SUSTITUYENDO AL
VIEJO YO, PARA SIEMPRE
Gálatas 2:20 Mi antiguo yo ha sido
crucificado con Cristo. Ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí. Así que vivo
en este cuerpo terrenal confiando en el Hijo de Dios, quien me amó y se entregó
a sí mismo por mí.
Gracia y
paz para todos mis hermanos en la obra de Dios Padre y de su Hijo Jesucristo,
el cordero inmolado que hoy se encuentra sentado a la diestra de su Padre el Todopoderoso
y que al sonar de la séptima trompeta vendrá a Juzgar a este mundo.
Iglesia,
en el día de hoy vamos a ver los pasos secuenciales ejecutados en una persona
para poder lograr el nuevo nacimiento y dedicar su vida a Cristo, quien le amó
y se entregó a sí mismo por él”.
Primeramente morimos con Cristo.
Luego fuimos resucitados con
Él. Y ahora
vivimos”.
Sobre esta base debemos entender el
pasaje que nos ocupa la atención en este mensaje.
El texto declara: “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, más vive
Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de
Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí”.
A este
acto es que llamamos “la muerte con Cristo”,
el cual es una realidad en todo aquel que de corazón ha entregado su
vida a Cristo Jesús.
Sobre
esto podemos decir «Que
el objetivo de la muerte de Nuestro Señor Jesucristo fue tomar nuestro “viejo
yo” con Él en la tumba y poner fin al mismo.
En otras palabras “Nuestra vieja naturaleza fue crucificada con juntamente
con él, de esa manera el cuerpo del pecado fue destruido”
Romanos 6:6 Sabemos que nuestro antiguo ser
pecaminoso fue crucificado con Cristo para que el pecado perdiera su poder en
nuestra vida. Ya no somos esclavos del pecado.
Ahora si realmente confiamos en Cristo, entonces estamos unidos a Él.
Y Dios considero nuestro viejo YO, como muerto con Cristo.
Es decir que su propósito era la resurrección de un
nuevo YO.»
En Gálatas
5:24 se nos enseña una verdad sin
lugar a ser discutida para aquellos que han muerto con Cristo cuando dice:
Gálatas 5:24 Los que pertenecen a Cristo
Jesús han clavado en la cruz las pasiones y los deseos de la naturaleza
pecaminosa y los han crucificado allí.
En otras palabras podemos decir que:
“Que los que pertenecen a Dios, crucificaron la
carne con sus pasiones y sus deseos, al recibir a cristo verdaderamente”.
Esto implica que el creyente debe colocarse de espaldas a las
actividades y apetitos del viejo hombre, el cual fue condenado a muerte junto
con Cristo en la cruz del Calvario.
Esta declaración está relacionada a los versículos en los cuales se
menciona las obras de la carne (Gá. 5:19-23).
Gálatas 5:19-23 Cuando ustedes siguen los
deseos de la naturaleza pecaminosa, los resultados son más que claros:
inmoralidad sexual, impureza, pasiones sensuales, (20) idolatría, hechicería,
hostilidad, peleas, celos, arrebatos de furia, ambición egoísta, discordias,
divisiones, (21) envidia, borracheras, fiestas desenfrenadas y otros pecados
parecidos. Permítanme repetirles lo que les dije antes: cualquiera que lleve esa clase de vida no heredará el reino de Dios. (22) Pero la clase
de fruto que el Espíritu Santo produce en nuestra vida es: amor, alegría, paz, paciencia, gentileza, bondad, fidelidad, (23)
humildad y control propio. ¡No existen leyes contra esas cosas!
Si usted es un adultero o adultera, si a usted le agrada las contiendas,
si es un celoso, un egoísta, un avaro, un guapachoso fiestero, usted no va al
Reino de Dios.
Porque los que somos de Cristo y hemos muerto con Cristo a nuestras
pasiones y deseos, es porque hemos crucificado nuestro viejo YO, en
la cruz del calvario.
Esto quiere decir que los deseos pecaminosos que batallan contra nuestra
alma y que nos alejan de Dios, ya no están en nosotros.
Por eso es necesario
darle FIN AL VIEJO HOMBRE para siempre.
Esto es lo que implica poner fin al viejo “YO”.
Cuando el creyente entiende por fe la salvación en Cristo, su único
anhelo es dar fin a los apetitos del viejo hombre.
Es por esta causa que el apóstol Pablo en el (v. 19) declara que él por la
ley está muerto para la ley, a fin de vivir para Dios.
