BIENVENIDOS

Gracia y Paz en Cristo Jesús, Amados, soy el Pr. Rogers Infante. Discípulo de la obra de Dios, Promotor y fundador de la Iglesia Cristiana Palabra y Amor. Doy gracias a Dios por la posibilidad que nos da, de poder llevar su evangelio por medio de la palabra escrita a todos sus hogares y sitio de trabajo. Con la intención de poder compartirlos con todos ustedes ya que está en evidencia la gran necesidad de contar con material netamente de evangelización, que sirviera para llegarles en forma de mensajes. Muchas almas han encontrado a Cristo, por este medio, cuyo fin, es que la "palabra de Dios corra y sea glorificada" (2 Ts 3:1). Amados, la venida de Nuestro Señor Jesucristo a buscar a su iglesia, esta cerca. Por tal motivo el enemigo de las almas, Satanás, aprovechará en este último tiempo para engañar a cuantos pueda en este mundo; lo cual la Biblia nos advierte que no ignoremos sus maquinaciones. (2Co.2:11). Vivimos una era de engaños, donde se predica un falso evangelio facilista y meramente emocional. Además de otras ciertas doctrinas ortodoxas de la cristiandad, debemos estar alertados de estos lobos rapaces disfrazados de ovejas y que por dentro son unos Anatemas que venden el evangelio de JESÚS, La doctrina del "arrepentimiento de pecados" es rara vez predicada como se debe. La salvación por gracia se ha desvirtuado y las perdiciones son basadas en discursos que tienen mucho de sensacionalismo, pero carentes de fundamento bíblico vital para la genuina conversión de las almas. (Heb.4:12).Por tal motivo es necesario, predicar un evangelio fiel a la Biblia. Tu testimonio personal y tu vida de consagración a los pies de Cristo, es el arma más poderosa, para llevar la palabra de Dios.

¡Que tu vida, y la mía, sean solo para LA GLORIA DE DIOS!

lunes, 29 de julio de 2019

EL PRIVILEGIO Y PODER DE LA ORACION


EL PRIVILEGIO Y PODER DE LA ORACION

Cuando Jesús estaba orando en «un lugar», sus discípulos lo oyeron, y se sintieron profundamente conmovidos, por cuanto jamás ningún hombre en la tierra había orado como Él.
¡Qué calma espiritual, tenía Jesús para Orar!
¡Qué certidumbre de fe lo llenaba!
¡Qué santa familiaridad y comunión tenía con su Padre Jehová de los ejércitos!
¡Qué sobrecogedora realidad y poder había en estas sencillas expresiones de Jesús!

No es de asombrarse que cuando Jesús cesó de orar, sus discípulos acudieron a Él, con los ojos húmedos, diciendo: «Señor, enséñanos a orar».
El poder de la oración reside más en lo que somos que en lo que decimos.

Muchos son los que se atreven a llegar a la presencia de Dios por medio de una oración, en un estado de suciedad, arrugados, manchados, orgullosos y llenos de quien sabe cuenta depravaciones, para que Dios les conceda, lo que ÉL en su sano y Santo juicio no les dará.

Diferencia hay en los fieles, quienes oran sometidos a la voluntad de Dios, y tienen escrito a través de sus vidas «santidad al Señor».

Iglesia, la oración, debe ser y será por siempre, «el anhelo del corazón».
Si el corazón es recto para con Dios, entonces serán concedidos los deseos del corazón.
No se trata de “Señor tu sabes que yo…”
No se trata de “Te prometo que cuando salga de esto y aquello yo…”
No se trata de “Dame esto que necesito y yo…”
Excusas, excusas, excusas.
1Juan 5:14-15 Y estamos seguros de que él nos oye cada vez que le pedimos algo que le agrada. Y, como sabemos que él nos oye cuando le hacemos nuestras peticiones, también sabemos que nos dará lo que le pedimos.
Pero si el corazón es engañoso, y solo intenta poner a Dios en ridículo, calamidad, ruina y muerte vendrá sobre este pretencioso, egoísta y engañoso corazón.
Proverbios 26:22-28 Los rumores son deliciosos bocaditos que penetran en lo profundo del corazón. Las palabras suaves* pueden ocultar un corazón perverso, así como un barniz atractivo cubre una olla de barro. La gente podrá encubrir su odio con palabras agradables, pero te están engañando. Fingen ser amables, pero no les creas; tienen el corazón lleno de muchas maldades.* Aunque su odio esté encubierto por engaños, sus fechorías serán expuestas en público. Si tiendes una trampa para otros, tú mismo caerás en ella. Si echas a rodar una roca sobre otros, no los aplastará a ellos sino a ti. La lengua mentirosa odia a sus víctimas, y las palabras aduladoras llevan a la ruina.

