LIGADOS EN
CRISTO
"Amado Dios, cuan agradecido estoy ante las bendiciones que
me has concedido, te alabo y te agradezco por tus cuidados. Me has dado
fortaleza para continuar y siempre con expectativas de lo nuevo, pues eres el
Dios de la multiplicación, él Dios sobrenatural.
Padre Amado, sea mi reverencia delante de ti, reconociendo que
para tu gloria me has creado, para obedecerte y serte fiel en todo, por eso mi
motivación a servirte será por siempre hablando verdad y dando un fiel
testimonio de que cristo tu hijo amado, vive en mí. Honrare tu nombre con mis
acciones y testimonio, porque de esa forma estaré en perfecta comunión contigo,
aborreciendo por siempre el engaño, la mentira y la maldad. Amén."
Busquemos en la palabra de Dios:
Juan 6:1-5 Después Jesús cruzó al otro
lado del mar de Galilea, conocido también como el mar de Tiberias. Una gran
multitud siempre lo seguía a todas partes porque veía las señales milagrosas
que hacía cuando sanaba a los enfermos. Entonces Jesús subió a una colina y se
sentó allí rodeado de sus discípulos. (Ya era casi el tiempo de la celebración
de la Pascua judía). Enseguida Jesús vio que una gran multitud venía a su
encuentro. Dirigiéndose a Felipe, le preguntó: —¿Dónde podemos comprar pan para
alimentar a toda esta gente?
Jesús camino sanando a los enfermos,
perdonando al pecador, restaurando al caído, trayendo libertad al cautivo; el
poder sobrenatural del Espíritu Santo estaba con él.
Éste ministerio lo delegó Jesús a su iglesia,
por eso también fue enviado el Espíritu Santo, es decir el Poder de lo Alto.
La Biblia nos enseña que nuestra fe será
probada.
Y de eso daremos testimonio que corroboren la
forma en la cual estamos viviendo.
Observe lo que dijo Jesús a Felipe:
¿De dónde compraremos pan para
que coman éstos?
Si usted puede ver conmigo, podrá notar que
Jesús dijo esto con el fin de probarle; porque él sabía lo que había de hacer.
Juan 6:5-6 Enseguida Jesús
vio que una gran multitud venía a su encuentro. Dirigiéndose a Felipe, le
preguntó: —¿Dónde podemos comprar pan para alimentar a toda esta gente? Lo
estaba poniendo a prueba, porque Jesús ya sabía lo que iba a hacer.
La respuesta de Felipe refleja la impotencia
de la incredulidad, pese que estaba con Jesús, el hacedor de milagros.
Las acciones de fe, aunque no sean de gran
tamaño, son de gran valor para Dios.
Uno de sus discípulos, Andrés, hermano de
Simón Pedro, le dijo: Aquí está un muchacho, que tiene cinco panes de cebada y
dos pececillos.
Juan 6:8-9 Entonces habló
Andrés, el hermano de Simón Pedro: «Aquí hay un muchachito que tiene cinco
panes de cebada y dos pescados. ¿Pero de qué sirven ante esta enorme multitud?».
Cuando estamos agradecidos con Dios, el punto
adverso no es tan difícil.
Andrés trae a Jesús cinco panes y dos peces,
es muy poco, pero hizo algo, operó el poder de la fe.
Aunque Andrés veía insignificante lo que
había a la mano, los trajo a Jesús, y es allí donde el Señor comienza a obrar.
La orden de Jesús pudo haber parecido ilógico
en el momento:
Él dijo: «Díganles a todos que se sienten»,
Pero los discípulos obedecen y se convierten
en testigos y actores de un milagro.
En otras palabras: creyeron sin dudar.
Jesús agradeció la provisión del momento,
tomándola como una señal de la abundancia que vendría.
Dice la palabra de Dios que Jesús tomó los panes, dio gracias a
Dios y los distribuyó entre la gente. Después hizo lo mismo con los pescados. Y
todos comieron cuanto quisieron.
En la Escritura con frecuencia vemos pequeñas
muestras de cosas grandes que vendrán.
Por ejemplo:
La pequeña nube de Elías cuando
iba a llover.
Un ramo de uvas cuando los espías
regresaron de la tierra de la abundancia.
Las primicias de la resurrección:
Cristo Jesús.
Por eso es muy fundamental ver las cosas como
Dios las ve, y no como queremos que sean.
Debemos obedecer la palabra de Dios, y no
buscar versículos que se acomoden a nuestra falta de prudencia ante Dios.
Muchas personas están buscando
versículos que se les acomode a su mala condición de vida, intentando mostrar
que están bien ante los demás, pero errados profundamente ante la voluntad de
Dios.
Es decir: que si uno
analiza los versículos de estos insolentes, podemos ver que nada tienen que ver
con sus fechorías.
Por eso es necesario ver cómo Dios ve.