Esto implica que cuando Cristo murió en la cruz del Calvario bajo la
sentencia de la Ley, en el lugar de Pablo y de todos los creyentes, se
considera y entiende que hemos muerto Pablo y nosotros también en Cristo como
declaró el mismo Pablo en 2Corintios 5:14
2Cor. 5:14 Sea de una forma u otra, el amor
de Cristo nos controla.* Ya que creemos que Cristo murió por todos, también
creemos que todos hemos muerto a nuestra vida antigua.* (15) Él murió
por todos para que los que reciben la
nueva vida de Cristo ya no vivan más para sí mismos. Más bien, vivirán
para Cristo, quien murió y resucitó por ellos.
Esto trata simplemente de la salvación del hombre.
Sin muerte del “YO” no puede haber
vida.
No puede existir un “YO” pecaminoso
junto a un nuevo “YO” creado por Cristo el cual
ha de vivir en santidad y en la
verdad.
Ahora para que
pueda haber santidad en la vida de creyente, primero que nada debe SUSTITUIR al
viejo YO
Esta sustitución
sólo es posible y efectiva en Cristo Jesús, por el poder de lo ALTO, el cual es
el Espíritu Santo que vive en el creyente, de lo contrario este nunca podrá
alcanzar la medida de justicia y santidad que Dios demanda de él.
Por esto el
Apóstol Pablo declaró ante toda tribulación y tentación en Filipenses 4:13: Pues todo lo
puedo hacer por medio de Cristo,* quien me da las fuerzas.
El
énfasis aquí es declarar que luego de la salvación en Cristo, el viejo YO no
vive a sus anchas en el creyente verdadero, aun cuando la carne desee
manifestarse durante el transcurso del día, en el poder de Jesús y del Poder de
lo Alto, este deseo de la carne queda desactivado.
Es importante, que el
viejo YO, sea DESACTIVADO para siempre.
Lo que estamos diciendo es que el viejo YO, la carne, ya no puede ser
alimentado de la forma en que lo alimentábamos cuando estábamos sin Cristo.
Aunque aun somos carne, no podemos darle lugar ni espacio para que se
desarrolle.
Sobre esto el apóstol Pablo dijo en Gálatas 5:16-17 lo
siguiente:
Gálata 5:16 Por eso les digo: dejen que el
Espíritu Santo los guíe en la vida. Entonces no se dejarán llevar por los
impulsos de la naturaleza pecaminosa. (17) La naturaleza pecaminosa desea
hacer el mal, que es precisamente lo contrario de lo que quiere el Espíritu.
Y el Espíritu nos da deseos que se oponen a lo que desea la naturaleza
pecaminosa. Estas dos fuerzas luchan constantemente entre sí, entonces ustedes
no son libres para llevar a cabo sus buenas intenciones.
La lucha interna del creyente es hacer morir ese YO para que en su lugar
reine Cristo.
Por esto la expresión del texto de este mensaje dice: “y ya no vivo yo, mas vive Cristo
en mí”.
Sobre esto
también dijo Pablo a los Romanos:
Romanos 6:12 No permitan que el pecado
controle la manera en que viven;* no caigan ante los deseos pecaminosos. (13)
No dejen que ninguna parte de su cuerpo se convierta en un instrumento del mal
para servir al pecado. En cambio, entréguense completamente a Dios, porque
antes estaban muertos pero ahora tienen una vida nueva. Así que usen todo su
cuerpo como un instrumento para hacer lo que es correcto para la gloria de
Dios.
En otras palabras
el nuevo YO tiene que reinar en tu cuerpo.
Cuando hablamos de hacer morir el “VIEJO YO”, estamos
suponiendo de inmediato que el “NUEVO YO” creado por
Cristo ha de reinar en nosotros.
Aquí se plantea una gran diferencia entre lo viejo y
lo nuevo,
Por
esto podemos manifestar estas preguntas:
¿Quién es el nuevo yo? ¿Cuál es la diferencia entre estos dos yo? Y ¿Soy yo todavía yo?
El versículo al comienzo de este capítulo describe el
nuevo yo en dos maneras:
Una manera es
casi inimaginable; la otra es obvia.
Es decir: Que el nuevo YO en
Cristo que vive en mí dice: “Y ya no vivo yo, más vive Cristo en mí”.
Lo que trato de decir es que
el nuevo YO
está definido por la presencia y ayuda de Cristo en todo tiempo.
El nuevo YO, está
siempre impartiéndome vida.
El nuevo YO, está
siempre fortaleciéndome para lo que me manda a hacer.
Es por eso que la Biblia
dice: Filipenses
4:13: Pues
todo lo puedo hacer por medio de Cristo,* quien me da las fuerzas.