Los deseos son abundantes en los corazones humanos, pero ¡cuán pocos son confiadamente susurrados al oído de Dios!
Muchos, prefieren poner su confianza en el mundo.
Muchos son los que obedecen primeramente al Mundo.  
Estos hacen primero lo del mundo, consultan con el mundo y el mundo los guía y peor aún le informa lo que deben hacer.
Y como no les resulta el haber puesto sus oídos y confianza en el mundo, viene a Dios, poniéndolo de último, para que Dios, como última opción, les resuelva su situación.

Por eso sus oraciones no son escuchadas.
Por eso viven como ellos mismos desean vivir.
Por eso no ven avances en sus vidas.
Por eso cada día que pasa, se entregan más al mundo, ignorando sus propias destrucciones.

El motivo es que no saben llegar a Dios, como debe ser.
Y la forma de llegar a Dios es arrepentidos, para no volver a caer.
La forma de llegar a Dios, es estar limpios y ser obediente y fiel en su palabra.
¿Cuántos han pretendido engañar al Espíritu con un falso arrepentimiento, para que Dios escuche sus falsas oraciones?
Miren usted puede cometer cualquier tipo de pecado, luego puede arrepentirse delante de Dios, para no volverlo a hacer.
Pero la blasfemia contra el Espíritu, pretendiendo engañar a Dios, No tendrá perdón en esta vida, ni en la venidera.
Mateo 12:31-32 »Por eso les digo, cualquier pecado y blasfemia pueden ser perdonados, excepto la blasfemia contra el Espíritu Santo, que jamás será perdonada. El que hable en contra del Hijo del Hombre puede ser perdonado, pero el que hable contra el Espíritu Santo jamás será perdonado, ya sea en este mundo o en el que vendrá.

Observe entonces que si vamos a llegar a la presencia de Dios, debemos hacerlo sin manchas, arrepentidos y con un corazón dispuesto a escuchar lo que Dios nos manda en su palabra, para obedecer guste o no nos guste.
De lo contrario no se ponga a orar, sino no está obedeciendo a Dios.

Recele a Satanás, ese si se complace con los falsos, mentirosos, orgullosos y depravados.
Pero no se engañe usted mismo, ni pretenda engañar al Espíritu de Dios.

La oración es necesaria para nuestra vida.
Y más que necesaria, nos permite estar en una perfecta comunión con nuestro Padre y su Hijo Jesús en el Espíritu.

Observe la necesidad que tenemos para orar.
Los Discípulos le dijeron: «Señor, enséñanos a orar» (v. 1).
Todos los hombres oran en el sentido de desear o de anhelar fervorosamente algo, pero no ante el Dios viviente.
Nunca se aprende a orar si no hemos recibido realmente a Jesús en nuestro corazón.
Porque Jesús en nuestro corazón, transforma nuestra manera de vivir.
De esa manera aprendemos a hablar personalmente a con Dios.
Y más que hablar le conocemos, por cuanto Él nos oye, por nuestra obediencia y fidelidad.

La relación con Dios es una clamorosa necesidad del alma del hombre.
Necesitamos más que simpatía humana.
Necesitamos una ayuda mayor que la humana.
El poder y la compasión DIVINOS son la contrapartida de la debilidad y necesidad humanas.
Por eso sus discípulos dijeron: «Señor, enséñanos a orar».
Para enseñarle a orar a una persona, hay que enseñarle primero que se arrepienta de sus pecados.

Jesús es el Maestro de la oración. «Señor, enséñanos.»
Jesús es el único que nos puede instruir en el camino hacia el Padre.
Toda su vida la vivió en la atmósfera de la oración.
Constantemente respiraba el aliento del cielo.
Y en cada una de sus acciones oímos la voz de su ruego en nuestro favor.

Su vida santa, su angustia por nosotros en el huerto, su muerte expiatoria, y su resurrección de entre los muertos fueron todas ellas voces poderosas de súplica a Dios, su Padre.

