COMO PODEMOS SER MOLDEADOS.
Busquemos en la palabra de
Dios
2Corintios 3:17-18 Pues el Señor es el
Espíritu y, donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad. Así que, todos
nosotros, a quienes nos ha sido quitado el velo, podemos ver y reflejar la gloria
del Señor. Y el Señor, quien es el Espíritu, nos hace más y más parecidos a él
a medida que somos transformados a su gloriosa imagen.
Apreciada iglesia, sabía
usted que vamos siendo transformados gracias a la acción del Espíritu que hemos
recibido.
Todo buen cristiano sabe que
Dios es el único que cambia nuestra vida a través de Jesús.
Porque Jesús en nosotros
logra que nos parezcamos más a Él.
Si bien la
salvación es un proceso instantáneo mediante la fe en Jesucristo.
Ya que al llegar
a ser maduros espiritualmente requiere un crecimiento que moldee nuestro
carácter, siguiendo el ejemplo de Cristo, hasta llegar a ser semejantes a Él.
Y esto nos costará lágrimas.
Porque Jesús aprovechará
cada circunstancia de nuestra vida, para moldearnos el carácter, aunque
tengamos dificultades en cada una de ellas.
1Juan 3:2-6 Queridos amigos, ya somos hijos de Dios, pero él todavía no nos ha mostrado lo
que seremos cuando Cristo venga. Pero sí sabemos que seremos como él, porque lo
veremos tal como él es. Y todos los que tienen esta gran
expectativa se mantendrán puros, así
como él es puro. Todo el que peca viola la ley de Dios,
porque todo pecado va en contra de la ley de Dios. Y ustedes saben que Jesús vino para quitar nuestros
pecados, y en él no hay pecado. Todo el que siga viviendo en él no pecará; pero todo el que
sigue pecando no lo conoce ni entiende quién es él.
De lo que sí es seguro es
que agarrados de su mano aprenderemos una lección valiosísima que reemplazará
un comportamiento en la carne por un fruto del Espíritu.
El espíritu de Dios habita
en nosotros cuando recibimos a Cristo.
Y se manifiesta aún más,
cuando abandonamos las viejas costumbres y tradiciones mundanas.
Solo así Él se puede
manifestar en nosotros.
Efesios 4:21-25 Ya que han oído sobre Jesús y han conocido la verdad que procede de él, desháganse de su
vieja naturaleza pecaminosa y de su antigua manera de vivir, que está
corrompida por la sensualidad y el engaño. Y, en cambio, dejen que el Espíritu les renueve los pensamientos
y las actitudes. Pónganse la nueva naturaleza, creada para ser a la semejanza de Dios, quien
es verdaderamente justo y santo. Así que dejen de decir mentiras. Digamos siempre la verdad a todos porque
nosotros somos miembros de un mismo cuerpo.
El darnos cuenta día a día
qué es lo que somos verdaderamente, es un proceso que hemos recibido de parte
del Señor, y que al llevarlo a la práctica se manifiesta lo verdadero.
Por eso debemos alejarnos de
toda tradición mundana y costumbres que dañan el cuerpo y el alma, una vez que
eliminamos al YO, podemos estar completamente seguros que atrás solo quedara lo
viejo.
La clave es
que comprendamos lo que ya somos.
Que podamos
realmente ver nuestra verdadera identidad.
Porque solo
así, podemos permitir que Dios moldee nuestro carácter, si somos obedientes y
fieles a sus mandatos.
Aprovechemos entonces cada
circunstancia para dejar que el Espíritu que está en nosotros vaya mostrándonos
el camino paso a paso.
Y debemos abandonar para
siempre toda conducta regresiva y dañina que produce el caminar cuando nos
dejamos guiar por nuestra autosuficiencia.
En todo tiempo y en toda
ocasión, demos gracias a Dios por cada circunstancia, y aprovechemos el tiempo
para que Dios haga su obra en nosotros y seamos moldeados para llegar a ser
semejantes a su hijo amado Jesús.
Filipenses 1:6 Y estoy seguro de que Dios, quien comenzó la buena obra en ustedes, la
continuará hasta que quede completamente terminada el día que Cristo Jesús
vuelva.
Hermanos en Cristo, Él
empezó, Él terminará.
Cuando recordemos lo que
éramos un tiempo atrás veremos diferencias.
Cada día se manifestará en
nosotros el amor, la paz, la paciencia y todo el fruto de su Espíritu, si
caminamos en la obediencia y la fidelidad.
