LA VICTORIA PROVIENE DEL PODER DE DIOS.
Santiago 4:1-7 ¿Qué es lo
que causa las disputas y las peleas entre ustedes? ¿Acaso no surgen de los
malos deseos que combaten en su interior? Desean lo que no tienen, entonces traman
y hasta matan para conseguirlo. Envidian lo que otros tienen, pero no pueden
obtenerlo, por eso luchan y les hacen la guerra para quitárselo. Sin embargo, no tienen lo que desean porque no se lo piden a
Dios. Y, aun
cuando se lo piden, tampoco lo reciben porque lo piden con malas intenciones:
desean solamente lo que les dará placer. ¡Adúlteros!
* ¿No se dan cuenta de que la amistad con el mundo los convierte en enemigos de
Dios? Lo repito: si alguien quiere ser amigo del mundo, se hace enemigo de
Dios. ¿Qué creen ustedes que quieren decir las Escrituras cuando afirman que el
espíritu que Dios ha puesto dentro de nosotros está lleno de envidia? * Sin embargo, él nos da aún más gracia, para que hagamos frente a esos malos deseos.
Como dicen las Escrituras: «Dios se opone a los orgullosos pero muestra su
favor a los humildes»*. Así que
humíllense delante de Dios. Resistan al diablo, y él huirá de ustedes.
Muchas personas piensan que
la humildad es sinónimo de pobreza, pero la biblia nos enseña que es una de las
fortalezas del creyente, ya que Dios da gracia al humilde y resiste al
soberbio.
El ser humano
nace lleno de egoísmo, pues la primera palabra que el niño pronuncia es “mío”
sin que nadie se la enseñe, por tanto, la humildad se aprende.
Jesús dijo: “aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón”
(Mateo 11:29b).
Evidentemente la humildad
tiene un poder tan grande que tiene la capacidad de llevar a la victoria sobre
cualquier circunstancia, porque cuando se tiene la gracia de Dios no hay nada
que nos pueda hacer frente.
La mayor muestra de mansedumbre y humildad la hizo
Jesús cuando fue a la cruz, pues siendo justo e irreprensible se sometió a
llevar toda la carga de nuestro pecado.
Y lo que parecía una derrota
y humillación pública, se convertiría en el acto más trascendental de nuestra
historia, pues por medio de su muerte tenemos salvación.
Su muerte
venció las tinieblas y fue levantado de entre los muertos y todas las cosas
fueron puestas bajo sus pies.
Ahora bien, Lucifer, el más
elevado de todos los ángeles, se enalteció a sí mismo y con una actitud de
soberbia y altivez, se reveló contra Dios y lo que parecía una victoria para
él, se convirtió en su derrota y condenación para siempre.
Por esta razón
el orgullo, la altivez y demás pasiones desordenadas, son el escenario perfecto
para que obre Satanás.
Cuando humildemente nos
sometemos a Dios, el diablo huye, pues la humildad y mansedumbre son el
escenario perfecto donde Dios nos da la victoria.
Tristemente en
estos tiempos, la carencia de humildad en la Iglesia y fuera de ella, hace que
muchos vivan embriagados de poder y arrogancia, sin pensar que un día, darán
cuenta de la soberbia, la altanería, la altivez y el orgullo; y eso podría
ocurrir en el momento menos pensado.
Desde los tiempos antiguos
Dios viene advirtiendo acerca de la humildad y la arrogancia.
Dice
su palabra:
Salmos 138:6-8 Aunque el SEÑOR es grande, se ocupa de los humildes, pero se mantiene distante de
los orgullosos. Aunque estoy rodeado de dificultades, tú me protegerás del enojo de mis enemigos. Extiendes tu mano, y el poder
de tu mano derecha me salva. El SEÑOR llevará
a cabo los planes que tiene para mi vida, pues tu fiel amor, oh SEÑOR,
permanece para siempre. No me abandones, porque tú me creaste.
Proverbios 22:4 La verdadera humildad y el temor del SEÑOR
conducen a riquezas, a honor y a una larga vida.
Iglesia, el poder de Dios nos lleva a la victoria
Hechos 1:8 Pero
recibirán poder cuando el Espíritu Santo descienda sobre ustedes. Y serán mis
testigos, y le hablarán a la gente acerca de mí en todas partes: en Jerusalén,
por toda Judea, en Samaria y hasta los lugares más lejanos de la tierra.3.
Los creyentes no tienen por
qué vivir en impotencia espiritual.
La palabra de
Dios contiene miles de promesas, las cuales son para aquellos que han rendido
sus vidas a Dios.
Estas promesas
incluyen:
Seguridad del amor de Dios (Juan 3:16).
Vida eterna (Romanos 6:23).
Perdón del pecado (1Juan 1:9).
Provisiones materiales (Filipenses 4:19).
Dirección en la vida (Salmo 37:23).
Contiene también el secreto
de la oración eficaz (Juan 15:7).
La promesa de una vida
abundante (Juan 10:10b).
La promesa que Dios honra
una vida santa (2 Crónicas 16:9).
Todo lo que nos acontece es
para nuestro propio bien (Romanos 8:28).
Una salida en la tentación (1Corintios 10:13).
La victoria sobre el temor (1Juan 4:18); y
miles más.
Pero la
pregunta es:
¿Por qué el
creyente no vive una vida de victoria de acuerdo a las promesas de Dios?
Es posible que usted sienta
que está luchado en vano.
Probablemente resiste
a medias las tentaciones.
De pronto se
sienta derrotado o está sumido en desaliento y su fe tambalea.
Quiero decirte que si estas
pasando por alguna de estas circunstancias y porque estás viviendo la vida en tus
propias fuerzas y no en el poder de Dios.
Pues los
creyentes deben ser dinamizados con el poder de lo Alto.
Jesús prometió
que el Espíritu Santo nos daría poder para ser sus testigos, comenzando en
nuestra propia casa luego en nuestro entorno.
Iglesia, el Espíritu de
Dios, tiene una misión única para aquel que lo recibe y camina en obediencia y
fidelidad.
Juan 16:13 Cuando venga el
Espíritu de verdad, él los guiará a toda la verdad. Él no hablará por su propia
cuenta, sino que les dirá lo que él ha oído y les contará lo que sucederá en el
futuro.
Por tanto el Espíritu Santo
obra en nosotros, si nosotros se lo permitimos y caminamos en obediencia.
El Poder de lo Alto, es el Espíritu
de Dios.
Sin embargo,
muchos creyentes no están conscientes de la trascendencia de la presencia y
actividad del Espíritu de Dios en nuestra vida diaria.
Iglesia, no ignores esa divina
presencia en tu vida.
Si quieres ser bendecido,
déjate guiar por la Palabra de Dios y tu vida será de poder.
Gracia
y Paz.
Pastor
y Administrador, Rogers Infante.
Que
Dios te bendiga.
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