Los israelitas en el desierto sólo veían
montañas de arena y por eso se quejaban, y no lograban ver más adelante lo que
había, es decir: La tierra de la abundancia.
Esos panes son símbolo de la
provisión de Dios, de su protección y cuidado.
Jesús tiene el poder de
transformar el hambre en saciedad.
Por eso es muy
importante que hagamos todo para la gloria de Dios.
1Corintios 10:30-31 Si puedo darle gracias a Dios por la comida y disfrutarla, ¿por qué
debería ser condenado por comerla? Así que, sea que coman o beban o cualquier
otra cosa que hagan, háganlo todo para la gloria de Dios.
El verdadero servicio a Dios, habla verdad,
da un buen testimonio de su vida, predica la palabra, redarguye, corrige y se
afirma cuando hacemos todo para la gloria de Dios.
Él ve nuestro corazón y nuestra
mente, por eso nuestra motivación debe ser la correcta, en todo tiempo y fuera
de tiempo.
No para ser vistos y ganar el favor de otros,
ni para obtener recompensa material, sino por obligación ante la obra de Jesús
y su Iglesia.
Muchas veces nuestra tarea
puede parecer insignificante, pero si verdaderamente hacemos todo para la
gloria de Dios, transformaremos esas tareas simples en tareas con un
significado eterno.
Colosenses 3:16-25 Que el mensaje de Cristo, con toda su riqueza, llene sus vidas.
Enséñense y aconséjense unos a otros con toda la sabiduría que él da. Canten
salmos e himnos y canciones espirituales a Dios con un corazón agradecido. Y
todo lo que hagan o digan, háganlo como representantes del Señor Jesús y den
gracias a Dios Padre por medio de él…
…Trabajen de buena gana en
todo lo que hagan, como si fuera para el Señor y no para la gente. Recuerden
que el Señor los recompensará con una herencia y que el Amo a quien sirven es
Cristo.* Pero, si hacen lo que está mal, recibirán el pago por el mal que hayan
hecho, porque Dios no tiene favoritos.
Ésta es la prueba que cada creyente debiera
aplicar a su vida y preguntarse:
¿Esto o aquello que hago da la
gloria a Dios?
¿Estoy fingiendo o estoy haciendo
lo correcto ante Dios?
¿Estoy dando un fiel testimonio
aprobado por Dios, o simplemente me engaño yo mismo?
Iglesia, Dios conoce y ve los motivos por los
cuales actuamos.
Por ejemplo:
Cuando asistimos a la iglesia, Él percibe si esos motivos están relacionados
con el hecho de tener comunión con Él, o si más bien están relacionados con los
demás creyentes.
Cuando le entregamos lo que realmente le corresponde, Él percibe si nos excusamos
en nuestra perversa manera de actuar para no obedecer sus mandatos, o le
estamos obedeciendo para ganar su favor.
Cuando damos un testimonio, Él percibe si lo que decimos es verdad o
simplemente nos mofamos de ÉL porque no nos importa.
Lo importante es que todo lo
que el creyente haga debe ser verdadero, para poder honrar el nombre de Dios.
Si vivimos de esta manera, seremos un
testimonio vivo ante el mundo que nos rodea, para que aquellos que continúan perdidos
y alejados de Dios puedan ser atraídos a Jesucristo y así ser salvos por
nuestra verdad y nuestro testimonio verdadero.
Pero para eso, debemos estar unidos en Cristo.
Efesios 2:11-22 No olviden que ustedes, los gentiles,* antes estaban excluidos. Eran
llamados «paganos incircuncisos» por los judíos, quienes estaban orgullosos de
la circuncisión, aun cuando esa práctica sólo afectaba su cuerpo, no su
corazón. En esos tiempos, ustedes vivían apartados de Cristo. No se les
permitía ser ciudadanos de Israel, y no conocían las promesas del pacto que
Dios había hecho con ellos. Ustedes vivían en este mundo sin Dios y sin
esperanza. Pero ahora han sido unidos a Cristo Jesús. Antes estaban muy lejos
de Dios, pero ahora fueron acercados por medio de la sangre de Cristo. Pues
Cristo mismo nos ha traído la paz. Él unió a judíos y a gentiles en un solo
pueblo cuando, por medio de su cuerpo en la cruz, derribó el muro de hostilidad
que nos separaba. Lo logró al poner fin al sistema de leyes de mandamientos y
ordenanzas. Hizo la paz entre judíos y gentiles al crear de los dos grupos un
nuevo pueblo en él. Cristo reconcilió a ambos grupos con Dios en un solo cuerpo
por medio de su muerte en la cruz, y la hostilidad que había entre nosotros
quedó destruida. Cristo les trajo la Buena Noticia de paz tanto a ustedes, los
gentiles, que estaban lejos de él, como a los judíos, que estaban cerca. Ahora
todos podemos tener acceso al Padre por medio del mismo Espíritu Santo gracias
a lo que Cristo hizo por nosotros. Así que ahora ustedes, los gentiles, ya no
son unos desconocidos ni extranjeros. Son ciudadanos junto con todo el pueblo
santo de Dios. Son miembros de la familia de Dios. Juntos constituimos su casa,
la cual está edificada sobre el fundamento de los apóstoles y los profetas. Y
la piedra principal es Cristo Jesús mismo. Estamos cuidadosamente unidos en él
y vamos formando un templo santo para el Señor. Por medio de él, ustedes, los
gentiles, también llegan a formar parte de esa morada donde Dios vive mediante
su Espíritu.
