EL PODER DE
DIOS Y LA VICTORIA DE LOS CRISTIANOS.
Busquemos en la palabra de
Dios.
Apocalipsis
2:4-5 »Pero tengo
una queja en tu contra. ¡No me amas a mí ni se aman entre ustedes como al
principio!* ¡Mira hasta dónde has caído! Vuélvete a mí y haz las obras que
hacías al principio. Si no te arrepientes, vendré y quitaré tu candelabro de su
lugar entre las iglesias.
Jesús dice que tiene una
queja contra la iglesia.
La queja era que había
dejado su primer amor.
¿Qué quiere decir perder el primer amor?
Si ya no encuentras deleite
en el Señor y no anhelas la comunión íntima con él, y caes fácilmente en cosas
que desagradan al Señor, has perdido tu primer amor.
Perder el
primer amor es un peligro constante para todo creyente, pues el mundo los
seduce y muchos fácilmente se alejan de Dios.
En otras palabras: pierden el contacto con la iglesia y dejan de
practicar las disciplinas espirituales.
Un
creyente pierde el primer amor cuando:
1 Su oración se convierte en
algo pasajero.
2 Cuando la Biblia se queda
olvidada en cualquier rincón.
3 Cuando el congregarse se
torna sin interés.
La pregunta es:
¿Cómo podemos recuperar el primer amor?
1 Es necesario
recordar de donde Dios nos sacó.
2 Recordar
siempre el entusiasmo de nuestros primeros pasos en la fe.
3 Renovar
nuestra mente y cambiar nuestra manera de actuar, para la gloria de Dios.
4 Volver a
mantener la comunión ininterrumpida con Dios.
5 Expresarnos
mutuamente nuestro sentir.
Al hacer todo esto, nos
permite estar continuamente en intimidad con Dios y esto lo logramos, con su
Palabra, la oración y la obediencia.
La Biblia dice:
Marcos 12:30-31 Amarás al SEÑOR tu
Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus
fuerzas”*. El segundo es igualmente importante: “Amarás a tu prójimo como a ti
mismo”*. Ningún otro mandamiento es más importante que éstos.
Dios reclama el amor del
creyente, y es Dios quien está más interesado en que la relación funcione,
entre sus hijos.
En otras palabras: Dios desea que la
llama del amor cada vez sea más fuerte y más grande.
Ahora, el amor que flaquea
no es el de Dios.
Porque el amor de Dios es
eterno, incondicional e incomparable.
Pero el que falla es el ser
humano.
Vivimos el
primer amor, cuando el Señor es nuestro primer pensamiento.
Vivimos el
primer amor, cuando nuestro corazón arde de pasión por Él.
Vivimos el
primer amor, cuando guardamos sus mandamientos.
Vivimos el
primer amor, cuando con todo el corazón lo buscamos en obediencia y fidelidad.
Iglesia, Nunca abandonemos
nuestro primer amor.
Más bien dediquemos hacer
las primeras obras para el Señor.
Solo así
seremos Ungidos
para llevar las buenas nuevas.
Isaías 61:1-2 El Espíritu del SEÑOR Soberano está sobre mí, porque el SEÑOR me ha ungido para
llevar buenas noticias a los pobres. Me ha enviado para consolar a los de
corazón quebrantado y a proclamar que los cautivos serán liberados y que los
prisioneros serán puestos en libertad.* Él me ha enviado para anunciar a los
que se lamentan que ha llegado el tiempo del favor del SEÑOR* junto con el día
de la ira de Dios contra sus enemigos.
Iglesia, era un día sábado
cuando Jesús entró a la sinagoga.
Y como era su costumbre, se
levantó a leer el libro del profeta Isaías que le fue entregado.
Luego de leerlo, enrolló el
libro, lo devolvió y se sentó.
Los ojos de todos en la
sinagoga estaban fijos en Él.
Entonces Él, con toda
autoridad les dijo:
Lucas 4:21. …«La Escritura que acaban de oír,
¡se ha cumplido este mismo día!».
El Ungido, el Mesías, era
ansiosamente esperado, para dar buenas nuevas a los “pobres de espíritu,” como
lo dijo Jesús en el Sermón del Monte:
Mateo 5:3 «Dios bendice a los que son pobres en
espíritu y se dan cuenta de la necesidad que tienen de él, porque el reino del
cielo les pertenece.