Él, que pasó noches enteras en oración y en la sagrada comunión con su Padre.
Él, nos enseña a orar dándonos un amplio atisbo a la pobreza de nuestras propias naturalezas, para que podamos tener hambre de justicia.
Romanos 8:25-30 Pero, si deseamos algo que todavía no tenemos, debemos esperar con paciencia y confianza). Y el Espíritu Santo nos ayuda en nuestra debilidad. Por ejemplo, nosotros no sabemos qué quiere Dios que le pidamos en oración, pero el Espíritu Santo ora por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y el Padre, quien conoce cada corazón, sabe lo que el Espíritu dice, porque el Espíritu intercede por nosotros, los creyentes,* en armonía con la voluntad de Dios. Y sabemos que Dios hace que todas las cosas cooperen* para el bien de los que lo aman y son llamados según el propósito que él tiene para ellos. Pues Dios conoció a los suyos de antemano y los eligió para que llegaran a ser como su Hijo, a fin de que su Hijo fuera el hijo mayor* de muchos hermanos. Y, después de haberlos elegido, Dios los llamó para que se acercaran a él. Y, una vez que los llamó, los puso en la relación correcta con él. Y, luego de ponerlos en la relación correcta con él, les dio su gloria.
Él nos enseña a orar revelándonos, por su Espíritu, sus propias e inescrutables riquezas, para que podamos anhelar profundamente los mejores dones y bendiciones.
Hebreos 4:14-16 Por lo tanto, ya que tenemos un gran Sumo Sacerdote que entró en el cielo, Jesús el Hijo de Dios, aferrémonos a lo que creemos. Nuestro Sumo Sacerdote comprende nuestras debilidades, porque enfrentó todas y cada una de las pruebas que enfrentamos nosotros, sin embargo él nunca pecó. Así que acerquémonos con toda confianza al trono de la gracia de nuestro Dios. Allí recibiremos su misericordia y encontraremos la gracia que nos ayudará cuando más la necesitemos.
En respuesta a sus oraciones Jesús les dijo:
Lucas 11:2 «Cuando oren, digan: Padre nuestro que estás en los cielos», etc.
Al poner esta oración en sus bocas, Jesús, no solo les estaba enseñando el orden en que nuestras oraciones deberían ser presentadas, sino que también, deberíamos creer en un mismo espíritu.
De esa manera nuestra condición de corazón se refleja en la verdadera oración.

Porque digo esto:
Porque el aspecto subjetivo en la oración implica una condición de:

1. FILIACIÓN. «Padre nuestro.»
Antes que podamos decir «Padre nuestro» en ningún sentido real, tenemos que haber recibido a Jesús en nuestro corazón y así mismo el Espíritu de adopción.
Romanos 8:14-16 Pues todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no han recibido un espíritu que los esclavice al miedo. En cambio, recibieron el Espíritu de Dios cuando él los adoptó como sus propios hijos.* Ahora lo llamamos «Abba, Padre»*. Pues su Espíritu se une a nuestro espíritu para confirmar que somos hijos de Dios.
En otras palabras: Tenemos que ser hechos hijos fieles y obedientes mediante la recepción de su Hijo antes que podamos honradamente dirigirnos a Él como Padre.
Juan 1:12-13 Pero, a todos los que creyeron en él y lo recibieron, les dio el derecho de llegar a ser hijos de Dios. Ellos nacen de nuevo, no mediante un nacimiento físico como resultado de la pasión o de la iniciativa humana, sino por medio de un nacimiento que proviene de Dios.

2. SANTIFICACIÓN. «Santificado sea tu nombre.» Lucas 11:2
Su nombre significa todo lo que Él es en su santidad, rectitud, amor y Justicia.
¿Cómo puede un alma no santificada santificar el nombre de Dios?
¿Qué comunión tiene la luz con las tinieblas?
Si su Nombre debe ser santificado en nosotros, nosotros mismos debemos ser santificados a su Nombre por medio de su Hijo Jesús, mediante la obediencia y la fidelidad.

La pregunta es: ¿Tiene usted a Jesús en su corazón?
O ¿tiene usted a un barjesus?

3. SUJECIÓN. «Venga tu reino.» Lucas 11:2
¿Cómo podemos hacer esta petición si no estamos dispuestos a que nuestros propios corazones y pensamientos se sometan a su gobierno?
Así, para poder orar, tiene que haber un sometimiento entero a la voluntad de Dios.
No a medias, ni mucho menos en parte.
Romanos 14:17-20 Pues el reino de Dios no se trata de lo que comemos o bebemos, sino de llevar una vida de bondad, paz y alegría en el Espíritu Santo. Si tú sirves a Cristo con esa actitud, agradarás a Dios y también tendrás la aprobación de los demás. Por lo tanto, procuremos que haya armonía en la iglesia y tratemos de edificarnos unos a otros. No destruyas la obra de Dios a causa de lo que comes. Recuerda que todos los alimentos están permitidos; lo malo es comer algo que haga tropezar a otro.

