BIENVENIDOS

Gracia y Paz en Cristo Jesús, Amados, soy el Pr. Rogers Infante. Discípulo de la obra de Dios, Promotor y fundador de la Iglesia Cristiana Palabra y Amor. Doy gracias a Dios por la posibilidad que nos da, de poder llevar su evangelio por medio de la palabra escrita a todos sus hogares y sitio de trabajo. Con la intención de poder compartirlos con todos ustedes ya que está en evidencia la gran necesidad de contar con material netamente de evangelización, que sirviera para llegarles en forma de mensajes. Muchas almas han encontrado a Cristo, por este medio, cuyo fin, es que la "palabra de Dios corra y sea glorificada" (2 Ts 3:1). Amados, la venida de Nuestro Señor Jesucristo a buscar a su iglesia, esta cerca. Por tal motivo el enemigo de las almas, Satanás, aprovechará en este último tiempo para engañar a cuantos pueda en este mundo; lo cual la Biblia nos advierte que no ignoremos sus maquinaciones. (2Co.2:11). Vivimos una era de engaños, donde se predica un falso evangelio facilista y meramente emocional. Además de otras ciertas doctrinas ortodoxas de la cristiandad, debemos estar alertados de estos lobos rapaces disfrazados de ovejas y que por dentro son unos Anatemas que venden el evangelio de JESÚS, La doctrina del "arrepentimiento de pecados" es rara vez predicada como se debe. La salvación por gracia se ha desvirtuado y las perdiciones son basadas en discursos que tienen mucho de sensacionalismo, pero carentes de fundamento bíblico vital para la genuina conversión de las almas. (Heb.4:12).Por tal motivo es necesario, predicar un evangelio fiel a la Biblia. Tu testimonio personal y tu vida de consagración a los pies de Cristo, es el arma más poderosa, para llevar la palabra de Dios.

¡Que tu vida, y la mía, sean solo para LA GLORIA DE DIOS!

lunes, 17 de noviembre de 2014

PECADO, ARREPENTIMIENTO Y PERDÓN

Gracia y Paz para todos mis hermanos en la obra de Dios Padre y de su Hijo Jesucristo, el Cordero inmolado que hoy se encuentra sentado a la diestra del Padre el Todopoderoso. Y que al sonar de la séptima trompeta el Hijo vendrá a Juzgar a este mundo.

Todos los hombres hemos pecado y la paga del pecado es la muerte.El pecado es la independencia de Dios, es vivir a nuestra manera, dictaminando nuestras propias normas de conducta, gobernándola y juzgándola por nosotros mismos.

El pecado es el mal que produjo la separación entre Dios y los hombres.

Que trajo la muerte y la gran cantidad de maldiciones sobre el mundo.
Romanos 5:12 Cuando Adán pecó, el pecado entró en el mundo. El pecado de Adán introdujo la muerte, de modo que la muerte se extendió a todos, porque todos pecaron.

Un ejemplo del pecado del hombre, el arrepentimiento y el perdón de Dios, es la parábola del hijo pródigo en Lucas.15.11-32.

El hijo menor exigió de su padre sus derechos; él dijo: “dame la parte de los bienes que me corresponde”.
En otras palabras: El demandó su parte.
En aquellos días la herencia se transmitía hasta la muerte del padre, y en su gran mayoría, al hijo mayor.
Pero este hijo, pensando en sí más que en los otros, exigió lo suyo:
Amor para sí, Comprensión para sí, Tiempo, Dinero, Atención, etc.
Luego tomó su propio camino.

Hermanos en Cristo, Todo aquel que con soberbia piensa en sí, se separa de sus seres queridos y decide vivir a su manera, gobernándose por sus dictados, esta persona se endiosa, pensando tener la razón, y toma un rumbo equivocado.
Esto es vivir independientemente de Dios.
Es decir: Es vivir a mi manera, y no a la manera de Dios.
Dicho de otra manera es hacer mi voluntad y no la voluntad de Dios.

El resto es historia y resultado de la vida separada de Dios.
La cual es: malgastó los bienes, vivió perdidamente, tuvo gran necesidad y terminó apacentando cerdos.
Dice la palabra que este hijo desobediente, fue humillado en extremo, pues su fin fue desear comer lo que los cerdos comían.