Cuando hacemos esto, cada
día dependemos más de Él en cada aspecto.
No seremos los
seres independientes, que se creían sabios en su propia opinión ni entendidos
en su propio entendimiento, sino que reconoceremos al Señor en todo momento, en
todo lugar, en todo lo que hacemos.
No es un cambio de religión,
es un cambio de pensamiento y corazón, que cortará de fondo toda raíz de
pecado, aunque iniciamos como niños iremos creciendo, siendo perfeccionados
hasta que se manifieste toda su gloria en nosotros.
Por medio de
su Palabra, las circunstancias vividas de la mano de Dios, la oración y la
meditación en su Palabra, nos irá moldeando, y no se detendrá hasta ver la obra
completa, hasta el día que le veamos cara a cara.
Así que no se desanimen ni
por ti mismo, ni por otro hermano que está en este proceso.
Lo que sí es seguro de que
los que andamos con Jesús, estamos siendo moldeados hasta alcanzar todo el
propósito que Dios ha determinado en cada uno de los que le obedecen y hacen su
voluntad.
Hebreos 12:1-2 Por lo tanto, ya que estamos
rodeados por una enorme multitud de testigos de la vida de fe, quitémonos todo peso que nos impida
correr, especialmente el pecado que tan fácilmente nos hace tropezar. Y
corramos con perseverancia la carrera que Dios nos ha puesto por delante. Esto lo hacemos al fijar la mirada en Jesús, el campeón que inicia y perfecciona nuestra fe.* Debido al gozo* que le
esperaba, Jesús soportó la cruz, sin importarle la vergüenza que ésta
representaba. Ahora está sentado en el lugar de honor, junto al trono de Dios.
Iglesia, andemos por fe y no por vista.
2Corintios 4:14-18 Sabemos que Dios, quien resucitó al Señor Jesús,* también nos
resucitará a nosotros con Jesús y nos presentará ante él mismo junto con
ustedes. Todo esto es para beneficio de ustedes. Y,
a medida que la gracia de Dios alcance a más y más personas, habrá abundante acción de gracias, y Dios recibirá más y
más gloria. Es por esto que nunca nos damos por
vencidos. Aunque nuestro cuerpo está muriéndose, nuestro espíritu* va renovándose cada día. Pues nuestras dificultades actuales son pequeñas y no durarán mucho tiempo. Sin
embargo, ¡nos producen una gloria que durará para siempre y que es de mucho más
peso que las dificultades! Así que no miramos las dificultades que ahora vemos; en cambio, fijamos
nuestra vista en cosas que no pueden verse. Pues las cosas que ahora podemos
ver pronto se habrán ido, pero las cosas que no podemos ver permanecerán para
siempre.
Les diré algo, en la
historia de Enoc, Noé, Abraham, Moisés, Elías y de muchos hombres usados por
Dios en sus propósitos, hay una característica particular que debemos aprender:
Ellos confiaron en Dios,
acerca de cosas que aún no habían sido vistas.
Romanos 8:22-28 Pues sabemos que, hasta el día de hoy, toda la creación gime de
angustia como si tuviera dolores de parto. Y los creyentes también gemimos —aunque tenemos al
Espíritu de Dios en nosotros como una muestra anticipada de la gloria futura
—porque anhelamos que nuestro cuerpo sea liberado del pecado y el sufrimiento.
Nosotros también deseamos con una esperanza ferviente que llegue el día en que
Dios nos dé todos nuestros derechos como sus hijos adoptivos,* incluido el nuevo
cuerpo que nos prometió. Recibimos esa esperanza cuando fuimos
salvos. (Si uno ya tiene algo, no necesita esperarlo. Pero, si deseamos algo
que todavía no tenemos,
debemos esperar con paciencia y confianza). Y el Espíritu Santo nos ayuda en nuestra
debilidad. Por ejemplo, nosotros no sabemos qué quiere Dios que le pidamos en
oración, pero el Espíritu Santo ora por nosotros con gemidos que no pueden
expresarse con palabras. Y el Padre, quien conoce cada corazón, sabe lo que el Espíritu dice,
porque el Espíritu intercede por nosotros, los creyentes,* en armonía con la
voluntad de Dios. Y sabemos que Dios hace que todas las cosas
cooperen* para el bien de los que lo aman y son llamados según el propósito que él tiene para
ellos.
Estos hombres que
mencionamos anteriormente y que fueron usados por Dios, Dios les declaró las
cosas que habían de suceder, aunque en ese tiempo, todo a su alrededor, es
decir lo que podían mirar, dijera lo contrario.
