QUE NUESTRO
ÁNIMO NO DESMAYE.
La vida del ser humano está direccionada de tal manera que tenemos que
‘vencer por fe’ y no por agudeza intelectual, ni por riquezas ni por pericia
política.
Tras el abundante alimento espiritual que hemos
recibido en esta iglesia, cabe dedicar unos minutos a los pocos de la Iglesia
que se encuentren espiritualmente desnutridos, incluso a aquellos cuyo ánimo se
haya cansado hasta desmayar.
Hebreos 12:3-4 Piensen en toda la hostilidad que soportó por parte de pecadores,* así no
se cansarán ni se darán por vencidos. Después de todo, ustedes aún no han dado
su vida en la lucha contra el pecado.
La fe de algunos hermanos se ha visto menoscabada por circunstancias como:
Enfermedades crónicas o graves.
Angustiosos apuros económicos.
Profundo desengaño con el cónyuge o con algún amigo.
Pero de algo debemos tener presente, y es que la adversidad, o aumentará la
fe o hará brotar la raíz de amargura que nos estorbara en nuestra vida.
Hebreos 12:15 Cuídense unos a
otros, para que ninguno de ustedes deje de recibir la gracia de Dios. Tengan
cuidado de que no brote ninguna raíz venenosa de amargura, la cual los
trastorne a ustedes y envenene a muchos.
A algunos hermanos ahora se les da por preocuparse primero por el mundo que
su familia.
Cuando deberíamos primero organizar nuestra casa, para que de esa manera
podamos orientar a los demás.
Mateo 13:5-6 Otras cayeron en tierra poco profunda con roca debajo de
ella. Las semillas germinaron con rapidez porque la tierra era poco profunda.
Pero pronto las plantas se marchitaron bajo el calor del sol y, como no tenían raíces profundas, murieron.
Otros se encuentran desfallecidos por pecados ocultos.
Otros están fatigados de andar vacilantes por el valle de la decisión.
1Reyes 18:20-21 Entonces Acab convocó a todos los israelitas y a los profetas al monte Carmelo. Elías se paró
frente a ellos y dijo: «¿Hasta cuándo seguirán indecisos, titubeando entre dos
opiniones? Si el SEÑOR es Dios, ¡síganlo! Pero si Baal es el verdadero Dios,
¡entonces síganlo a él!». Sin embargo, la gente se mantenía en absoluto
silencio.
Otros, al concentrarse neciamente en otras cosas en lugar de concentrarse
en Jesús, que es el Fundamento Seguro, están agotados por la desilusión.
Pero sean cuales fueren las causas precedentes,
cualquier desfallecimiento del ánimo trae consigo cierta pérdida de la
conciencia espiritual y junto con ella, la inclinación a atribuir despropósitos
a Dios.
Job 1:21 y dijo: «Desnudo salí del vientre de mi
madre y desnudo estaré cuando me vaya. El SEÑOR me dio lo que tenía y el SEÑOR
me lo ha quitado. ¡Alabado sea el nombre del SEÑOR!». A pesar de todo, Job no pecó porque no
culpó a Dios.
La advertencia de no cansarnos de hacer el bien contiene la prescripción para
evitar esa fatiga.
Gálatas 6:8-10 Los que viven sólo para satisfacer los deseos de su propia naturaleza pecaminosa
cosecharán, de esa naturaleza, destrucción y muerte. Pero los que viven para
agradar al Espíritu, del Espíritu, cosecharán vida eterna. Así que no nos
cansemos de hacer el bien. A su debido tiempo, cosecharemos numerosas
bendiciones si no nos damos por vencidos. Por lo tanto, siempre que tengamos
la oportunidad, hagamos el bien a todos, en especial a los de la familia de la
fe.
Iglesia, tenemos que servir siendo mansos y humildes de corazón, para
evitar así las fatigosas cargas de la autocompasión y la hipocresía.
Tenemos que orar siempre para no desmayar, a fin de
que nuestras obras sean en verdad para el beneficio de nuestras almas, lo cual
es muchísimo más que tan sólo una petición mecánica.
Aun cuando seamos justamente disciplinados o reprendidos, no debemos
desmayar, puesto que junto con la reprensión viene el renovador amor del Señor.
