LLAMADOS PARA SERVIR
Amado Señor,
triunfaste para siempre en la cruz y te sentaste victorioso y poderoso a la
diestra del Padre. Así como te fuiste en una nube, has prometido que volverás
en majestad y gloria por tu iglesia. Para estar conmigo y con mis hermanos por
la eternidad. Dame un corazón puro y un espíritu recto para esperar tu venida.
Amén."
Busquemos
en la palabra de Dios:
Isaías 11:9 En todo mi monte santo no habrá nada que destruya o haga daño, porque
así como las aguas llenan el mar, así también la tierra estará llena de gente
que conocerá al SEÑOR.
Salmo 24:3-4 ¿Quién puede subir al monte del SEÑOR? ¿Quién puede estar en su lugar
santo? Sólo los de manos limpias y corazón puro, que no rinden culto a ídolos y
nunca dicen mentiras.
Dios en su
Palabra a través de los profetas, ha revelado infinidad de verdades.
Mucho de su
revelación se ha cumplido; mucho queda por cumplirse.
Pero podemos
estar seguros de que las profecías escritas se cumplirán porque es mandato de
Dios.
Hoy en día
existen algunos cristianos que sienten temor del “día del Señor” y cómo se
manifestará en relación con todo lo que está sucediendo en el mundo.
Pero no debemos temer, sino
regocijarnos en sus promesas; pues aunque en ese día habrá un juicio en la tierra,
también habrá salvación y paz para todos los que creen, caminan en obediencia y
hacen su voluntad.
Recordemos que
más allá de la nube, resplandece la luz.
El Señor
purificará a su pueblo, restaurará su dicha, se regocijará sobre ellos, y los engrandecerá,
para que toda persona mentirosa y excusara sepa que Dios si cumple.
Sofonías 3:16-17 dice: En ese día, la proclama en
Jerusalén será: «¡Ánimo Sión! ¡No temas! Pues el SEÑOR tu Dios vive en medio de
ti. Él es un poderoso salvador. Se deleitará en ti con alegría. Con su amor
calmará todos tus temores.* Se gozará por ti con cantos de alegría».
Los que anhelamos
la venida del Señor, debemos saber que el Señor quiere nuestro corazón puro y
nuestras manos limpias.
Es decir: Una iglesia pura y sin mancha.
Puede ser
aterrador pensar en ese día, especialmente para aquellos que no se someten a la
voluntad de Dios, y que solo viven excusándose para no obedecer ni serle fiel a
Él.
Pero para los hijos sinceros de Dios, aquellos que si obedecemos su palabra
y que nos apartamos de toda mundanidad y que buscan su gloria, será un día de
consuelo y de regocijo.
Por eso es muy
importante que examinemos nuestro corazón, para poder estar a paz con el Señor
y que busquemos el toque purificador del Espíritu Santo.
Todas
las promesas hechas a nosotros, han tenido pleno cumplimiento en el evangelio
de Jesucristo.
Nuestra
conversión y restauración personal, deben evidenciar que el Señor está
preparando a su Iglesia, para los últimos tiempos, los cuales ya estamos a la
puerta.
Sabemos
que antes de su gloriosa venida, los cristianos verdaderos tendremos
aflicciones, persecución y reproche de parte del mundo.
Pero el Señor nos
salvará, nos tratará con amor y nos recompensará por haber sido despreciados
por causa de su Nombre.
La gloria y la
dicha de los creyentes serán perfectas, inmutables y eternas, cuando seamos
liberados de las penas terrenales y llevados a la bendición celestial.
Usted
y yo tenemos una misión, y es simplemente que estamos aquí para servir.
Lucas 8:1 Poco después, Jesús comenzó
un recorrido por las ciudades y aldeas cercanas, predicando y anunciando la
Buena Noticia acerca del reino de Dios. Llevó consigo a sus doce discípulos, junto
con algunas mujeres que
habían sido sanadas de espíritus malignos y enfermedades. Entre ellas estaban María Magdalena, de quien él había
expulsado siete demonios; Juana,
la esposa de Chuza, administrador de Herodes; Susana; y muchas otras que contribuían con sus propios recursos al sostén de Jesús y sus discípulos.
Recordemos que para
Jesús la enseñanza del evangelio era su actividad constante.