Muchas
personas hoy en día, escuchan lo que se avecina de parte de Dios, me refiero al
Juicio.
Pero
estos muchos se hacen los de la oreja sorda, con el propósito de seguir
haciendo lo contrario a la palabra de Dios.
Por eso Dios muchas veces al
ver el comportamiento de estos hombres, permite que satanás los toque y es
cuando llegan las desgracias a nuestra familia.
Lo triste es que estos
muchos, no se arrepienten y continúan en la desobediencia.
En el tiempo
de Noé, se burlaban de él, no creyeron en su testimonio para salvación de su
vida.
Abraham confió
en que recibiría una tierra prometida y una descendencia numerosa, obedeció
para salir al lugar que había de recibir por herencia; y salió sin saber a
dónde iba, aunque era imposible que a su edad su esposa tuviera un hijo, él
confío en esa promesa, y a su tiempo fue hecha realidad.
Todo esto sucedió, porque
estos hombres tenían fe, y caminaban en obediencia y fidelidad ante Dios.
Estos hombres de Dios, no
estigmatizaron el porqué, sino que simplemente obedecieron y Dios los bendigo
en todo tiempo y en todo lugar.
Yo te pregunto: ¿Cómo está tu fe realmente?
Yo te pregunto: ¿Es usted un ser obediente, o
simplemente habla por hablar para que otros lo escuchen?
Yo te pregunto: ¿Cómo está tu reputación ante
Dios?
Yo te pregunto: ¿Es tu ofrenda mejor que la de
Caín, o peor?
Analízate y observa tu
caminar diariamente, porque Dios lo está haciendo en este momento con tu vida.
Hebreos 11:1-11 La fe es la confianza de que en
verdad sucederá lo que
esperamos; es lo que nos da la certeza de las cosas que no podemos ver. Por su fe, la gente de antaño gozó de una
buena reputación. Por la fe entendemos que todo el universo
fue formado por orden de Dios, de modo que lo que ahora vemos no vino de cosas
visibles. Fue por la fe que Abel presentó a Dios una ofrenda más aceptable que la que presentó Caín. La ofrenda de
Abel demostró que era un hombre justo, y Dios aprobó sus ofrendas. Aunque Abel
murió hace mucho tiempo, todavía nos habla por su ejemplo de fe. Fue por la fe que Enoc ascendió al cielo sin morir, «desapareció porque Dios se lo llevó»*; porque antes
de ser llevado, lo conocían como una persona que agradaba a Dios. De hecho, sin fe es imposible agradar a Dios. Todo el que desee acercarse a Dios debe creer que él existe y
que él recompensa a los que lo buscan con sinceridad. Fue por la fe que Noé construyó un barco grande para
salvar a su familia del diluvio en obediencia a Dios, quien le advirtió de
cosas que nunca antes habían sucedido. Por su fe, Noé condenó al resto del
mundo y recibió la justicia que viene por la fe. Fue por la fe que Abraham obedeció cuando Dios lo llamó para que dejara su tierra y fuera a otra que él le
daría por herencia. Se fue sin saber adónde iba. Incluso cuando llegó a la tierra
que Dios le había prometido, vivió allí por fe, pues era como un extranjero que
vive en tiendas. Lo mismo hicieron Isaac y Jacob, quienes heredaron la misma
promesa. Abraham esperaba con confianza una ciudad
de cimientos eternos, una ciudad diseñada y construida por Dios. Fue por la fe que hasta Sara pudo tener un
hijo, a pesar de ser estéril y
demasiado anciana. Ella creyó* que Dios cumpliría su promesa.
Apreciados hermanos, Por la
fe obedecemos cosas que incluso no vemos, pero que tenemos la certeza que van a
llegar y que indefectiblemente se cumplirán.
Ya para
terminar solo resta decirles que estas cosas que están escritas en la Palabra
de Dios son las que debemos obedecer aunque las circunstancias externas
muestren lo contrario, pues son más reales que la vida misma, por eso
aguardamos con paciencia, su cumplimiento.
Aprendamos de estos hombres
de fe que confiaron en Dios, que no podían mirar la promesa pero a su tiempo la
recibieron.
Si confiamos en sus promesas
invisibles, en el eterno poder del Señor, seremos usados para impactar a toda
nuestra familia, nuestra nación y este mundo.
Gracia y
Paz.
Pastor y
Administrador, Rogers Infante H.
Gracia y
Paz.
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