Hebreos 12:5-8 ¿Acaso
olvidaron las palabras de aliento con que Dios les habló a ustedes como a
hijos? Él dijo: «Hijo mío, no tomes a la ligera la disciplina del Señor y no te
des por vencido cuando te corrija. Pues el SEÑOR disciplina a los que ama y
castiga a todo el que recibe como hijo»*. Al soportar esta disciplina divina,
recuerden que Dios los trata como a sus propios hijos. ¿Acaso alguien oyó hablar de un
hijo que nunca fue disciplinado por su padre? Si Dios no los disciplina a ustedes
como lo hace con todos sus hijos, quiere decir que ustedes no son
verdaderamente sus hijos, sino ilegítimos.
Por consiguiente, no se puede estar lleno de fe y libre de pruebas.
Porque el
servir, el estudiar, el orar y el adorar a Dios son los cuatro
puntos fundamentales para completar lo que falte a nuestra fe y ser bendecidos.
1Tesalonisenses 3:10 Día y noche
oramos con fervor por ustedes, pidiéndole a Dios que nos permita volver a
verlos y completar lo que falte en su fe.
Si dejamos de alimentar nuestra fe en cualquiera de
esas cuatro formas, seremos vulnerables.
El no estudiar la palabra de Dios, equivale a
desnutrirse intelectual y espiritualmente.
Porque las palabras inspiradas del Libro Sagrado –La Biblia, son muy
importantes para nuestro diario vivir, ya que el hombre que obra por la fe,
obra por la palabra de Dios.
La falta de la ferviente oración personal y de la
profunda y verdadera adoración a Dios también corroe nuestra fe, por lo cual
podríamos desmayar.
Mucho depende de nuestra fe individual.
Los Apóstoles dijeron al Señor: “Auméntanos la fe”
(Lucas 17:5).
Esa petición es natural, ya que hemos de andar por fe, no por vista.
2Corintios 5:6-7 Así que siempre
vivimos en plena confianza, aunque sabemos que mientras vivamos en este cuerpo
no estamos en el hogar celestial con el Señor. Pues vivimos por lo que creemos y
no por lo que vemos.
La vida se ha proyectado de tal manera que tenemos que vencer por la fe y
no por agudeza intelectual, ni por riquezas ni por pericia política.
Sin embargo, algunos que buscan los premios de la fe
muchas veces se desilusionan cuando se les dice que deben estudiar, servir, orar y adorar a
Dios.
Como ocurrió con el leproso Naamán, parece que esperan que acontezca algo
grande y dramático que no requiera obediencia al consejo.
2Reyes 5:10-14 pero Eliseo le mandó a decir mediante un mensajero: «Ve y lávate siete veces en el río Jordán.
Entonces tu piel quedará restaurada, y te sanarás de la lepra». Naamán se enojó
mucho y se fue muy ofendido. «¡Yo creí que el profeta iba a salir a recibirme!
—dijo—. Esperaba que él moviera su mano sobre la lepra e invocara el nombre del
SEÑOR su Dios ¡y me sanara! ¿Acaso los ríos de Damasco —el Abaná y el Farfar—
no son mejores que cualquier río de Israel? ¿Por qué no puedo lavarme en uno de
ellos y sanarme?». Así que Namaán dio media vuelta y salió enfurecido. Sus oficiales trataron de hacerle entrar en razón y le dijeron: «Señor,* si el
profeta le hubiera pedido que hiciera algo muy difícil, ¿usted no lo habría
hecho? Así que en verdad debería obedecerlo cuando sencillamente le dice: “¡Ve,
lávate y te curarás!”». Entonces Naamán bajó al río Jordán y se sumergió
siete veces, tal como el hombre de Dios le había indicado. ¡Y su piel quedó tan
sana como la de un niño, y se curó!
La fe nos proporciona cada vez más evidencia de lo que no se ve. (Hebreos 11:1).
Algunas personas desechan esa real evidencia
espiritual porque el hombre natural no percibe, ni discierne las cosas que son
del Espíritu de Dios.