Como podíamos ver, nosotros y los judíos,
ambos pueblos estábamos destituidos de la gloria y conocimiento de Dios, y
ahora los verdaderos cristianos que hacemos la voluntad de Dios Padre y de su
Hijo Jesús, podemos entrar en el lugar santísimo por nuestra obediencia y
fidelidad.
Esto sucede porque fuimos limpiados por la
sangre de Cristo, cuando el entrego su vida por nosotros.
Cuando actuamos haciendo la santa voluntad de
Dios, demostramos que somos merecedores de su reino.
Pero los que actúan de otra forma, estos dan
indicio que nunca fueron limpiados, y por ende están destituidos de la gloria
de Dios.
En otras palabras,
no han sido ungidos para andar en el Espíritu de verdad.
Todos sabemos que la iglesia, está compuesta
de judíos y gentiles.
Sin embargo, con Israel, Dios tiene planes
eternos; y aunque todavía no hayan recibido al Mesías, como nación, un día todo
Israel será salvo como lo hemos sido nosotros por la fe en Cristo.
Romanos 11:25-27 Mis amados hermanos, quiero que entiendan este misterio para que no se
vuelvan orgullosos de ustedes mismos. Parte del pueblo de Israel tiene el
corazón endurecido, pero eso sólo durará hasta que se complete el número de
gentiles que aceptarán a Cristo. Y entonces todo Israel será salvo. Como dicen
las Escrituras: «El que rescata vendrá de Jerusalén* y apartará a Israel* de la
maldad. Y mi pacto con ellos es que quitaré sus pecados»*.
Nuestra unión con Cristo tiene
su escenario, en el corazón.
Jesús vive en nuestro corazón por su
Espíritu, y desde allí dirige nuestra vida.
Jesús
nos dirige desde dentro no desde afuera.
El Espíritu nos guía, nos impulsa, nos motiva
y dirige nuestro hombre interior.
A su vez, Jesús nos ha conectado con la
iglesia, Su cuerpo; y nos ha puesto en contacto con Israel, el tronco donde
hemos sido injertados.
La palabra de Dios dice:
Isaías 43:5-6 »No tengas miedo, porque yo estoy contigo. Te reuniré a ti y a tus hijos
del oriente y del occidente. Les diré al norte y al sur: “Traigan a mis hijos e
hijas de regreso a Israel desde los rincones más lejanos de la tierra.
Como podemos ver y analizar, nuestra unión
con Cristo, el Mesías, tiene un resultado evidente y fundamental.
Es decir: Que somos
injertados en Israel; somos unidos a la familia de Abraham y participamos de
los pactos y las promesas que desembocan en Cristo.
En otras palabras: No se puede
estar unido a Cristo y separado de Israel.
La iglesia tiene una gran deuda histórica con
el pueblo de Israel.
No podemos ignorarlos, tenemos un futuro
común.
La iglesia tiene hoy la
responsabilidad de reconocer, consolar y apoyar el establecimiento del Estado
de Israel.
Esa
es la voluntad de Dios.
Es la palabra profética que ha salido de la
boca de Dios, el juntará a sus hijos de los confines de la tierra.
En Cristo, tenemos nueva ciudadanía y nos
hemos acercado a los pactos de la promesa.
El pacto con Abraham es un pacto de bendición
que nos alcanza en Cristo.
Las promesas de Dios en el A.T. son Si y Amén
en Cristo.
2Corintios 1:20-22 Pues todas las promesas de Dios se cumplieron en Cristo con un
resonante «¡sí!». Y, por medio de Cristo, nuestro «amén» (que significa «sí»)
se eleva a Dios para su gloria. Es Dios quien nos capacita, junto con ustedes,
para estar firmes por Cristo. Él nos comisionó y nos identificó como suyos al
poner al Espíritu Santo en nuestro corazón como un anticipo que garantiza todo
lo que él nos prometió.
Finalmente y para terminar este mensaje,
quiero decirles que si nos desligamos de Israel, automáticamente cortamos las
conexiones con las promesas y pactos que desembocan en Cristo, y por él
nosotros los gentiles, hemos sido acercados a la esperanza y al Dios de Israel.
Gracia y Paz.
Pastor y administrador Rogers
Infante
Que Dios derrame Bendiciones en mi
vida, mi familia y a mis hermanos en la fe.
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