Col 1:29 Es
por eso que trabajo y lucho con tanto empeño, apoyado en el gran poder de
Cristo que actúa dentro de mí.
En otras
palabras, Realizo la voluntad de mi Padre, por la potencia de él, al actuar en
mí.
De modo que al final el
nuevo YO
dice:
Romanos 15:18 Sin embargo, no me atrevo a
jactarme de nada, salvo de lo que Cristo ha hecho por medio de mí al llevar a
los gentiles a Dios a través de mi mensaje y de la manera en que he trabajado
entre ellos.
Esta es
la primera forma en que Gálatas 2:20 habla
del nuevo YO.
Un YO
habitado por Cristo, sostenido por Cristo, fortalecido por Cristo.
Eso es
lo que la muerte de Cristo trajo, y eso es lo que un cristiano es.
Es una triste
realidad que la carne queda en el creyente.
Las pasiones
y las tentaciones son algo con lo cual tendremos que luchar hasta el día de nuestro
encuentro con el Señor.
Sobre
esto declaró el apóstol Pablo su lucha interior al escribir Romanos 7:14-24.
Romanos 7:14 Por lo tanto, el problema no
es con la ley, porque la ley es buena y espiritual. El problema está en mí,
porque soy demasiado humano, un esclavo del pecado. (15) Realmente no me
entiendo a mí mismo, porque quiero hacer lo que es correcto pero no lo hago. En
cambio, hago lo que odio. (16) Pero, si yo sé que lo que hago está mal, eso
demuestra que estoy de acuerdo con que la ley es buena. (17) Entonces no soy yo
el que hace lo que está mal, sino el pecado que vive en mí. (18) Yo sé que en
mí, es decir, en mi naturaleza pecaminosa* no existe nada bueno. Quiero hacer
lo que es correcto, pero no puedo. (19) Quiero hacer lo que es bueno, pero no
lo hago. No quiero hacer lo que está mal, pero igual lo hago. (20) Ahora, si
hago lo que no quiero hacer, realmente no soy yo el que hace lo que está mal,
sino el pecado que vive en mí. (21) He descubierto el siguiente principio de
vida: que cuando quiero hacer lo que es correcto, no puedo evitar hacer lo que
está mal. (22) Amo la ley de Dios con todo mi corazón. (23) Pero hay otro
poder* dentro de mí que está en guerra con mi mente. Ese poder me esclaviza al
pecado que todavía está dentro de mí. (24) ¡Soy un pobre desgraciado! ¿Quién me
libertará de esta vida dominada por el pecado y la muerte?
La respuesta para este interrogante debería
ser, La FE Verdadera en CRISTO.
Cristo está viviendo en nosotros y capacitándonos para vivir del modo
que Él nos enseña a vivir.
Esta es su tarea.
Pero desde el lado nuestro se experimenta confiando en Él, momento tras
momento en que está con nosotros y nos ayuda.
La prueba de que Él estará con nosotros y nos ayudará a hacer esto es el
hecho de que sufrió y murió para que sucediera.
La fe que proviene de Dios y lo que agrada a Dios es lo que nos mueve a
vivir la vida cristiana sometidos a la VOLUNTAD de Dios y
a Cristo Jesús en el poder de su Espíritu.
Pablo dijo: “y
lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me
amó y se entregó a sí mismo por mí”.
Lo que queda claro es que la fe nos mueve a vivir en la fe del Hijo de
Dios, nuestro Señor Jesucristo.
Esto es lo que llamamos vivir en Cristo.
Lo que se entiende que la nueva vida en Cristo es enteramente de Cristo,
pero se manifiesta por medio del cuerpo gracias a la fe del creyente que
depende en todo y por todo de su Salvador.
La expresión “el cual me amó
y se entregó a sí mismo por mí”. es una frase que se puede interpretar como un acto de adoración y de
gratitud del apóstol Pablo, como diciendo, si Él hizo todo esto por mí, como no
voy yo a vivir por la fe lo que ahora vivo en la carne.
Grandiosa
declaración para demostrar lo que somos capaces de hacer por nuestro salvador.
Ya que
todo fruto del Espíritu brota de nuestra comprensión de que el viejo “YO” murió con Cristo para que su vida de resurrección
se manifieste a través del “YO” del
nuevo hombre creado según Dios.
Iglesia, Si hemos entendido
todo lo que Cristo hizo por nosotros, nuestra vida no tiene otro sentido, sino
es para vivirla en Él y para Él.
Gracia y Paz
Pastor y Administrador, Rogers Infante.
Bendiciones a mis hermanos en la fe.
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