1Corintios 2:14 Pero los que no son espirituales* no pueden recibir esas
verdades de parte del Espíritu de Dios.
Todo les suena ridículo y no pueden entenderlo, porque sólo los que son
espirituales pueden entender lo que el Espíritu quiere decir.
Pero esa estrechez de criterio de las otras personas no debe impedirnos al
resto llegar a esa vivificante evidencia.
A menudo, circunstancias propicias preceden a la
edificación de la fe, beneficiando a los que se hallan y sobre todo preparados
para oír la palabra.
Esos comienzos requieren al menos un deseo de creer y luego, el ejercer un
poco de fe.
Si damos lugar y plantamos la semilla de la fe, esta crece visiblemente y
al hincharse, nos ilumina y nos fortalece.
Es
decir: Llegamos a ser nuestro propio verificador interior y
confirmamos ese aumento de nuestra fe.
Es preferible alimentar así nuestra fe en lo que al parecer es un proceso
común, a experimentar sucesos extraordinarios sólo para tropezar después ante
los problemas usuales de la vida.
En ese proceso de experimentación y verificación
personales, no pueden pasarse por alto las diversas pruebas, ya que la fe no se
adquiere de una vez sino que esta va creciendo simultáneamente cada vez que nos
alimentamos con la palabra de Dios.
Todos nos encontramos en diferentes puntos de nuestra vida, y en ese punto
de desear, experimentar, verificar y saber, es donde empieza a funcionar
nuestra fe.
En otras palabras: La fe trae consigo una profunda confianza en Dios,
cuyo conocimiento es perfecto.
En comparación, nuestro bagaje de experiencia es tan
pequeño, pero el escudriñar las Santas Escrituras nos abre la puerta a un
anchísimo mar de divinas experiencias espirituales.
La fe completa
tiene diversas facetas.
La fe en Dios y en el Señor Jesucristo, supone fe no sólo en la existencia
de Ellos sino también en Su poder para redimir.
La fe también supone confianza en la hora señalada por
Dios, puesto que Él ha dicho, Mas todas las cosas tienen que acontecer en su
hora.
La fe igualmente nos ayuda en las pruebas que nos da Dios para el
desarrollo nuestro.
¿Pero qué ocurre si de vez en cuando, al estar haciendo esas cuatro cosas
esenciales como: servir, estudiar, orar y adorar a Dios, NO recibimos las
bendiciones prometidas?
Primero, revisemos “nuestro
entorno”, ya que los cuatro componentes son necesarios y puede ser que falte
alguno o que esté funcionando mal.
Segundo, hagámonos una
pregunta muy básica: ¿Tenemos de verdad el deseo de
creer?
En realidad, a algunos les resulta difícil ser discípulos de Cristo porque
lo del mundo les atrae más que el alimento espiritual, por eso no ven llegar
las bendiciones, sino solo problemas.
Esto ocurre porque esas personas sirven
superficialmente a Dios, sin una verdadera intención, y lo más ilógico es que pretenden
ser bendecidos.
Miren hay bendiciones que llegan a las personas,
porque un Siervo justo de Dios, clamo para que esa bendición llegara.
Pero así mismo, el señor las quita, si esta persona no
es fiel ni obediente a su palabra.
En otras
palabras: Probó la bendición, pero no permaneció en esa persona por su condición
falsa ante Dios.
Tercero, Muchos
pretender que Cristo venga a nosotros en lugar de ir nosotros a Él.
De cierto, El espera todo el día con los brazos abiertos para recibir al arrepentido
de corazón, pero hay que levantarse e ir hacia Él.
Lucas 15:18 Volveré a la casa de
mi padre y le diré: ‘Padre, he pecado contra el cielo y contra ti.
Iglesia, la verdadera fe acepta las pruebas que Dios nos da individualmente.
Dios no puede responder afirmativamente a todas y a cada una de nuestras
peticiones.
Eso, suponiendo que todas nuestras peticiones fueran “justas” y
espiritualmente “convenientes.
Recordemos que el Apóstol Pablo admitió que a veces no sabemos pedir como
conviene.
