EL
PODER LA ALABANZA Y ORACION
Oración inicial
"Señor enséñame y coloca en mi corazón
tus justos decretos, tu palabra para poder alabarte con verdad y rectitud de
corazón. Quiero alabarte en todo tiempo y dar testimonio de tus maravillas,
esta es mi decisión efectiva y práctica, alabarte por tus grandes obras y
beneficios para conmigo y mi familia. Padre Eterno hoy te pido por mis
hermanos, para que no decaiga su ánimo, para que en medio de sus tribulaciones
tengan paz, para que tú los guíes y los saques a la orilla de sus dificultades,
amén."
Busquemos
en la palabra de Dios:
Salmo 119:1-8 Felices son los íntegros, los
que siguen las enseñanzas del SEÑOR. Felices son los que obedecen sus leyes y
lo buscan con todo el corazón. No negocian con el mal y andan sólo en los
caminos del SEÑOR. Nos has ordenado que cumplamos cuidadosamente tus
mandamientos. ¡Oh, cuánto deseo que mis acciones sean un vivo reflejo de tus
decretos! Entonces no tendré vergüenza cuando compare mi vida con tus mandatos.
A medida que aprendo tus justas ordenanzas, te daré las gracias viviendo como
debo hacerlo. Obedeceré tus decretos; ¡por favor, no te des por vencido
conmigo!
Cuando alabamos a Dios, debemos hacerlo con
un corazón agradecido, pero que ha sido formado en la palabra.
En pocas palabras la alabanza es un acto
consciente producto del conocimiento de Dios, a través de su palabra.
Entre más conocemos la palabra de Dios, y la
ponemos por obra, más y mejor alabamos a Dios.
Dios demanda de nosotros una alabanza con
rectitud de corazón, esta rectitud viene de ser conocedor y hacedor de sus
juicios escritos en la palabra.
Podríamos preguntarnos:
¿Podrá un corazón que no conoce la
Palabra de Dios alabarlo correctamente, como él lo demanda?
Por esto, busquemos con ansias, aprender su
palabra y entonces cada día lo alabaremos con más entrega, de forma correcta y
con integridad de corazón, tendremos entonces gran recompensa y encontraremos
sentido a nuestras vidas.
Recordemos que nuestro propósito principal en
la vida es alabarlo.
La alabanza es un acto consciente, racional y
espiritual, fruto de labios que confiesan su nombre.
Por lo tanto si el Señor nos enseña su
palabra y la obedecemos, lo alabaremos de todo corazón.
Isaías 12:1-6 En aquel día, tú cantarás:
«¡Te alabaré, oh SEÑOR! Estabas enojado conmigo, pero ya no. Ahora me
consuelas. Miren, Dios ha venido a salvarme. Confiaré en él y no tendré temor.
El SEÑOR Dios es mi fuerza y mi canción; él me ha dado la victoria». ¡Con
alegría ustedes beberán abundantemente de la fuente de la salvación! En ese día
maravilloso cantarán: «¡Den gracias al SEÑOR! ¡Alaben su nombre! Cuenten a las
naciones lo que él ha hecho; háganles saber lo poderoso que él es. Canten al
SEÑOR, porque ha hecho cosas maravillosas. Den a conocer su alabanza en el
mundo entero. ¡Que todos los habitantes de Jerusalén* griten sus alabanzas con
alegría! Pues grande es el Santo de Israel, que vive en medio de ustedes».
Como podemos ver en estos versículos, es que alabamos
a Dios por lo que Él es.
Por esto una parte de la oración es alabarlo,
no importa cómo nos sentimos, pues Él es digno de alabanza.
En tiempo de crisis nos da sustento.
En tiempo de abundancia nos da gozo.
En todo tiempo nos protege y nos guía.
Así que en medio de cualquier circunstancia
que estemos pasando, podemos alabarlo y ofrecerle el fruto de nuestros labios
que confiesan su nombre.
Por esto la alabanza más hermosa que le
ofrecemos a Dios es la persistencia y constancia en nuestra oración.
Hasta la última gota de súplica en medio de
nuestra necesidad la derramamos sobre el Señor para que Él obre y haga su
voluntad en nuestras vidas.
No podemos desfallecer, y ésta es la esencia
de la alabanza, una guerra contra todo lo que quiere quitarle la gloria a Dios
y contra todo lo que se opone a su verdad.
Por lo tanto una oración debe ir acompañada
de alabanza a su nombre, de declarar su palabra, entre más alineada esté con su
palabra y guiada por su Espíritu, ésta alabanza llegará al corazón de Dios.