4. CONSAGRACIÓN. «Hágase tu voluntad.»
Para decir «Hágase tu voluntad» debe primero haber una buena disposición a hacer su voluntad.
                          
Es decir, que cuando una persona dice “Hágase tu voluntad” quiere decir que esta persona está sujeta y sometida en todos los aspectos de la vida, a la voluntad de Dios.
En otras palabras: esa persona, está completamente apartada para Dios y su caminar, testimonio y acción, las dirige Dios por medio de su hijo Jesús.

5. AMOR FRATERNAL. «Y perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a los que nos ofenden», Lucas 11:4. etc.
Nuestras oraciones pueden quedar muchas veces estorbadas por la carencia de la ternura de corazón hacia los que puedan tener alguna actitud negativa con nosotros.
Efesios 4:30-32 No entristezcan al Espíritu Santo de Dios con la forma en que viven. Recuerden que él los identificó como suyos,* y así les ha garantizado que serán salvos el día de la redención.  Líbrense de toda amargura, furia, enojo, palabras ásperas, calumnias y toda clase de mala conducta. Por el contrario, sean amables unos con otros, sean de buen corazón, y perdónense unos a otros, tal como Dios los ha perdonado a ustedes por medio de Cristo.
Ahora, ¿Revela esto el espíritu con que oramos?
¿Entristece usted al Espíritu de Dios en la forma en que vives?
¿Cómo es tu conducta delante de Dios?

Dice la palabra de Dios:
Lucas 11:9-10 »Así que les digo, sigan pidiendo y recibirán lo que piden; sigan buscando y encontrarán; sigan llamando, y la puerta se les abrirá. Pues todo el que pide, recibe; todo el que busca, encuentra; y a todo el que llama, se le abrirá la puerta.
La simplicidad en la oración es: «Pedid, y se nos dará».
Cuanto más vayamos amoldándonos a la imagen de Cristo, por nuestra obediencia y fidelidad, tanto más cerca llegaremos a la misma presencia de Dios.

Y cuanto más nos alleguemos a Él en nuestra verdadera semejanza de alma a Él, tanto más simples y como de niño serán nuestras oraciones. «Pedid, y recibiréis.»

Iglesia, La eficacia de la oración, como dice Lucas 11:13
Lucas 11:13 Así que, si ustedes, gente pecadora, saben dar buenos regalos a sus hijos, cuánto más su Padre celestial dará el Espíritu Santo a quienes lo pidan».
Quiere decir que el Padre dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan.
Pero para pedirlo hay que tener una vida santa, arrepentidos, ser fieles y obediente.
Porque al dar el Espíritu, Él pone dentro del alcance de cada hijo suyo CADA BENDICIÓN ESPIRITUAL.

Dice la palabra:
Efesios 3:14-20 Cuando pienso en todo esto, caigo de rodillas y elevo una oración al Padre,* el Creador de todo lo que existe en el cielo y en la tierra.* Pido en oración que, de sus gloriosos e inagotables recursos, los fortalezca con poder en el ser interior por medio de su Espíritu. Entonces Cristo habitará en el corazón de ustedes a medida que confíen en él. Echarán raíces profundas en el amor de Dios, y ellas los mantendrán fuertes. Espero que puedan comprender, como corresponde a todo el pueblo de Dios, cuán ancho, cuán largo, cuán alto y cuán profundo es su amor. Es mi deseo que experimenten el amor de Cristo, aun cuando es demasiado grande para comprenderlo todo. Entonces serán completos con toda la plenitud de la vida y el poder que proviene de Dios. Y ahora, que toda la gloria sea para Dios, quien puede lograr mucho más de lo que pudiéramos pedir o incluso imaginar mediante su gran poder, que actúa en nosotros.
Muchos de nosotros tienen todavía que aprender lo que nuestro Padre lleno de gracia está dispuesto a hacer por nosotros, y por medio de nosotros, por su don del Espíritu Santo.

Como colaborador de Dios Padre y de su Hijo Jesús, les ruego que no reciban esta gracia de Dios en vano. Él dice y con esto termino.
Juan 14:12-14 »Les digo la verdad, todo el que crea en mí hará las mismas obras que yo he hecho y aún mayores, porque voy a estar con el Padre. Pueden pedir cualquier cosa en mi nombre, y yo la haré, para que el Hijo le dé gloria al Padre. Es cierto, pídanme cualquier cosa en mi nombre, ¡y yo la haré!
Gracia y Paz.
Pastor y Administrador, Rogers Infante.
Que Dios te bendiga.

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