En su tiempo
terrenal, necesitaba establecer el reino de Dios en el lugar donde se
encontraba.
Es decir: Necesitaba corazones sensibles a su voz, y dispuestos a servir y
trabajar por su Reino.
Por
eso, las mujeres fueron parte de su ministerio, demostrando que todas las
personas son iguales ante Dios.
Jesús dignificó a
las mujeres de la degradación y servidumbre en que las mantenía la cultura
judía y el medio oriente en general.
Y les permitió servir a su lado.
Ellas apoyaban
con dinero, comida, asistían las necesidades materiales en la obra de Jesús y
del grupo de hombres que andaban con Él.
Su
servicio, era de alguna manera la manifestación de gratitud hacia el Salvador,
que las había liberado, algunas del poder demoníaco y a otras de sus
enfermedades.
Lastimosamente en
este tiempo el don de servicio es el que menos se ve actualmente en la iglesia
de cristo.
Pero reluce en la obra de satanás.
Es triste decirlo pero los
creyentes se preocupan más por ayudar y relucir en las cosas del mundo, más y
mucho más que en la obra de Dios Padre y de su Hijo Jesús.
Toda la carga se
la quieren dejar al Pastor.
Pero recordemos
lo que los Apóstoles anunciaron en ese entonces en Hechos 6:2-4.
Hechos 6:2-4 De manera que
los Doce convocaron a todos los creyentes a una reunión. Dijeron: «Nosotros,
los apóstoles, deberíamos ocupar nuestro tiempo en enseñar la palabra de Dios,
y no en dirigir la distribución de alimento. Por lo tanto, hermanos, escojan a
siete hombres que sean muy respetados, que estén llenos del Espíritu y de
sabiduría. A ellos les daremos esa responsabilidad. Entonces nosotros, los apóstoles, podremos dedicar nuestro tiempo a la
oración y a enseñar la palabra».
Como pueden
ayudar los miembros de una iglesia en la obra del Señor:
Ayudar a los
necesitados, limpiar las sillas, lavar, preparar la santa cena, organizar,
cuidar de los niños, etc.
No solo en la iglesia, sino también en
sus hogares.
De esa manera darán un fiel
testimonio de que la palabra de Dios está también en ellos.
Recordemos que María
Magdalena y otras mujeres, que habían experimentado la liberación, el perdón y
la sanidad divina, estuvieron dispuestas a dar lo mejor de ellas, a servir con
el corazón en favor de la obra de Dios.
La pregunta es: ¿Cómo le está
usted sirviendo a Dios en su iglesia?
¿De qué manera sirve usted en la
congregación?
¿Cuál es su don de servir a cristo en
la Iglesia?
¿Cuándo usted ve una necesidad en su
iglesia, la suple o murmura excusándose para no servir?
Hoy elevemos una
oración al cielo por todas esas personas que trabajan sinceramente en pro del ministerio
para el crecimiento de la obra de Dios y sirven fielmente al Señor sin esperar
nada a cambio.
Sólo
un alma agradecida, sirve con amor al Señor.
Esto debe ser una
motivación para que ayudemos en nuestra iglesia sin esperar reconocimientos.
Pues
es Dios quién ve nuestras acciones y la gratitud de nuestro corazón.
El ejemplo de María Magdalena
y las otras mujeres debe
alentarnos a ser fieles discípulos de Cristo y a rendir un servicio fructífero,
donde el Señor nos llame, con amor y gratitud.
Pero para poder servir debemos primero
reconciliarnos con Dios y su Hijo Jesús, estar a paz y salvo en todo para que
de esa manera podamos tener paz en nuestro corazón.
La biblia nos
dice que la verdadera paz debe nacer en el interior de los hombres.
Esto solo se
logra si recibimos a Cristo verdaderamente en nuestro corazón.
Hay dos tipos de paz:
1- La paz como fruto natural cuando
recibimos a Cristo.
Como dice Romanos 5:1
Romanos 5:1-5 Por lo tanto, ya que fuimos
declarados justos a los ojos de Dios por medio de la fe, tenemos paz con Dios
gracias a lo que Jesucristo nuestro Señor hizo por nosotros. Debido a nuestra
fe, Cristo nos hizo entrar en este lugar de privilegio inmerecido en el cual
ahora permanecemos, y esperamos con confianza y alegría participar de la gloria
de Dios. También nos alegramos al enfrentar pruebas y dificultades porque
sabemos que nos ayudan a desarrollar resistencia. Y la resistencia desarrolla
firmeza de carácter, y el carácter fortalece nuestra esperanza segura de
salvación. Y esa esperanza no acabará en desilusión. Pues sabemos con cuánta
ternura nos ama Dios, porque nos ha dado el Espíritu Santo para llenar nuestro
corazón con su amor.