No sólo sufrió la vergüenza de estar con cerdos, sino que además fue maltratado por un amo que tenía dinero para darle de comer a sus animales pero no para sus criados.

La palabra de Dios también nos dice que estando en esa condición volvió en sí, se le abrieron los ojos y se dio cuenta de su error.
Cuantos hoy en día están reconociendo su error de haberse apartado de Dios.
Este joven se había apartado de su padre y había pecado, Ahora deseaba volver.
Decidió humillarse, reconocer su error, regresar a su padre y pedir perdón.
Decidió someterse al castigo y a las consecuencias de su desobediencia.
Había vivido perdidamente y había hecho multitud de pecados, pero reconoció el origen de su mal.
En otras palabras: había llevado una vida independiente y separada de su padre.
Pero recapacito en el tiempo programado por Dios.
Este joven se arrepintió y volvió, y fue perdonado y restaurado.
Tú que hoy me escuchas puedes hacer lo mismo.
Volver a nuestro Padre celestial y pedirle perdón, en un arrepentimiento verdadero.

El arrepentimiento es un “volver en sí”.
Es dar una vuelta de 180 grados y dirigirse en una dirección opuesta.
En otras palabras: Es cambiar la forma de pensar y adaptarse a la de Dios.
Como el hijo pródigo, debemos estar dispuestos a humillarnos y reconocer nuestras faltas, así como a aceptar la determinación de nuestro Padre celestial.

El arrepentimiento debe tocar, al menos, tres áreas de nuestra vida:
1.    Nuestra opinión : debemos reconocer que el pecado es una ofensa a Dios y no meramente un mal moral o una acción que me trae malas consecuencias.
2.    Nuestro sentimiento : Dios aborrece el pecado, y éste nos separa de Él.
El genuino arrepentimiento nos hace sentir lo que Dios siente acerca de Él.
Por eso es que lloramos, gemimos y nos humillamos por haberlo cometido.
3.    Nuestra decisión del pecado: El arrepentimiento genuino lleva consigo la consecuencia de un cambio real y efectivo de vida, por lo tanto la decisión de hacer lo correcto y justo.

Todo el bien para nuestra vida está en Dios.
Pero la relación con Él fue rota a partir del pecado, por lo que fuimos destituidos de la gloria de Dios. La palabra dice en Romanos 3:23 Pues todos hemos pecado; nadie puede alcanzar la meta gloriosa establecida por Dios.

Cuando se peca, le estamos dando la espalda a Dios.
Pues al pecar el hombre desecha a Dios, y se une a satanás, quien es pecador y padre de toda mentira. 

Pero Dios, queriendo restablecer la relación con el hombre, envió a Jesucristo su Hijo para ofrecerles salvación.
Ahora El pide que todo hombre se arrepienta y se “vuelva” hacia él. 

En Jesús, Dios le ha dado a la humanidad la oportunidad del perdón de sus pecados, por lo que ha mandado a todo hombre que se arrepienta de su independencia y se someta al Dios todopoderoso y lleno de amor. (Hechos 17.30).
Hechos 17:30 »En la antigüedad Dios pasó por alto la ignorancia de la gente acerca de estas cosas, pero ahora él manda que todo el mundo en todas partes se arrepienta de sus pecados y vuelva a él.

Cuando un hombre se arrepiente y se voltea a Dios restablece su relación con El.
La Biblia dice: Hechos 3:19-20 Ahora pues, arrepiéntanse de sus pecados y vuelvan a Dios para que sus pecados sean borrados. (20) Entonces, de la presencia del Señor vendrán tiempos de refrigerio y él le enviará nuevamente a Jesús, el Mesías designado para ustedes.
De esa manera se borrara toda culpa que este en cada uno de aquellos que reciban a Jesús.
¿Pero que es la culpa? El Señor no solo perdona nuestros pecados sino que nos libra de la culpa de haberlos cometido.
La culpa es el sentimiento de haber fallado, el cual nos acusa del mal, condenándonos por nuestras acciones.

