BIENVENIDOS

Gracia y Paz en Cristo Jesús, Amados, soy el Pr. Rogers Infante. Discípulo de la obra de Dios, Promotor y fundador de la Iglesia Cristiana Palabra y Amor. Doy gracias a Dios por la posibilidad que nos da, de poder llevar su evangelio por medio de la palabra escrita a todos sus hogares y sitio de trabajo. Con la intención de poder compartirlos con todos ustedes ya que está en evidencia la gran necesidad de contar con material netamente de evangelización, que sirviera para llegarles en forma de mensajes. Muchas almas han encontrado a Cristo, por este medio, cuyo fin, es que la "palabra de Dios corra y sea glorificada" (2 Ts 3:1). Amados, la venida de Nuestro Señor Jesucristo a buscar a su iglesia, esta cerca. Por tal motivo el enemigo de las almas, Satanás, aprovechará en este último tiempo para engañar a cuantos pueda en este mundo; lo cual la Biblia nos advierte que no ignoremos sus maquinaciones. (2Co.2:11). Vivimos una era de engaños, donde se predica un falso evangelio facilista y meramente emocional. Además de otras ciertas doctrinas ortodoxas de la cristiandad, debemos estar alertados de estos lobos rapaces disfrazados de ovejas y que por dentro son unos Anatemas que venden el evangelio de JESÚS, La doctrina del "arrepentimiento de pecados" es rara vez predicada como se debe. La salvación por gracia se ha desvirtuado y las perdiciones son basadas en discursos que tienen mucho de sensacionalismo, pero carentes de fundamento bíblico vital para la genuina conversión de las almas. (Heb.4:12).Por tal motivo es necesario, predicar un evangelio fiel a la Biblia. Tu testimonio personal y tu vida de consagración a los pies de Cristo, es el arma más poderosa, para llevar la palabra de Dios.

¡Que tu vida, y la mía, sean solo para LA GLORIA DE DIOS!

viernes, 1 de mayo de 2020

LOS CINCO PELIGROS QUE DEBE CONOCER EL CREYENTE

LOS CINCO PELIGROS QUE DEBE CONOCER EL CREYENTE
Deuteronomio 7–11
Después de recordar al pueblo los hechos del pasado (caps. 1–6), Moisés advierte ahora de los peligros del futuro.
Por siglos Israel fue una nación esclava y por cuarenta años fue un pueblo peregrino.
Ahora iba a establecerse en su tierra, de modo que necesitaban conocer de los peligros venideros con este nuevo medio.
Por esto hoy veremos al menos cinco peligros que el pueblo tenía que reconocer y evitar.