2- La paz sobrenatural,
Es decir: aquella que nos acompaña en nuestra experiencia de comunión diaria
con el Espíritu Santo.
Iglesia,
todos los seres humanos necesitamos reconciliarnos con Dios.
Y más aún en este
tiempo, cuando no encontramos reposo de nuestras aflicciones.
Cuando
nos gobiernan nuestras pasiones y nos atormentan nuestros pecados.
Cuando
los ruidos del mundo, los pleitos y contiendas, nos atemorizan.
Hoy más que nunca necesitamos la voz firme y calmada
de nuestro Salvador.
Y solo lo podemos
hallar cuando nos arrepentimos verdaderamente de todos los males que ha hecho
nuestro perverso corazón.
Recordemos el
versículo de inicio.
Salmo 24:3-4 ¿Quién puede subir al monte del SEÑOR? ¿Quién puede estar en su lugar
santo? Sólo los de manos limpias y corazón puro, que no rinden culto a ídolos y
nunca dicen mentiras.
El temor más
grande que puede aterrorizar nuestro interior, es cuando estamos separados de
Dios.
Sin su amor, sin su protección, sin
su dirección, seremos como un barco a la deriva.
Sólo la fe en nuestro Redentor puede vencer el
miedo.
Sólo su perfecto amor puede echar fuera el temor.
¿Recuerda
usted la tormenta por la que pasaron lo discípulos de Jesús?
A los discípulos
les atemorizó una tormenta física, pensaron que Jesús no se estaba preocupando
por lo que pasaba.
¿Pero
que podemos decir de las tormentas de la vida, que nos provocan gran ansiedad?
Cualquiera que sea nuestra
situación podemos tener dos posiciones:
Una es la “falta de fe” y pensar que a Jesús no le importa lo que nos
está sucediendo.
La otra es “confiar
totalmente” en la soberanía de
Dios sobre nuestras vidas, creyendo que Él está actuando en medio de nuestras
tormentas y se preocupa de cada uno de nuestros asuntos.
Por eso ÉL dice en su palabra:
Malaquias 3:9-10 Ustedes
están bajo maldición porque toda la nación me ha estado estafando. Traigan
todos los diezmos al depósito del templo, para que haya suficiente comida en mi
casa. Si lo hacen —dice el SEÑOR de los Ejércitos Celestiales— les abriré las
ventanas de los cielos. ¡Derramaré una
bendición tan grande que no tendrán suficiente espacio para guardarla! ¡Inténtenlo! ¡Pónganme a prueba!
Cuando el pánico
frente a las circunstancias quiera esclavizarnos, debemos mirar que es el
momento de confesar nuestra necesidad de Dios y confiar en que ÉL cuidará de nosotros por nuestra OBEDIENCIA Y FIDELIDAD.
Recordemos que el
poder de Cristo se aplica a cualquier situación, un poder que está presente y
activo todos los días.
No temamos, Él ha prometido que estará con nosotros hasta el fin del mundo y
constantemente pide que confiemos en Él.
Mateo 16:16-18 Simón Pedro contestó: —Tú eres el Mesías,* el Hijo del Dios viviente. Jesús
respondió: —Bendito eres, Simón hijo de Juan,* porque mi Padre que está en el cielo te lo ha revelado. No lo
aprendiste de ningún ser humano. Ahora te digo que tú eres Pedro (que quiere
decir “roca”),* y sobre esta roca edificaré mi iglesia, y el poder de la
muerte* no la conquistará.
Cuando Pedro
confesó que Jesús era el Cristo, no sabía exactamente lo que significaba
seguirlo.
El
camino de la cruz es de gemido y de gloria, algo real en la vida del Señor,
pero que también lo sería en la vida de sus seguidores.
En los últimos
acontecimientos de su vida, Jesús vuelca su interés hacia sus discípulos.
Aquellos que
continuarían el trabajo que había comenzado, después de su muerte y
resurrección.