“... he aquí que esto tocó tus labios, y es quitada tu culpa, y limpio tu pecado”.
Esto fue lo que escuchó el profeta Isaías al confesar que era inmundo de labios.
Como profeta, a través de su boca había hablado varias veces la palabra de Dios.
Pero también había pecado con ella.
Cuando Dios se le reveló sintió culpa por su pecado, y Dios, lleno de amor y misericordia, no sólo limpió su pecado, sino que también le quitó el peso de la condenación de la culpa.
Isaías 6:1-7 El año en que murió el rey Uzías,* vi al Señor sentado en un majestuoso trono, y el borde de su manto llenaba el templo. (2) Lo asistían poderosos serafines, cada uno tenía seis alas. Con dos alas se cubrían el rostro, con dos se cubrían los pies y con dos volaban. (3) Se decían unos a otros: «¡Santo, santo, santo es el SEÑOR de los Ejércitos Celestiales! ¡Toda la tierra está llena de su gloria!». (4) Sus voces sacudían el templo hasta los cimientos, y todo el edificio estaba lleno de humo. (5) Entonces dije: «¡Todo se ha acabado para mí! Estoy condenado, porque soy un pecador. Tengo labios impuros, y vivo en medio de un pueblo de labios impuros; sin embargo, he visto al Rey, el SEÑOR de los Ejércitos Celestiales». (6) Entonces uno de los serafines voló hacia mí con un carbón encendido que había tomado del altar con unas tenazas. (7) Con él tocó mis labios y dijo: «¿Ves? Este carbón te ha tocado los labios. Ahora tu culpa ha sido quitada, y tus pecados perdonados».

Jesús nos libra de la culpa, Un ejemplo de la libertad de la culpa que Jesús nos ofrece se nos relata en el pasaje de la mujer adúltera.
Esta era una mujer que los fariseos llevaron ante Jesús tras de haberla descubierto en el acto de pecar.
Preguntándole al Señor si debían o no apedrearla.

Ante la insistencia, Jesús dijo que aquel que no tuviera pecado fuera el primero en tirar la piedra, y aquellos, acusados por su conciencia y no estando libres de culpa, abandonaron el lugar.

Quedaron Jesús y aquella mujer solos, y el Señor, el único libre de pecado entre ellos, dijo a la mujer que él no la condenaba (Juan 8.1-11).
Juan 8:1-11 Jesús regresó al Monte de los Olivos (2) pero, muy temprano a la mañana siguiente, estaba de vuelta en el templo. Pronto se juntó una multitud, y él se sentó a enseñarles. (3) Mientras hablaba, los maestros de la ley religiosa y los fariseos le llevaron a una mujer que había sido sorprendida en el acto de adulterio; la pusieron en medio de la multitud. (4) «Maestro —le dijeron a Jesús—, esta mujer fue sorprendida en el acto de adulterio. (5) La ley de Moisés manda apedrearla, ¿tú qué dices?». (6) Intentaban tenderle una trampa para que dijera algo que pudieran usar en su contra, pero Jesús se inclinó y escribió con el dedo en el polvo. (7) Como ellos seguían exigiéndole una respuesta, él se incorporó nuevamente y les dijo: «¡Muy bien, pero el que nunca haya pecado que tire la primera piedra!». (8) Luego volvió a inclinarse y siguió escribiendo en el polvo. (9) Al oír eso, los acusadores se fueron retirando uno tras otro, comenzando por los de más edad, hasta que quedaron sólo Jesús y la mujer en medio de la multitud. (10) Entonces Jesús se incorporó de nuevo y le dijo a la mujer: —¿Dónde están los que te acusaban? ¿Ni uno de ellos te condenó? (11) —Ni uno, Señor —dijo ella. —Yo tampoco —le dijo Jesús —. Vete y no peques más.

La actitud y las palabras de Jesús revelaban su propósito de perdonarle el pecado y librarla de toda culpa.

La Biblia nos enseña que Jesús vino a salvar al mundo, no a condenarlo.
En el libro del Apóstol Juan, se nos dice: Juan 3:16-17 »Pues Dios amó tanto al mundo que dio a su único Hijo, para que todo el que crea en él no se pierda, sino que tenga vida eterna. (17) Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para salvarlo por medio de él.
En otras palabras: por su sangre nos limpió la conciencia de toda culpa.
Hebreos 9:14 Imagínense cuánto más la sangre de Cristo nos purificará la conciencia de acciones pecaminosas* para que adoremos al Dios viviente. Pues por el poder del Espíritu eterno, Cristo se ofreció a sí mismo a Dios como sacrificio perfecto por nuestros pecados.

