DE LA OSCURIDAD A LA LUZ.
Marcos
10:46 Después llegaron a Jericó y mientras Jesús y
sus discípulos salían de la ciudad, una gran multitud los siguió. Un mendigo
ciego llamado Bartimeo (hijo de Timeo) estaba sentado junto al camino.
Este pasaje lo encontramos en los 3 evangelios llamados sinópticos
porque manejan pasajes paralelos, marcos nos habla sobre la forma que le decían
a este ciego.
Le decían Bartimeo que quería decir hijo de Timeo,
es decir este hombre no era conocido por su nombre, era conocido como el hijo
de, en este caso Timeo.
Este ciego no era para nada importante, de hecho, para esa cultura el
hecho de ser ciego era catalogado como una maldición debido al pecado, así que
a este hombre solo lo conocían como, ese es el hijo de Timeo, el que es ciego.
Es sobre este hombre sin importancia, un completo
don nadie.
En otras palabras: Un cero a la izquierda del que
vamos a hablar en este día.
Se dice que todos los mendigos se ubicaban a la salida de Jericó porque
ese camino guiaba hacia Jerusalén y como estaba cerca la Pascua judía entonces
por ahí transitaba mucha gente y ellos aprovechaban para pedir limosna.
Marcos 10:47-48 Cuando Bartimeo oyó que Jesús de Nazaret estaba cerca, comenzó a gritar: «¡Jesús, Hijo de
David, ten compasión de mí! ». «¡Cállate! » —muchos le gritaban. Pero él gritó
aún más fuerte: «¡Hijo de David, ten compasión de mí! ».
Fíjense como la gente trataba a este hombre.
Fíjense como para esta gente este pobre hombre no tenía aportunidad de
conseguir algo de parte de Jesús.
La gente lo reprenden, cállese, deje de gritar, no pierda el tiempo.
Pero este hombre seguía haciendo lo único que podía
hacer en ese momento, gritar.
No veía a Jesús.
No sabía dónde estaba.
No sabía si venía adelante de la multitud o en el
medio o tal vez vendría atrás.
Bartimeo no lo sabía, solo podía hacer algo y era tratar de gritar tan
duro para que quizás Jesús lo pudiera oír.
Aunque eso también era algo bien difícil debido a
que Jesús no iba solo.
Le acompañaba una multitud que iba con Él.
En su entorno había mucho ruido.
Y de ñapa había gente gritando y gente hablando.
Como podemos ver y analizar, sería difícil ser oído de tal forma que
llame la atención.
Bartimeo tal vez piensa: Es mi única oportunidad.
Seguramente tenía el presentimiento de que Jesús
nunca volverá a pasar por aquí.
Él pensaba que es está o nunca será.
Por eso se dijo a si mismo, no voy a desaprovechar esta oportunidad.
Y no cesa de gritar.
Bartimeo no se deja influenciar por lo que la gente
dice.
Él no se deja debilitar al escuchar las palabras de
la multitud que le dicen negativamente:
Cállese, no grite, es en vano hacerlo, no lo
intente más, no lo va a conseguir.
Pero Bartimeo, tiene algo que los creyentes de hoy
no tienen.
El, no escucha al mundo, y busca que su corazón se
afiance más en Dios.
Parece que Bartimeo centro su espíritu en Jesús.
Y por eso, él se empeña en gritar más fuerte sin importar lo que está
oyendo decir.
Por eso sigue haciendo lo único que su espíritu podía hacer, gritar.
Esta escena, Se parece tiene muchos de nosotros.
La palabra de Dios nos dice lo que debemos hacer, y muchos la desprecian
y hacen su propia voluntad.
Dios sabe lo que nos conviene, pero muchos ya no
queremos seguir.
Algunos hasta fallan, y lo extraño es que no se
arrepientes, sino que siguen fallando.
Otros solo esperan ser motivados y pretenden que estén detrás de ellos,
y dicen si no nos motivan nos vamos.
Saben lo que deben hacer, pero no lo hacen y quieren ser bendecidos.