Romanos 8:26 Y el Espíritu Santo nos ayuda en nuestra
debilidad. Por ejemplo, nosotros no sabemos qué quiere Dios que le pidamos en
oración, pero el Espíritu Santo ora por nosotros con gemidos que no pueden
expresarse con palabras.
Por ejemplo, con el transcurso del tiempo, aunque ello nos avergüence,
nuestras faltas personales pueden hacerse evidentes.
¿Pero de que otro modo veremos por dónde fallamos?
El refinamiento espiritual no es sólo refinar lo tosco, sino refinar aún más
lo que ya es fino.
Cuando se escoge o se actúa con imprudencia, si tenemos una fe débil, no
sólo exigimos que se nos rescate, sino que deseamos que se nos rescate en
privado, sin dolor y rápidamente, o, al menos, que se nos azote sólo con
algunos correazos espirituales.
Iglesia, ¿Cómo podremos sentirnos en verdad
perdonados si primero no nos sentimos responsables de nuestras faltas?
¿Cómo aprenderemos por nuestra propia experiencia si no la reconocemos la nuestra?
En la prueba de nuestra fe, a veces pensamos que Dios nos ha abandonado.
Lo cierto es que nuestro proceder nos ha alejado de Él.
Es cuando comenzamos a sentir las consecuencias de nuestras faltas, por
nuestra infidelidad y nuestra desobediencia al alejarnos de Él.
Y por alejarnos y no regresar plenamente a Dios
arrepentidos, entonces empezamos a experimentar esa sensación de haber sido
abandonados.
Ninguna parte del andar por la fe es más difícil que la de recorrer el
camino del arrepentimiento.
Pero con fe para arrepentirnos haremos a un lado el obstáculo del orgullo y
suplicaremos misericordia a Dios.
En
otras palabras: Simplemente nos entregamos a Dios.
Debemos preocuparnos por lo que Dios piensa de nosotros y no lo que piensa
los demás.
Nuestra fe en el Señor debe llevarnos a sostener a nuestro
líder ungido.
Por eso los miembros fieles de la Iglesia poseen lo que Pedro llamó amor
fraternal no fingido.
1Pedro 1:22-25 Al obedecer la verdad, ustedes quedaron limpios
de sus pecados, por eso ahora tienen que amarse unos a otros como hermanos, con
amor sincero.* Ámense profundamente de todo
corazón.* Pues
han nacido de nuevo pero no a una vida que pronto se acabará. Su nueva vida durará para siempre porque proviene de la
eterna y viviente palabra de Dios. Como dicen las Escrituras: «Los seres humanos son como la
hierba, su belleza es como la flor del campo. La hierba se seca, y la flor se
marchita. Pero
la palabra del Señor permanece para siempre»*. Y
esta palabra es el mensaje de la Buena Noticia que se les ha predicado.
Colectivamente aunque no en forma perfecta, los que son fieles a la
iglesia, realizaran la obra a la que Dios los ha llamado.
Así como fue para los Discípulos de Jesús, así es para los que le son
fieles y obedientes.
Iglesia, caminemos en obediencia y fidelidad.
Llevemos siempre la nueva noticia del evangelio.
Si realmente están cansados de esa agonizante vida que el mundo les ofrece,
entonces arrepiéntanse verdaderamente y vuelvan a Dios, solo así recibirán
bendiciones y Jesús dentro de nosotros, restaurara no solo nuestra vida, sino
también a nuestro núcleo familiar.
El mundo nunca va a intentar restaurar su hogar,
porque no está en sus planes.
El mundo te entretiene tanto y gana tu confianza, con
el propósito de que usted confié más en el mundo, que en la palabra de Dios.
No existe nadie que sea del mundo y quiera restaurar tu hogar.
Esa es tares de Dios padre y su Hijo Jesús, únicamente
No permitas que satanás se aloje en tu cabeza y domine
tus pensamientos.
Nunca murmures con tu hermano con la intención de que
caiga en la forma como un pecador esta.
Más bien anímalo a seguir adelante, para que de esa
forma se fortalezcan ambos y la iglesia.
Si lo haces el amor del padre estar en ti, y las bendiciones llegaran en
abundancia.
Gracia y Paz.
Pastor y Administrador, Rogers Infante.
Que Dios te bendiga.
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