El Señor nos ha llamado a
declarar las buenas nuevas, a enseñar acerca de Jesús y su salvación.
Jesús fue
enviado a sanar, así como Dios había dicho:
Sal 147:3 Él sana a los de corazón quebrantado y les
venda las heridas.
Los quebrantados de corazón son aquellos
verdaderamente arrepentidos y humillados que aceptan y confiesan a Jesús como
su Señor y Salvador.
Nuestro papel es ocuparnos de los quebrantados de
corazón y dirigirlos a Jesús para su restablecimiento.
La Biblia dice:
Hechos 10:38 Y saben que Dios ungió a Jesús de Nazaret con el
Espíritu Santo y con poder. Después Jesús anduvo haciendo el bien y sanando a
todos los que eran oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él.
Jesús vino a liberar a las
personas, que estaban cautivas del pecado y del lazo del diablo.
Todos sabemos que Jesús sanó
a muchos ciegos, pero aquí está hablando de la ceguera espiritual.
Esa ceguera que no permite a
las personas confiar en Dios.
Como dice la Palabra:
Juan 9:39 Entonces Jesús le dijo:* —Yo entré en este
mundo para hacer juicio, para dar vista a los ciegos y para demostrarles a los
que creen que ven* que, en realidad, son ciegos.
Jesús quiso decir con esto
que los fariseos, que podía ver se quedaron ciegos a las verdades de su
enseñanza por causa de su orgullo e incredulidad.
Y es precisamente lo que
está ocurriendo con aquellos creyentes que siempre buscan excusas para no
congregarse.
La
ceguera espiritual pareciera ser peor que la misma ceguera física.
Pues
mientras los unos pudieran tener luz en su alma, en los otros hay una oscuridad
en sus conciencias.
Solo las verdades de la
Palabra de Dios quitan la ceguera espiritual.
Jesús dijo:
Juan 8:36 Así que, si el Hijo los hace libres,
ustedes son verdaderamente libres.
Apreciada Iglesia, no
perdamos la oportunidad de hacer el bien en nuestro paso por este mundo,
quitemos toda ceguera espiritual de nuestra vida y llevemos las buenas nuevas
del Señor.
Andemos en fidelidad y obediencia, solo así Dios
suplirá nuestras necesidades y nos dará más de lo que necesitamos.
De esa
manera caminaremos en victoria.
Santiago 4:6-8 Sin embargo, él nos da aún
más gracia, para que hagamos frente a esos malos deseos. Como dicen las
Escrituras: «Dios se opone a los orgullosos pero muestra su favor a los
humildes»*. Así que
humíllense delante de Dios. Resistan al diablo, y él huirá de ustedes. Acérquense a Dios, y Dios se acercará a
ustedes. Lávense las manos, pecadores; purifiquen su corazón, porque su lealtad
está dividida entre Dios y el mundo.
Y Filipenses 2:3 dice:
Filipenses 2:2-3 Entonces, háganme
verdaderamente feliz poniéndose de acuerdo de todo corazón entre ustedes,
amándose unos a otros y trabajando juntos con un mismo pensamiento y un mismo
propósito. No sean egoístas; no
traten de impresionar a nadie. Sean humildes, es decir, considerando a los
demás como mejores que ustedes.
Muchas personas piensan que
la humildad es sinónimo de pobreza.
Pero la biblia nos enseña
que es una de las fortalezas del creyente, ya que Dios da gracia al humilde y
resiste al soberbio.
El ser humano nace lleno de egoísmo, pues la
primera palabra que el niño pronuncia es “mío” sin que nadie se la enseñe, por
tanto la humildad se aprende.
Jesús dijo:
Mateo 11:29-30 Pónganse mi
yugo. Déjenme enseñarles, porque yo soy humilde y tierno de corazón, y
encontrarán descanso para el alma. Pues mi yugo es fácil de llevar y la carga que les doy es
liviana».
Evidentemente la humildad
tiene un poder tan grande que tiene la capacidad de llevar a la victoria sobre
cualquier circunstancia, porque cuando se tiene la gracia de Dios no hay nada
que nos pueda hacer frente.