PELIGRO #1. Compromiso con el enemigo (Deuteronomio 7.1–16)
Deuteronomio 7:1-16 »Cuando el SEÑOR tu Dios te lleve dentro de la tierra donde estás a punto de entrar y que vas a poseer, él te abrirá camino quitando de tu paso a muchas naciones: los hititas, los gergeseos, los amorreos, los cananeos, los ferezeos, los heveos y los jebuseos. Esas siete naciones son más fuertes y numerosas que tú. Cuando el SEÑOR tu Dios las entregue en tus manos y las conquistes, debes destruirlas por completo.* No hagas tratados con ellas ni les tengas compasión. No te unas en matrimonio con su gente. No permitas que tus hijas ni tus hijos se casen con los hijos o las hijas de esas naciones, porque ellos harán que tus hijos y tus hijas se aparten de mí para rendir culto a otros dioses. Entonces el enojo del SEÑOR arderá contra ti, y pronto te destruirá. Lo que tienes que hacer es: destruir sus altares paganos, hacer pedazos sus columnas sagradas, derribar sus postes dedicados a la diosa Asera y quemar sus ídolos. Pues tú eres un pueblo santo porque perteneces al SEÑOR tu Dios. De todos los pueblos de la tierra, el SEÑOR tu Dios te eligió a ti para que seas su tesoro especial. »El SEÑOR no te dio su amor, ni te eligió porque eras una nación más numerosa que las otras naciones, ¡pues tú eras la más pequeña de todas! Más bien, fue sencillamente porque el SEÑOR te ama y estaba cumpliendo el juramento que les había hecho a tus antepasados. Por eso te rescató con mano poderosa de la esclavitud y de la mano opresiva del faraón, rey de Egipto. Reconoce, por lo tanto, que el SEÑOR tu Dios es verdaderamente Dios. Él es Dios fiel, quien cumple su pacto por mil generaciones y derrama su amor inagotable sobre los que lo aman y obedecen sus mandatos. Pero no duda en castigar ni en destruir a los que lo rechazan. Por lo tanto, obedece todos los mandatos, los decretos y las ordenanzas que te entrego hoy. »Si prestas atención a estas ordenanzas y las obedeces con fidelidad, el SEÑOR tu Dios cumplirá su pacto de amor inagotable contigo, tal como lo prometió mediante el juramento que les hizo a tus antepasados. Te amará y te bendecirá y te dará muchos hijos. Hará fértil a tu tierra y a tus animales. Cuando llegues a la tierra que juró dar a tus antepasados, tendrás numerosas cosechas de granos, vino nuevo y aceite de oliva, y también grandes manadas de ganado, ovejas y cabras. Serás la nación más bendecida de toda la tierra. Ningún israelita, sea hombre o mujer, quedará sin tener hijos, y todo tu ganado dará crías. El SEÑOR te protegerá de cualquier enfermedad. No dejará que sufras las enfermedades terribles que conociste en Egipto; en cambio, ¡se las enviará a todos tus enemigos! »Destruye a todas las naciones que el SEÑOR tu Dios entrega en tus manos. No les tengas compasión ni rindas culto a sus dioses, porque caerás en su trampa.

El propósito de Dios era expulsar a las naciones paganas y establecer a Israel en Canaán.
Pero tenía que advertir a Israel que destruyera por completo a estas naciones y que de ninguna manera se comprometiera con ellas.

Había una razón doble para esta destrucción completa:
(1) Las naciones eran impías y estaban listas para el juicio. (Gn.15.16; cf. Dt.9.4–5);
(2) Si se las dejaba en la tierra, conducirían a Israel al pecado.

La gente que no comprende el juicio de Dios o lo terrible del pecado, arguyen que Dios era «perverso» al destruir estas naciones.

Si comprendieran la perversidad de estas religiones paganas y cómo estas naciones resistieron a Dios, tales críticos estarían más bien agradecidos de que Israel las destruyera.
Un Israel contaminado nunca podría dar al mundo la Palabra de Dios.
Un creyente contaminado nunca podrá obtener los beneficios de la bendición de Dios.
Aunque un contaminado con el mundo, piense lo contrario, esto es prueba de su ceguera y entendimiento cerrado espiritual, Dios jamás obrara en ellos.

El argumento de Moisés en este pasaje es simple:
Israel es la nación especial de Dios, un pueblo escogido, separado de las demás naciones.
Dios los escogió porque le amó, y demostró su amor al sacarlos de Egipto y cuidar de ellos fielmente en el desierto.

Este principio de separación corre a través de toda la Biblia;
Dios separó la luz de las tinieblas (Gn.1.4) y las aguas que estaban debajo de la expansión, de las que estaban sobre esta (Gn.1.7).
Ordenó que Israel se separara de las otras naciones. (Éx.23.20–23; 34.11–16).
Ordenó que la Iglesia se separe del mundo. (2Co.6.14–7.1; véase Ap.18.4).

Cuando Dios llamó a Abraham para fundar la nación judía, lo separó de sus alrededores paganos.
En otras palabras: Dios promete bendecir cuando su pueblo se separa del pecado. (Dt,7.12–16).

No extraño decirlo, pero vivimos en un día cuando la Iglesia y el mundo están tan entremezclados que es difícil saber quién pertenece realmente a Cristo.
Solo el líder espiritual, mediante la unción del Padre, podrá discernir quien es trigo y quien es cizaña. 