Volviendo al primer ejemplo del relato del hijo pródigo.
Podemos ver como Nuestro Padre Celestial nos limpia de todo pecado cuando realmente nos arrepentimos y nos humillamos ante él.

Después de vivir perdidamente y malgastar los bienes, el hijo se arrepintió y decidió regresar a la casa de su padre, pensando que había perdido su posición de hijo y que ahora le correspondía ser un jornalero.

Cuando el padre lo vio lo recibió lleno de misericordia, recordándole su dignidad de hijo y restaurándolo en su posición.
Es decir: Mandó a vestirlo espléndidamente y ordenó a los jornaleros servirlo y hacerle una gran fiesta, dejando claro a su hijo que le extendía su perdón y que su pecado no había disminuido su amor hacia él (Lucas 15.11-32).

Por otro lado vemos otro ejemplo.
La mujer con flujo de sangre nos presenta otro ejemplo de la gracia de Dios para librarnos de toda la culpa.
Esta era una mujer enferma por 12 años, que al oír hablar de Jesús se le acercó a tocarle el manto creyendo que sería sana.

En aquellos tiempos una mujer con flujo de sangre no podía tocar ni acercarse a un hombre, pues lo hacía impuro.
Las leyes y las costumbres eran bien rígidas, y las mujeres que lo hacían eran rechazadas y hasta apedreadas.

Pero ella fue valiente y creyó en el poder y la misericordia de Dios y fue sana.
Jesús al saberlo preguntó quién la había tocado, pues de no hacerlo aquella mujer, aunque sana, hubiera quedado con la culpa de haber hecho algo prohibido.

Al descubrirse, Jesús declaró públicamente que era salva por su fe, dejando claro que no la culpaba por lo hecho.
Tocar el manto sanó a aquella mujer, pero la atención de Jesús la liberó de la culpa.

Iglesia, el arrepentimiento de nuestros pecados nos lleva a un cambio real de vida.
Como Dios perdonó nuestros pecados y nos libró de culpa, ahora debemos ser responsables y vivir una nueva vida, apartándonos del pecado, del mundo y del diablo.

Ahora debemos cambiar nuestra forma de pensar, de sentir y de actuar.
Debemos dejar atrás nuestra pasada manera de vivir y dirigirnos a una nueva vida.

Somos nuevos en Cristo

Somos nuevas criaturas en Cristo, él nos ha dado la capacidad de ser hechos hijos suyos.
Al nacer de nuevo en Cristo, todas las cosas pasadas quedaron atrás y todas son hechas nuevas.
Esto solamente ocurre cuando realmente nos arrepentimos de nuestra vida pasada y no volvemos a caer en ella.

No debemos más atarnos o enredarnos en nuestro pasado, pues todo eso ya pasó y en Cristo somos hechos nuevos.
Esto nos lleva más lejos, ya que con Cristo somos más que vencedores.
Y lo más importante es que podemos vivir esa nueva vida en plenitud.

Nosotros ya no podemos hacer nada por lo que nos sucedió en el pasado.
Es decir: No debemos permitirle al diablo atormentarnos con la vida pasada que teníamos.
Cristo nos sana y nos perdona, y además nos libera para vivir completamente libres de lo que sucedió, si le aceptamos en nuestro corazón y le somos obediente al Padre celestial.

Cuando verdaderamente recibimos a Cristo en nuestra vida y caminamos bajo la obediencia del Padre, entonces y solo entonces seremos nuevos en Cristo.
2Corintios 5:17 Esto significa que todo el que pertenece a Cristo se ha convertido en una persona nueva. La vida antigua ha pasado, ¡una nueva vida ha comenzado!

Los deseos de la vieja naturaleza

Al nacer todo hombre trae una naturaleza pecaminosa.
Trae una identidad errónea y unas inclinaciones engañosas.
Heredamos en nuestro ser la naturaleza pecaminosa de Adán la cual nos lleva de continuo a hacer el mal, las obras que son contrarias a la voluntad de Dios.
Efesios 2:1-3 Antes ustedes estaban muertos a causa de su desobediencia y sus muchos pecados. (2) Vivían en pecado, igual que el resto de la gente, obedeciendo al diablo —el líder de los poderes del mundo invisible* —, quien es el espíritu que actúa en el corazón de los que se niegan a obedecer a Dios. (3) Todos vivíamos así en el pasado, siguiendo los deseos de nuestras pasiones y la inclinación de nuestra naturaleza pecaminosa. Por nuestra propia naturaleza, éramos objeto del enojo de Dios igual que todos los demás.