Pero Bartimeo no recibió ninguna motivación.
Antes fue lo contrario, recibió desmotivación, pero
él tenía una necesidad.
Había algo en el que realmente necesitaba, anhelaba
ver.
Eso lo motiva a clamar fuerte a pesar que la gente le motivaba a no
hacerlo.
El mundo le decía: No grite, cállese, Jesús no le va poner cuidado a
alguien como usted, resígnese a esa condición.
Pero él no oye lo que la gente dice, el escucha lo que el espíritu de
Dios, puso en su corazón.
Marcos
10:49 Cuando Jesús lo oyó,
se detuvo y dijo: «Díganle que se acerque». Así que llamaron al ciego. «Anímate
—le dijeron —. ¡Vamos, él te llama! ».
Bartimeo consigue, logra llamar la atención de Jesús.
Y los que antes le decían cállese, ahora le dicen ten confianza,
levántate, Jesús te está llamando.
Se dan cuenta que uno no se debe fiar del mundo.
Los que hoy te quieren hundir, mañana te pueden
estar alentando.
O los que hoy te alientan, mañana te pueden estar
tratando de hundir.
Por eso nuestra confianza debe estar puesta en Dios
y su palabra.
Las opiniones en las personas cambian mucho.
Los que hoy te aprecian, mañana te pueden odiar.
Los que hoy no te quieren, mañana te pueden adorar.
De lo que si no podemos tener duda, es que debemos saber y tener siempre
presente que el Señor nunca cambia.
Marcos
10:50 Bartimeo echó a un lado
su abrigo, se levantó de un salto y se acercó a Jesús.
No podemos dejar de lado esto que hace Bartimeo.
La palabra dice que arroja su capa para ir a Jesús.
La capa para Bartimeo, representaba o era su mayor tesoro.
Porque con la capa, ellos dormían en la calle.
Con la capa, se arropan para protegerse del frío.
Con la capa, se cubrían del sol y de la arena.
Y con la capa, recogían las monedas que les daban.
Seguramente al arrojar su capa también estaba arrojando el dinero
recolectado en ese día.
Pero era Jesús quien lo estaba llamando y no quería tener nada que pudiera
obstaculizar su caminar hacia Jesús.
Que importaban las monedas, que importaba su
valiosa capa, luego de ir a Jesús.
Él estaba seguro que no necesitaría de nada de eso
para vivir.
Ahora sería libre y podría ganarse el sustento dignamente.
Cada uno de nosotros hemos arrojado nuestra capa para ir al llamado de
Jesús.
Y espero que de verdad la hallamos arrojado.
Porque algunos después de haber conocido a Jesús, han regresado a coger
su capa y cargar con todo lo que allí dejaron.
En otras palabras:
Han vuelto al cautiverio con Satán.
Y hoy el pecado los asfixia.
Es decir: saben que se están ahogando, y no desean caminar hacia
Jesús, para ser libres de verdad.
Marcos
10:51 —¿Qué
quieres que haga por ti? —preguntó Jesús. —Mi Rabí* —dijo el hombre ciego—,
¡quiero ver!
Jesús sabía la necesidad de Bartimeo.
Pero espero que el mismo Bartimeo lo declarara por su boca.
Por eso le pregunto: —¿Qué quieres que haga por ti?
Yo creo que este es un gran ejemplo que puede
servir como testimonio para nosotros.
Bartimeo tenía bien clara su necesidad.
Por eso cuando Jesús le pregunta a Bartimeo, que
quieres que te haga, fue el anhelo de su corazón el que le respondió a Jesús.
Lo que pasará en la vida de Bartimeo dependería de la condición de su corazón.
Y es allí donde el Hijo de Dios, Actuara.
Porque digo esto:
Porque muchos creyentes, pueden engañar a otros, pero nunca engañaran a
Dios.
En otras palabras,
algunos creyentes que han ofendido verbalmente a los siervos de Dios, pretenden
ser bendecidos sin pedir disculpas y reconocer su error.
