LA CONFIANZA EN DIOS ME DA LA VICTORIA.
Pastor Rogers Infante
Mateo 5:14-16 »Ustedes son la luz del mundo, como
una ciudad en lo alto de una colina que no puede esconderse. Nadie enciende una lámpara y luego la pone debajo de una canasta. En cambio, la coloca en un
lugar alto donde ilumina a todos los que están en la casa. De la misma manera, dejen que sus buenas acciones brillen a la vista de
todos, para que todos alaben a su Padre celestial.
Efesios 2:10
Pues somos la obra maestra de Dios. Él nos creó de nuevo en Cristo Jesús,
a fin de que hagamos las cosas buenas que preparó para nosotros tiempo atrás.
Nosotros los creyentes somos
la obra maestra de Dios.
En cierta forma nuestra vida
es como una obra de arte, pues refleja una mezcla de momentos difíciles y otros
exitosos.
Cuando estamos
en las manos de nuestro alfarero adquirimos una perspectiva distinta y vemos
lecciones importantes que aprendemos en medio de las pruebas.
Es decir:
haciendo de los momentos de gozo aún más especiales.
Nuestro amor por Dios y por
otras personas crece cuando le permitimos a Él guiarnos con su luz cada día.
Cada nuevo creyente es un
trofeo glorioso que muestra la bondad de Dios al darle vida, al resucitarlo y
sentarlo en victoria juntamente con Cristo.
Recordemos que
fuimos salvos para ser testimonio de Jesús.
Por lo tanto el
alma salva es una creación divina.
Dicho de otra
manera: somos hechura de Dios, creados en Cristo para buenas obras.
El propósito de Dios es
hacernos nuevas criaturas completamente de su agrado, para ser testimonio al
mundo, como dice 2Corintios 5:17-20.
2Corintios 5:17-20 Esto significa que todo el
que pertenece a Cristo se ha convertido en una persona nueva. La vida antigua
ha pasado, ¡una nueva vida ha comenzado! Y todo esto es un regalo de
Dios, quien nos trajo de vuelta a él mismo por medio de Cristo. Y Dios
nos ha dado la tarea de reconciliar a la gente con él. Pues Dios estaba en Cristo reconciliando al mundo consigo mismo, no
tomando más en cuenta el pecado de la gente. Y nos dio a nosotros este
maravilloso mensaje de reconciliación. Así que somos embajadores de
Cristo; Dios hace su llamado por medio de nosotros. Hablamos en nombre de
Cristo cuando les rogamos: «¡Vuelvan a Dios!».
Lo que somos ahora depende
de nuestra relación con Cristo.
Ya que al convertirnos
a Él, seremos más que vencedores.
Es decir: Que
debemos agradarlo en todo lo que hacemos.
Pues el hombre viejo bajo la
influencia de Satanás y sujeto a su estilo de vida no podrá hacer las buenas
obras que agradan a Dios.
Tenga muy
presente que sólo una creación nueva al estilo de Jesús podrá satisfacer el
propósito eterno y hacer la voluntad del Padre.
Por eso Dios ha hecho las
provisiones necesarias para un nuevo estilo de vida, “las cuales Dios preparó
de antemano para que anduviésemos en ellas”.
Las buenas obras no son
accesorios en la vida de un cristiano sino que son parte del plan eterno de
Dios para él.
Cuando vemos
el cuadro completo se describe la obra de Dios en cada uno de nosotros.
Es decir: lo
que éramos antes de Cristo, lo que hizo en nosotros cuando nos convertimos por
su gracia y el resultado, lo que somos ahora gracias a Él.
Para que suceda ese cambio
en nosotros, lo primero y fundamental es confiar de todo corazón en Dios padre
y su Hijo Jesús, sin ningún tipo der excusas.
Iglesia, su palabra dice:
Proverbios 3:5-7 Confía en el SEÑOR
con todo tu corazón, no dependas de tu propio entendimiento. Busca su voluntad en todo lo que hagas, y él te mostrará cuál camino tomar. No te dejes impresionar por tu
propia sabiduría. En cambio,
teme al SEÑOR y aléjate del mal.
La victoria depende por
completo de que confíes en Dios, y no de que trates de triunfar tú mismo con
tus propias ideas.
Recuerda que tenemos al Dios
viviente de nuestro lado, sólo lucha en el nombre del Señor y vencerás.
Pero para vencer debes poner en práctica su palabra
y confianza en Él.
Deuteronomio 11:18-19 »Por lo tanto,
comprométete de todo corazón a cumplir estas palabras que te doy. Átalas a tus
manos y llévalas sobre la frente para recordarlas. Enséñalas a tus
hijos. Habla de ellas en tus conversaciones cuando estés en tu casa y cuando
vayas por el camino, cuando te acuestes y cuando te levantes.
Los judíos confiaban
plenamente en Dios, y en obediencia a la ley utilizaban unas pequeñas bolsas de
cuero que contenían pasajes de la ley, se las amarraban en la frente y en el
brazo izquierdo durante las oraciones, y también las colocaban en el marco de
la puerta.