La mayor muestra de
mansedumbre y humildad la hizo Jesús cuando fue a la cruz, pues siendo justo e
irreprensible se sometió a llevar toda la carga de nuestro pecado.
Y lo que
parecía una derrota y humillación pública, se convertiría en el acto más
trascendental de nuestra historia, pues por medio de su muerte tenemos
salvación.
Su muerte venció las
tinieblas y fue levantado de entre los muertos y todas las cosas fueron puestas
bajo sus pies.
Ahora bien,
Lucifer, el más elevado de todos los ángeles, se enalteció a sí mismo y con una
actitud de soberbia y altivez, se reveló contra Dios y lo que parecía una
victoria para él, se convirtió en su derrota y condenación para siempre.
Por esta razón el orgullo,
la altivez y demás pasiones desordenadas, son el escenario perfecto para que
obre Satanás en esas personas.
Cuando
humildemente nos sometemos a Dios, el diablo huye, pues la humildad y
mansedumbre son el escenario perfecto donde Dios nos da la victoria.
Tristemente en estos
tiempos, la carencia de humildad en la Iglesia y fuera de ella, hace que muchos
vivan embriagados de poder y arrogancia, sin pensar que un día, darán cuenta de
la soberbia, la altanería, la altivez y el orgullo; y eso podría ocurrir en el
momento menos pensado.
Desde los tiempos antiguos
Dios viene advirtiendo acerca de la humildad y la arrogancia.
Sal 138:6 Aunque el SEÑOR es grande, se ocupa de los
humildes, pero se mantiene distante de los orgullosos.
Escuche esto:
Proverbios 22:4 La verdadera humildad y el temor del SEÑOR conducen a
riquezas, a honor y a una larga vida.
Apreciada Iglesia, los
creyentes no tienen por qué vivir en impotencia espiritual.
La palabra de Dios contiene
miles de promesas, las cuales son para aquellos que han rendido sus vidas a
Dios.
Estas promesas incluyen:
1 Seguridad
del amor de Dios (Juan 3:16).
2 Vida eterna
(Romanos 6:23).
3 Perdón del
pecado (1Juan 1:9).
4 Provisiones
materiales (Filipenses 4:19).
5 Dirección en
la vida (Salmo 37:23).
6 Promesa de
una vida abundante (Juan 10:10b)
7 Victoria
sobre el temor (1Juan 4:18)
Y miles más.
Pero la
pregunta es:
¿Por qué el
creyente no vive una vida de victoria de acuerdo a las promesas de Dios?
Es posible que usted sienta
que está luchado en vano.
Es posible que usted este
resistiendo a medias las tentaciones.
Es posible que se sienta
derrotado y está sumido en desaliento porque su fe tambalea.
Es posible que
sienta esto, pero déjeme decirle que esto ocurre porque usted seguramente está
viviendo la vida en sus propias fuerzas y no en el poder de Dios.
Pues los creyentes deben ser
dinamizados con el poder del Espíritu Santo.
Jesús prometió que el Poder
de lo Alto, nos daría fuerzas para ser sus testigos.
Esto lo debemos aplicar comenzando
en nuestra propia casa luego en nuestro entorno.
Ya para finalizar, quiero decirles que en la
última cena, Jesús habla del Espíritu Santo como “consejero", y dice:
Que nos mostrara todas las
cosas, y nos recordará todo lo que Jesús y el Padre han dicho.
Por tanto el
Espíritu Santo, a pesar de no ser una persona, ya que el Espíritu santo es el
Poder de lo Alto, este poder obra en nosotros por medio de Jesús, si nosotros
se lo permitimos.
Iglesia,
El Poder de lo Alto, es real.
Sin embargo, muchos
creyentes no están conscientes de la trascendencia de la presencia y actividad
del Espíritu Santo en su vida diaria.
Por eso es muy importante que no ignores esa
divina presencia en tu vida.
Déjate guiar por la Palabra
de Dios y su Poder, tenga la seguridad que tu vida será llena de bendiciones y
abundancia.
Gracia y Paz.
Pastor y Administrador, Rogers Infante.
Que Dios te bendiga.
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