Es decir, aún tienen en su corazón el rencor, odio, envidia, avaricia y
sobre todo la mentira.
En ese estado, un creyente jamás recibirá nada.
Por eso en los versículos más arriba los discípulos
Jacobo y Juan hacen una petición a Jesús.
Jesús les pregunto lo que le pregunto a Bartimeo.
Les dice, ¿Qué quieren que les haga?
Y ellos dicen que nos sentemos el uno a tu derecha y el otro a tu
diestra y Jesús les dice eso no se los puedo conceder.
Hoy Jesús te dice: ¿Qué quieres que haga
contigo?
Ahora, observa la condición de tu corazón, y mira si les has sido
realmente fiel y obediente.
Allí encontraras tu respuesta.
¿Qué quieres que haga contigo?
Tanto a Bartimeo como a estos dos discípulos les
pregunta lo mismo.
A uno se lo concede por necesidad apremiante en su
corazón.
Pero a los otros no.
La realidad es que ambos escogieron hacer sus peticiones voluntariamente.
El uno muy humildemente, los otros tal vez con un tanto de orgullo.
Toda petición que hacemos no tendrá
la respuesta que esperamos.
Porque las peticiones las hacemos nosotros, No
Dios.
Y si algo falla fue debido a la condición
de nuestro corazón.
Seguramente la gente pide mal.
Bien lo dice Santiago:
Santiago 4:2-4 Desean lo que no tienen, entonces traman
y hasta matan para conseguirlo. Envidian lo que otros tienen, pero no pueden obtenerlo,
por eso luchan y les hacen la guerra para quitárselo. Sin
embargo, no tienen lo que desean porque no se lo piden a Dios. Y, aun cuando se lo piden,
tampoco lo reciben porque lo piden con malas intenciones: desean solamente lo
que les dará placer. ¡Adúlteros! * ¿No se
dan cuenta de que la amistad con el mundo los convierte en enemigos de Dios? Lo
repito: si alguien quiere ser amigo del mundo, se hace enemigo de Dios.
En ese camino no estaba solo Bartimeo.
Había más ciegos pidiendo limosna.
En los otros evangelios se habla que había otros
dos con Bartimeo que también gritan.
Marcos solo nombra a Bartimeo.
Ya para terminar, Quiero que analicemos el hecho de que a pesar que
habían seguramente más de 3 ciegos solo uno grita clamando misericordia.
Ahora,
¿Por qué los otros no hicieron los mismo?
Tal vez no creían, porque dudaban o les gustaba su condición pecaminosa.
Pero Bartimeo si creía, y sin ver, nunca dudo del poder de Dios.
Algo interesante aquí es que cuando Bartimeo es sanado,
no se va para su casa.
La palabra de Dios, la biblia, dice que seguía a
Jesús.
En otras palabras:
Salió
detrás de Jesús.
Hay gente que viene buscando a Dios solo por una necesidad.
Y tan pronto reciben lo que buscan entonces se alejan de ÉL.
Por eso Dios hoy en día, mira los corazones de las
personas, para ver quien en realidad sigue a Jesús y quien no.
Los que le siguen serán bendecidos, pero los que no, no obtendrán nada.
Solo recibirán más hundimiento de parte de satanás, ya que de el tampoco
se pueden burlar.
Bartimeo busco a Jesús por su ceguera,
pero más que su ceguera el deseaba ver a Jesús y lo demostró dejándolo todo y
siguiéndolo.
Si Bartimeo no grita, seguramente no hubiese sido sanado.
Si Bartimeo no llama la atención, no hubiese pasado nada.
Por eso Bartimeo dejo que su corazón
hablara por él.
Y Bartimeo, dejo bien claro ante el
mundo, que él no hacía parte de este mundo.
Nunca se escondió, ni sintió
vergüenza.
Solo espero el momento, y Dios se lo consiguió.
La pregunta es:
¿Dónde está tu corazón realmente?
Gracia y Paz.
Pastor y Administrador, Rogers Infante.
Que Dios te bendiga.
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