Pero ahora
Dios quiere que las grabemos en nuestra mente para que nuestros pensamientos
sean renovados.
Pues no puede
haber buenas costumbres en la vida, si no hay buenos pensamientos, buenos
afectos y buenos principios en el corazón.
Hoy vivimos tan llenos de
trabajo y de compromisos que es difícil tener el tiempo para orar y estudiar la
Palabra de Dios en familia.
Por eso es necesario y
fundamental, dirigir nuestra familia a Cristo.
Es de nuestra entera obligación, acercarnos más
entre padres e hijos enseñándoles la Palabra de Dios, pues es luz a sus pies y
lumbrera a su camino.
En otras palabras: es vida y es poder de Dios.
La Palabra de Dios dice:
Pro 22:6 Dirige a tus hijos por el camino correcto, y cuando sean mayores,
no lo abandonarán.
Nada hará más por la
prosperidad de una familia y un pueblo, que la buena educación de los hijos
guiada por la Palabra de Dios.
Lamentablemente
muchos padres de familia, aunque con sus labios confiesan que creen y aman la
Palabra de Dios, que la aceptan como autoridad y como verdad incontrovertible,
demuestran que hacen todo lo contrario en su actuar cotidiano.
Por tanto deben practicar lo
que se enseña, esto da autoridad moral para enseñar y corregir.
Por eso dice “las atarás como
señal en vuestra mano”.
Tenga muy en cuenta que con
el comportamiento y el ejemplo se hace visible el cumplimiento o no de la
Palabra de Dios en el ser humano.
Iglesia, establezca
el altar familiar.
Busque la hora donde todos
pueden estar juntos, aliméntense con la Palabra de Dios.
Estúdiela y repítalas a sus
hijos.
Hablen sobre
los propósitos eternos, su gran amor, pues esto cubrirá a su familia de tanto
bombardeo del mundo.
La casa debe convertirse en
templo de adoración y enseñanza del Dios vivo y verdadero.
Solo así una casa que cumple
con las perspectivas que Dios manda, avanzara hacia
la victoria.
Salmos 23:4-6 Aun cuando yo pase por el valle más oscuro,* no temeré, porque tú
estás a mi lado. Tu vara y tu cayado me protegen y me confortan. Me preparas un banquete en presencia de mis enemigos. Me honras ungiendo mi
cabeza con aceite. Mi copa se desborda de bendiciones. Ciertamente tu bondad y
tu amor inagotable me seguirán todos los
días de mi vida, y en la casa del SEÑOR viviré por siempre.
La Biblia dice: “Así venció
David al filisteo con honda y piedra; e hirió al filisteo y lo mató, sin tener
David espada en su mano” (1 Samuel 17:50).
Un joven
pastor, armado sólo con su vara, su honda y su fe en Dios derribó a un temible
gigante.
Ahora, Jesús
es tu Pastor y hará lo mismo en tu vida si tú se lo permites.
Y la única
manera de permitírselo es caminando en obediencia y fidelidad.
Él dijo:
Juan 10:11 »Yo soy el
buen pastor. El buen pastor da su vida en sacrificio por las ovejas.
Jesús promete guiarte y
protegerte, aderezar mesa en presencia de tus enemigos.
Por tanto, si
las amenazas, las incertidumbres y las luchas se van agolpando alrededor de ti,
tu Pastor extiende un banquete de provisiones en medio de la batalla, pues nada
te faltará mientras te abres paso hacia la libertad.
Qué grande es la confianza
que David tenía en el Señor, que a pesar de haber pasado por cantidad de
adversidades, pudo afirmar con seguridad:
Sal 23:4 Aun cuando yo pase por el valle más oscuro,* no temeré, porque tú estás a mi lado. Tu vara y tu cayado me
protegen y me confortan.
David sabía que Dios lo
tenía todo bajo su control.
Durante los
tiempos más tenebrosos, supo reconocer que Dios estaba a su lado, caminando con
él a través del valle.
Tú puedes tener esa misma
confianza, si caminas en obediencia y fidelidad.
Recuerda que Él siempre está
con los que le obedecen y hacen su voluntad.
Dios, tiene especial cuidado
de ti, de mí, y sabe lo que es mejor para nosotros.
La
declaración: “Tu vara y tu cayado me infunden aliento” es de gran seguridad.
Son dos cosas
que representan la disciplina y dirección del Señor.
Es decir, hay corrección si
no se hace la voluntad de Dios, y hay guía si obedecemos las instrucciones
basadas en su Palabra.
Por tanto, toma un asiento
ante la extraordinaria mesa de Dios y siéntate, disfruta de la presencia de tu
Padre celestial.
Ya para
terminar quiero decirles que acudan a Él cada vez que te sientas agotado y
cargado.
Recuerda que
Él, ha prometido a sus fieles que les hará descansar.
Iglesia, Avanza hacia la
victoria que Él tiene para ti y observa cómo caen uno tras otro los gigantes
que hay en tu vida, gracia a la confianza puesta en Dios Padre y su Hijo Jesus.
Gracia y Paz.
Pastor y Administrador, Rogers Infante.
Que Dios te bendiga.
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