Lo que nos dice Efesios, es que antes de conocer a Cristo vivíamos para satisfacer los deseos naturales y las pasiones de la carne y de la mente.
Esto no implica calificativos morales de esas malas acciones, sino más bien una naturaleza pecadora.

Según Efesios 4.17-19, aquellos que están alejados de Cristo andan en la vanidad de su mente con un entendimiento lleno de tinieblas, alejados de la presencia y las bendiciones de Dios, en ignorancia y dureza en su corazón.
Esto nos llevó a entregarnos a una vida pecaminosa, entregados a impurezas desagradables a Dios.
Efesios 4:17-19 Con la autoridad del Señor digo lo siguiente: ya no vivan como los que no conocen a Dios,* porque ellos están irremediablemente confundidos. (18) Tienen la mente llena de oscuridad; vagan lejos de la vida que Dios ofrece, porque cerraron la mente y endurecieron el corazón hacia él. (19) Han perdido la vergüenza. Viven para los placeres sensuales y practican con gusto toda clase de impureza.
Iglesia, esta vieja naturaleza nos ha llevado a pecar, trayendo con ello condenación al mundo.
En el libro de Gálatas se nos dice: Gálatas 5:19-21 Cuando ustedes siguen los deseos de la naturaleza pecaminosa, los resultados son más que claros: inmoralidad sexual, impureza, pasiones sensuales, (20) idolatría, hechicería, hostilidad, peleas, celos, arrebatos de furia, ambición egoísta, discordias, divisiones, (21) envidia, borracheras, fiestas desenfrenadas y otros pecados parecidos. Permítanme repetirles lo que les dije antes: cualquiera que lleve esa clase de vida no heredará el reino de Dios.

Despojándonos del viejo hombre

Miremos un momento lo que dice Efesios 4.22-24:
Efesios 4:22-24 desháganse de su vieja naturaleza pecaminosa y de su antigua manera de vivir, que está corrompida por la sensualidad y el engaño. (23) Y, en cambio, dejen que el Espíritu les renueve los pensamientos y las actitudes. (24) Pónganse la nueva naturaleza, creada para ser a la semejanza de Dios, quien es verdaderamente justo y santo.

Ahora vamos a Colosenses 3.5-10).
Col0senses 3:5-10 Así que hagan morir las cosas pecaminosas y terrenales que acechan dentro de ustedes. No tengan nada que ver con la inmoralidad sexual, la impureza, las bajas pasiones y los malos deseos. No sean avaros, pues la persona avara es idólatra porque adora las cosas de este mundo. (6) A causa de esos pecados, viene la furia de Dios.* (7) Ustedes solían hacer esas cosas cuando su vida aún formaba parte de este mundo. (8) Pero ahora es el momento de eliminar el enojo, la furia, el comportamiento malicioso, la calumnia y el lenguaje sucio. (9) No se mientan unos a otros, porque ustedes ya se han quitado la vieja naturaleza pecaminosa y todos sus actos perversos. (10) Vístanse con la nueva naturaleza y se renovarán a medida que aprendan a conocer a su Creador y se parezcan más a él.

Esta renovación implica tanto una decisión como un proceso.
Es una decisión absoluta y radical por la cual nos entregamos por completo al Señor, como un proceso de renovación y aprendizaje en el cual se va formando el carácter de Cristo en cada persona que le recibe verdaderamente y hace la voluntad de su Padre.

Finalmente déjame decirte que en Cristo fuimos muertos al pecado, pues “nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él” (Romanos 6.6), de tal forma que ya no obedezcamos a los deseos pecaminosos.

Ahora el Espíritu habita en nosotros, guiándonos en la voluntad de Dios y dándonos las fuerzas para obedecerle.

Pero debemos seguirle a él y no a los deseos de la vieja naturaleza, tal como dice: Gálatas 5:16 Por eso les digo: dejen que el Espíritu Santo los guíe en la vida. Entonces no se dejarán llevar por los impulsos de la naturaleza pecaminosa.

Gracia y Paz.
Pastor y Administrador, Rogers Infante H.
Bendiciones a mis hermanos en la fe

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