Busquemos
en la palabra de Dios:
Nehemías 1:3-7 Me dijeron:
«Las cosas no andan bien. Los que regresaron a la provincia de Judá tienen
grandes dificultades y viven en desgracia. La muralla de Jerusalén fue
derribada, y las puertas fueron consumidas por el fuego». Cuando oí esto, me
senté a llorar. De hecho, durante varios días estuve de duelo, ayuné y oré al
Dios del cielo, y dije: «Oh SEÑOR, Dios del cielo, Dios grande y temible que
cumples tu pacto de amor inagotable con los que te aman y obedecen tus
mandatos, ¡escucha mi oración! Mírame y verás que oro día y noche por tu pueblo
Israel. Confieso que hemos pecado contra ti. ¡Es cierto, incluso mi propia
familia y yo hemos pecado! Hemos pecado terriblemente al no haber obedecido los
mandatos, los decretos y las ordenanzas que nos diste por medio de tu siervo
Moisés.
Iglesia, una buena oración, o una oración
correcta está acompañada de una acción correcta.
Con la oración Dios nos capacita, nos dota de
poder para hacer conforme Él nos ha enseñado.
Muchos conocemos que hacer,
pero no lo hacemos porque no tenemos la capacidad, la fuerza o los medios para
hacerlo.
Cuando Nehemías ora, primero pidiendo perdón
por él y su pueblo, Dios, resuelve y entreteje circunstancias a favor de la
petición realizada por Nehemías.
Observe que en el momento de presentarse la
oportunidad, la mira claramente y aprovecha la ocasión que Dios le permite y la
gracia que le da a su favor frente al rey.
Es triste decirlo pero son
muchos los creyentes que de las muchas oportunidades que Dios nos da, estas se
escapan porque no las miramos, ya que están adormecidos por falta de oración y
pendientes de las ataduras del mundo.
La oración no cambia la voluntad de Dios a
nuestro capricho, sino de acuerdo a su voluntad y nos permite ver la bondad de
Dios, que es diaria y se manifiesta a los justos.
Somos justos si practicamos la justicia y la
oración diaria pidiendo a Dios que seamos justificados por la sangre de Jesús.
Por lo tanto no dejes para mañana
la oración que debes hacer y poner en acción hoy.
Nehemías 2:1-5 A comienzos de la siguiente
primavera, en el mes de nisán
,* durante el año veinte del reinado de Artajerjes, le servía el vino al rey y,
como nunca antes había estado triste en su presencia, me preguntó: —¿Por qué te
ves tan triste? No me parece que estés enfermo; debes estar profundamente
angustiado. Entonces quedé aterrado, pero le contesté: —Viva el rey para
siempre. ¿Cómo no voy a estar triste cuando la ciudad donde están enterrados
mis antepasados está en ruinas, y sus puertas han sido consumidas por el fuego?
El rey preguntó: —Bueno, ¿cómo te puedo ayudar? Después de orar al Dios del
cielo, contesté: —Si al rey le agrada, y si está contento conmigo, su servidor,
envíeme a Judá para reconstruir la ciudad donde están enterrados mis
antepasados.
Una oración de acuerdo a la palabra de Dios y
guiada por su Santo Espíritu nos debe llevar a un acto que también debe estar
de acuerdo con su Palabra y con la acción de su Espíritu.
Dicho de otra manera: Lo que hago debe
ser producto de mi vida de oración.
En otras palabras: Lo que soy en mi interior se manifiesta en mi exterior porque
como enseñó Dios, de la abundancia del corazón, habla la boca.
Si tengo una vida de oración mediocre, tengo
una vida mediocre.
Si tengo una vida de oración religiosa y
superflua, tengo una vida llena de fanatismo y confusión.
Como habíamos leído en Nehemías,
en el capítulo 2, después de orar y ayunar, empieza a resolver y a tomar
decisiones guiado por la fortaleza que Dios infunde.
Como dice Isaías 40:29-31
Isaías 40:29-31 Él da poder a los indefensos y fortaleza a los débiles. Hasta los
jóvenes se debilitan y se cansan, y los hombres jóvenes caen exhaustos. En
cambio, los que confían en el SEÑOR encontrarán nuevas fuerzas; volarán alto,
como con alas de águila. Correrán y no se cansarán; caminarán y no desmayarán.
Escuche esto porque es muy importante para
todos:
Estos versículos, enseña que nuestra
vida diaria depende de nuestra intimidad con Dios a través de la oración.