Sus
últimas enseñanzas y parábolas están enfocadas a prepararlos para los días
difíciles que se vienen.
Lastimosamente
hoy en día muchos creyentes no están preparados para lo que realmente viene.
¿Si
hoy en día una pequeña circunstancia los agobia por tanta excusas para no
confiar en Jesús, imagínense cuando lleguen los días difíciles?
Jesús sabía que su vida y ministerial terrenal ya
están llegando a su fin.
Y solo un grupo desigual de pescadores,
recaudadores de impuestos, etc. es lo que está dejando para continuar su obra.
Pero quienes eran
estos:
Un Pedro que
necesita tres recordatorios para entender la lección,
Santiago
y Juan los “hijos del
trueno”, que deben moldear su carácter para el servicio,
Tomás el incrédulo, que debe acrecentar su fe en
Jesucristo.
Ahora solo
estamos tú y yo, también como estos hombres, débiles de carácter, indecisos,
inseguros y hasta temerosos.
Pero debemos preguntarnos:
¿Qué
expectativas tenemos de la tarea de llevar el mensaje de Jesús al mundo
necesitado?
Jesús, pronunció
las palabras más significativas dichas a un hombre común como Pedro:
“Edificaré mi
iglesia; y la puertas del Hades no prevalecerán contra ella”.
Hoy el Señor nos
la recuerda para que comprobemos su veracidad.
A través de la
historia, a pesar de los ataques y persecuciones, a pesar de los fracasos
humanos, la iglesia de Jesucristo debe servir y continuar.
Y
lo más importante es que tú y yo formamos parte de ella.
La iglesia es el
medio para que el evangelio de Jesucristo, de vida a este mundo moribundo.
¿Cuán
convencidos estamos de que la obra que Jesús comenzó en ti y en mí, y que Él la
completará?
La palabra
de Dios dice:
Lucas 14:16 Jesús respondió
con la siguiente historia: «Un hombre preparó una gran fiesta y envió muchas
invitaciones. Cuando el banquete estuvo listo, envió a su sirviente a decirles
a los invitados: “Vengan, el banquete está preparado”. Pero todos comenzaron a
poner excusas. Uno dijo: “Acabo de comprar un campo y debo ir a inspeccionarlo.
Por favor, discúlpame”. Otro dijo: “Acabo de comprar cinco yuntas de bueyes y
quiero ir a probarlas. Por favor, discúlpame”. Otro dijo: “Acabo de casarme,
así que no puedo ir”. »El sirviente regresó y le informó a su amo lo que le
habían dicho. Su amo se puso furioso y le dijo: “Ve rápido a las calles y
callejones de la ciudad e invita a los pobres, a los lisiados, a los ciegos y a
los cojos”. Después de hacerlo, el sirviente informó: “Todavía queda lugar para
más personas”. Entonces su amo dijo: “Ve por los senderos y detrás de los
arbustos y a cualquiera que veas, insístele que venga para que la casa esté
llena. Pues ninguno de mis primeros invitados probará ni una migaja de mi
banquete”».
Que vemos aquí:
Que aquellos que
con excusas y conociendo la palabra no hacen nada, estos no participaran del
banquete del Señor.
Iglesia, Dios tiene todos los recursos que necesitamos para continuar su obra,
por eso nos tiene todavía en este planeta.
Sólo
necesita de nuestra disposición para hacerlo.
Seguir
a Cristo, requiere de nuestra entrega.
Quiere
usar nuestras vidas para hacer grandes cosas.
Las preguntas
son:
¿Estamos
dispuestos a pagar el precio?
¿Estamos
dispuesto a servir?
¿Estamos
dispuesto a dejarlo todo por Él?
¿Estamos
dispuesto a ser fiel y obediente?
¿Realmente
queremos ponerlo a prueba?
Usted decide.
Pero de aquí en adelante
si no le servimos, ni hacemos su voluntad, eso se llamaría EXCUSAS.
Termino con este
versículo.
Lucas 9:62 Pero Jesús le dijo: —El que pone la mano en el arado y luego mira atrás
no es apto para el reino de Dios.
Gracia y Paz
Pastor y administrador Rogers
Infante
Que Dios derrame Bendiciones a mis
hermanos en la fe.
No hay comentarios:
Publicar un comentario