
Como Dios, es un
Dios de Orden, El orden correcto de la vida cristiana es primero cumplir los mandamientos
y luego enseñarlos.
En otras palabras primero tengo que apropiarme de la
Palabra de Dios, vivenciarla, practicarla y después enseñarla.
Un verdadero maestro enseña lo que ya
ha vivido.
De lo contrario
sería un hipócrita como los fariseos, que enseñaban sin practicar, exigiendo
una justicia mayor de parte de los demás, contrario a lo que ellos hacían.
Es decir: pasando por alto
las leyes de Dios y poniéndoles a otras personas cargas pesadas que ni ellos
estaban dispuestos a cargar.
Obedecer
fielmente la Palabra de Dios, es más importante que explicarla.
Cuando Jesús vino
a la tierra, el llego con el propósito de cumplir la ley.
Mateo 5:17 »No malinterpreten
la razón por la cual he venido. No vine para abolir la ley de Moisés o los
escritos de los profetas. Al contrario, vine para cumplir sus propósitos.
En otras palabras,
Jesús vino a descubrir el verdadero sentido de la Palabra de Dios.
Todo verdadero cristiano, busca en todas las cosas la voluntad de Dios.
Y vive para someterse
y obedecer creyendo que todo se logra a través de cristo.
Cuando usted
escudriña y retiene la palabra de Dios dentro de usted, descubre cuál es la
voluntad de Dios, y cuando lo hacemos debemos estar dispuestos a obedecerla.
Los
diez mandamientos son la esencia y el fundamento de toda la Ley.
Tienen principios
fundamentales de reverencia para con Dios y de respeto para con nuestros
semejantes y nosotros mismos.
Jesús, el Hijo de Dios, vino a
mostrarnos la voluntad de su Padre Celestial.
Cuando conocemos
esa santa voluntad, debemos dirigirnos al Padre con todo respeto.
Ese
respeto, No consistía en sacrificios sino en misericordia.
No
en el legalismo, sino en el amor.
No
en prohibiciones que demandaban lo que no se podía hacer, sino en la
instrucción de amoldar las vidas al mandamiento guiado por el amor a Dios y a
los demás.
Recuerde que antes que vinera el
evangelio de Jesús, ya estaba la Ley.
La humanidad tenía
que aprender la diferencia entre el bien y el mal.
Las personas
debían de entender su propia incapacidad para cumplir las demandas de la Ley y
responder a los mandamientos y estatutos de Dios.
Mire hay personas
que buscan por cualquier medio, llámese videos, conceptos y mentiras, sobre la
palabra de Dios, con el propósito de alimentar su YO, y no someterse a la palabra de Dios.
Es decir: Hacen buscan siempre
lo negativo y falso con el propósito de no cumplir con las normas, mandamientos
y principios de la palabra de Dios.
El motivo, es porque les encanta su
vieja naturaleza pecaminosa.
Por eso la
motivación para los cristianos, es el amor, el creer y obedecer la palabra de
Dios.
Cuando nos damos
cuenta de cómo nos ha amado Dios, nuestro único anhelo es responder a ese amor,
amando a los demás, principalmente a Jesús y su Iglesia.
Jesús
llama grande en el reino de los cielos a cualquiera que cumpla los mandamientos
y los enseñe.
Para eso necesitamos fidelidad, amor
y obediencia, lo cual es totalmente contrario a la aparente bondad de los
fariseos e hipócritas.
Por eso nuestra
bondad debe proceder de lo que Dios hace en nosotros.
Solo cuando
obedecemos y le somos fiel a Jesús y su Iglesia en todo, podemos servir y
enseñar a otros para que sean sal y luz para el mundo.
Mateo 5:13-16 »Ustedes son la sal de la tierra. ¿Pero
para qué sirve la sal si ha perdido su sabor? ¿Pueden lograr que vuelva a ser salada? La descartarán y la
pisotearán como algo que no tiene ningún valor. »Ustedes son la luz del mundo,
como una ciudad en lo alto de una colina que no puede esconderse. Nadie
enciende una lámpara y luego la pone debajo de una canasta. En cambio, la
coloca en un lugar alto donde ilumina a todos los que están en la casa. De la
misma manera, dejen que sus buenas acciones brillen a la vista de todos, para
que todos alaben a su Padre celestial.
Este hermoso evangelio
nos muestra algo muy práctico.
Nos dice
cómo debemos vivir en la tierra.
Nos
dice cómo debemos relacionarnos con nuestro Dios y con los demás.
Por eso Dios nos
llama a servir como sal y como luz en este mundo.
Todos sabemos que la Sal cumple
varias funciones.
Una de ellas es: Purificar, Curar,
Preservar, da sabor y al mismo tiempo despierta sed.
Por eso nuestro
testimonio debe producir estos efectos.
Hay personas que desean ser Sal y Luz, pero su
caminar es Desabrido y Simple.
Pero los cristianos verdaderos debemos
ser una influencia que purifique el medio que nos rodea.
Enseñando a otros
ser Fiel y Obediente ante un Dios Supremo.
Como verdaderos cristianos debemos
curar las heridas de los afligidos y enfermos, llevándoles la palabra de Dios a
sus vidas para fortalecimiento del espíritu.
Como verdaderos cristianos, debemos dar alentar a los desalentados.
Debemos animarlos para que exista un propósito en ellos que despierte la
sed espiritual y así sacarlos del pecado, el cual los mantienen separados de
Dios.
Como verdaderos cristianos, debemos preservar
lo puro y santo en medio de la sociedad en que vivimos, alejándonos de una vez
y para siempre de toda tradición mundana.
Recordemos que la sal
que se usaba en el primer siglo, era sacada del mar Muerto y tenía una mezcla
de varios minerales.
Esta Sal se podía
diluir en el agua y perderse.
También
la iglesia o cada creyente pueden perder su salinidad cuando no vive una vida
santa.
Es decir: Cuando vive de apariencias y pierde de vista su propósito
que es glorificar al Señor Jesucristo con todo su ser.
Así como la Sal, también
estamos llamados a mostrar nuestra luz al mundo y a la vida de otras personas.
Cuando nos encontremos
con alguien que esté deprimido, debemos ver esa oportunidad para compartir la
luz del amor de Cristo.
Cristo es la luz del mundo y en la
medida que el more y reine en nuestras vidas, podemos esparcir su luz.
Nosotros
debemos reflejar su luz.
Pero para poder
hacer tal cosa, primero debemos cultivar una relación vital con Él.
En otras palabras en obediencia,
fidelidad y viviendo diariamente en comunión.
Respetando
así todas nuestras obligaciones para con Dios, Jesús y su Iglesia.
Cuando la luz está
encendida debe colocarse en un lugar alto y visible, como una ciudad asentada
sobre un monte.
Es absurdo
encender una lámpara para iluminar la oscuridad y luego esconderla para que su
luz no se vea.
Así nosotros debemos vivir delante del
mundo.
Nuestras vidas deben ser visibles a
todos de manera que puedan ver reflejado a Cristo en nosotros.
Que puedan ver su poder y sus
bendiciones en nosotros.
Nuestra motivación
debe ser glorificar a Dios con todo lo que tenemos y principalmente con nuestra
vida transformada.
Solo así podemos
obrar en otros, con todo poder, todo amor, toda bondad y toda misericordia.
Amen.
Gracia y Paz
Pastor y administrador Rogers Infante
Que Dios derrame Bendiciones en mi
vida, mi familia y a mis hermanos en la fe.
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