Hoy ora a tu Padre en lo secreto y tu Padre
que está en lo secreto te recompensará en público.
Así que cerremos la puerta y entremos en
intimidad con Dios, en nuestro cuarto interior y Él mostrará en todo lo que
fallamos y pecamos, pero también nos mostrará su misericordia y nos limpiará,
despertando nuestra conciencia espiritual para estar preparados para el día de
hoy.
Por
eso debemos tener una actitud correcta
Romanos 12:9-13 No finjan
amar a los demás; ámenlos de verdad. Aborrezcan lo malo. Aférrense a lo bueno. Ámense
unos a otros con un afecto genuino* y deléitense al honrarse mutuamente. No
sean nunca perezosos, más bien trabajen con esmero y sirvan al Señor con
entusiasmo.* Alégrense por la esperanza segura que tenemos. Tengan paciencia en
las dificultades y sigan orando. Estén listos para ayudar a los hijos de Dios
cuando pasen necesidad. Estén siempre dispuestos a brindar hospitalidad.
¿Cuál es la actitud que debemos tener
si verdaderamente hemos creído en Jesús el Cristo?
El mundo enseña una actitud positiva, basada
en experimentar algo que no es real, es decir estar bien en toda situación así
aparentemente todo este saliendo mal.
El mundo siempre te va a enviar a buscar en
los placeres temporales la felicidad.
Esto es aparentar.
Hay una diferencia fundamental frente a la
actitud positiva del mundo, la actitud cristiana correcta que nos enseña el
Señor es esta:
Estemos alegres, mientras
esperamos al señor; seamos pacientes cuando suframos por El y oremos
constantemente.
Es
decir: La esperanza real que
tenemos del pronto regreso del Señor Jesucristo nos motiva a vivir una vida en
gozo, en paciencia, en esperanza, haciendo las cosas correctamente ya que no
podemos vivir como vive el mundo o como el necio piensa en su corazón.
“Mi Señor tarda en venir, voy a hacer lo malo, a comer y beber”.
En libro
de Lucas nos dice:
Lucas 12:45-56 ¿Pero qué tal
si el siervo piensa: “Mi amo no regresará por un tiempo” y comienza a golpear a
los otros siervos, a parrandear y a emborracharse? El amo regresará
inesperadamente y sin previo aviso, cortará al siervo en pedazos y lo expulsará
junto con los infieles. »Y un siervo que sabe lo que su amo quiere, pero no se
prepara ni cumple las instrucciones, será severamente castigado.
Pero alguien que no lo sabe y
hace algo malo, será castigado levemente. Alguien a quien se le ha dado mucho,
mucho se le pedirá a cambio; y alguien a quien se le ha confiado mucho, aún más
se le exigirá.
Muchas son las personas e incluso algunos
“cristianos” que están actuando desobedientemente porque creen que Jesús
tardara en venir, y que eso les da permiso para actuar a su antojo para no
sujetarse a la palabra de Dios.
Sin embargo Dios nos enseña que nuestra
actitud debe ser la de un siervo que espera la pronta venida de su Señor, y
mientras tanto hace lo que él le mando a hacer.
Es decir: A
vivir alegre por agradecimiento a Dios, a compartir esa alegría con los demás
mediante el anuncio del evangelio, su buena noticia de salvación y a orar
constantemente sometiéndonos a la palabra de Dios en obediencia y fidelidad.
Y esto debemos hacerlo diariamente, ahora más
que nunca, sabiendo que la próxima profecía que en breve está por cumplirse, el
arrebatamiento de la iglesia por parte de nuestro Señor Jesús, debemos vivir
con esta actitud, “sí, ven, Señor Jesús”
Apocalipsis 22:20-21 Áquel que es el testigo fiel de todas esas cosas dice: «¡Sí, yo vengo
pronto!». ¡Amén! ¡Ven, Señor Jesús! Que la gracia del Señor Jesús sea con el
pueblo santo de Dios.*
Escuche
con atención estos versículos.
Éxodo 17:10-12 Josué hizo lo
que Moisés le ordenó y peleó contra el ejército de Amalec. Entretanto Moisés,
Aarón y Hur subieron a la cima de una colina cercana. Mientras Moisés sostenía
en alto la vara en su mano, los israelitas vencían; pero, cuando él bajaba la
mano, dominaban los amalecitas. Pronto se le cansaron tanto los brazos que ya
no podía sostenerlos en alto. Así que Aarón y Hur le pusieron una piedra a
Moisés para que se sentara. Luego se pararon a cada lado de Moisés y le
sostuvieron las manos en alto. Así sus
manos se mantuvieron firmes hasta la puesta del sol.
Cuando Moisés levantaba sus manos e Israel
prevalecía, el Señor nos enseña que ante la adversidad, las duras batallas, las
enfermedades o cualquier otro asunto que se nos oponga, la única forma de
vencer es mirando al cielo, mirando al Dios altísimo y sentándonos en la roca,
tal como hizo Moisés; esta roca es Jesús.
Por esto la oración es más que un
acto religioso, es la forma de vencer al enemigo.
Amalec, representa en este
contexto la lucha contra nuestra carne, contra esa naturaleza pecaminosa o esa
tendencia a hacer lo malo, aunque sabemos sus consecuencias; por lo tanto si
nosotros bajamos nuestras manos y desfallecemos, dejamos de orar, Amalec va a
tomar el control, es decir nuestra carne, nuestra vieja naturaleza, va adquirir
ventaja en el campo de batalla.
Esta derrota ocurre cuando buscamos en
nuestra propia fuerza enfrentar la vida, las decisiones, nuestros planes y no
con la guía de Dios.
Esta carne o naturaleza pecaminosa, es
crucificada en la cruz, por esto no debemos vivir según la carne, porque como
nos enseña la palabra en Romanos 8:8.
Romanos 8:5-8 Los que están
dominados por la naturaleza pecaminosa piensan en cosas pecaminosas, pero los
que son controlados por el Espíritu Santo piensan en las cosas que agradan al
Espíritu. Por lo tanto, permitir que la naturaleza pecaminosa les controle la
mente lleva a la muerte. Pero permitir que el Espíritu les controle la mente
lleva a la vida y a la paz. Pues la naturaleza pecaminosa es enemiga de Dios
siempre. Nunca obedeció las leyes de Dios y jamás lo hará. Por eso, los que
todavía viven bajo el dominio de la naturaleza pecaminosa nunca pueden agradar
a Dios.
En conclusión nuestro peor enemigo soy yo
mismo, y en la medida que alimente mi carne, mi ego, mis deseos carnales, voy a
perder la batalla, porque el enemigo viene a matarnos, a destruirnos, él no
tiene piedad.
Pero si busco la guía de Dios a través de su
palabra y su fortaleza a través de la oración mis manos van a estar levantadas
viendo la victoria de nuestro Dios, delante del enemigo.
Nunca
seremos victorioso, sino nos sometemos a la voluntad de Dios en obediencia y
fidelidad.
Mateo 18:19-20 »También les digo lo siguiente: si dos de ustedes se ponen de acuerdo
aquí en la tierra con respecto a cualquier cosa que pidan, mi Padre que está en
el cielo lo hará. Pues donde se reúnen dos o tres en mi nombre, yo estoy allí
entre ellos.
Iglesia, Observemos como Aarón y Hur subieron
al monte con Moisés a apoyarlo en oración.
Así mismo todos nosotros necesitamos
colocarnos de acuerdo con otros hermanos que crean en lo que Dios
verdaderamente nos enseña para orar, ya sea para apoyarnos a nosotros en algún
asunto o nosotros apoyarlos a ellos.
Jesús nos enseña que si nos ponemos de
acuerdo en algo que pidiéramos, en oración, será hecho por nuestro Padre
celestial.
Pero para hacer algo como esto, debemos
primero estar en paz con Dios.
Cuántas veces no hemos caído en desánimo, en
cansancio, o lo peor de todo: en rutina, y otro creyente en oración, nos
levanta, nos anima, porque la forma de interceder por otros es en oración y
mientras tengamos vida.
Servimos a los demás ayudándoles
materialmente según lo que Dios nos haya dado y principalmente apoyándolo en
oración.
En Hechos 1:14, la palabra de Dios nos enseña.
Hechos 1:14 Todos se reunían
y estaban constantemente unidos en oración junto con María, la madre de Jesús,
varias mujeres más y los hermanos de Jesús.
Unidos en un mismo Espíritu adoramos a Dios.
Aprendamos a ser buenos obreros y fieles
mayordomos para que de esa manera, el Amo que todo lo ve y todo lo sabe, nos
dé, el galardón por nuestro compromiso con su obra.
Todo depende de nuestra obediencia y
fidelidad ante Jesús, el Hijo de Dios.
Gracia y Paz
Pastor y administrador Rogers
Infante
Que Dios derrame Bendiciones a mis
hermanos en la fe.
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