Pero debemos recordar que hemos sido llamados fuera del mundo, para ser un testimonio al mundo (Jn.15.16–27).
Los creyentes mundanos (falsos cristianos), estorban la obra de Dios.
Por esa razón, hay que desterrarlos de la iglesia de cristo y atarlos en matojos para su condenación eterna.

PELIGRO #2. Temor del enemigo (Deuteronomio 7.17–26)
Deuteronomio 7:17-26 Tal vez te preguntes: “¿Cómo podremos conquistar a esas naciones que son mucho más poderosas que nosotros?”. ¡Pero no les tengas miedo! Sólo recuerda lo que el SEÑOR tu Dios le hizo al faraón y a toda la tierra de Egipto. Acuérdate de los tremendos horrores que el SEÑOR tu Dios envió contra ellos. ¡Tú lo viste todo con tus propios ojos! Y recuerda las señales milagrosas y las maravillas, y la mano fuerte y el brazo poderoso con que él te sacó de Egipto. El SEÑOR tu Dios usará ese mismo poder contra toda la gente a la que tú temes. ¡Y luego el SEÑOR tu Dios mandará terror* para expulsar a los pocos sobrevivientes que aún hayan quedado escondidos de ti! »No, no les tengas miedo a esas naciones, porque el SEÑOR tu Dios está contigo y él es Dios grande e imponente. Poco a poco, el SEÑOR tu Dios irá expulsando a esas naciones de tu paso. No las echarás a todas de una sola vez porque, de ser así, los animales salvajes se multiplicarían con demasiada rapidez para ti. Pero el SEÑOR tu Dios entregará a todas esas naciones en tus manos. Las llenará de confusión hasta que queden destruidas. Pondrá a sus reyes bajo tu poder, y tú borrarás sus nombres de la faz de la tierra. Nadie podrá hacerte frente, y tú los destruirás a todos. »Quema sus ídolos y no codicies ni la plata ni el oro que los recubre. No te los lleves contigo, o se convertirán en una trampa para ti, porque son detestables al SEÑOR tu Dios. No traigas a tu casa ninguna clase de objetos detestables porque, si lo haces, serás destruido, igual que ellos. Aborrece por completo esas cosas, porque están apartadas para ser destruidas.

Moisés le advierte al pueblo que no tema al enemigo porque Dios estará con Israel para darles la victoria.
Acaso ¿No los había libertado de Egipto y de los reyes en el desierto?
Entonces, ¡les daría la victoria en Canaán!
La victoria sería en etapas (v.23; Jue.2.20–23), de modo que pudieran poseer la tierra con seguridad.

Dios haría la liberación, pero ellos tenían que ejecutar la destrucción (vv. 23–26): eliminar a los reyes paganos, los ídolos y los altares.

Todo lo que quedara sería tropiezo para ellos y los conduciría al pecado.
Ahora yo les pregunto:
¿Cuántos reyes paganos, ídolos y altares, ha protegido usted desde hace tiempo y por eso su casa es maldita hoy?
¿Cuántos de esos pecados usted a ocultado en su vida, que sigue trayendo maldición a su casa?
¿Cuántos creyentes están actuando de esa manera y en su entendimiento cerrado creen que Dios les dará bendición?
¿Cuántos, cuantos cuantos?
Lea 2Corintios 7.1 y Romanos 13.14.

PELIGRO #3. Prosperidad y satisfacción propia (Deuteronomio 8)
Deuteronomio 8:1-20 »Asegúrate de obedecer todos los mandatos que te entrego hoy. Entonces vivirás y te multiplicarás, y entrarás en la tierra que el SEÑOR juró dar a tus antepasados y la poseerás. Recuerda cómo el SEÑOR tu Dios te guió por el desierto durante cuarenta años, donde te humilló y te puso a prueba para revelar tu carácter y averiguar si en verdad obedecerías sus mandatos. Sí, te humilló permitiendo que pasaras hambre y luego alimentándote con maná, un alimento que ni tú ni tus antepasados conocían hasta ese momento. Lo hizo para enseñarte que la gente no vive sólo de pan, sino que vivimos de cada palabra que sale de la boca del SEÑOR. En todos esos cuarenta años, la ropa que llevabas puesta no se gastó, y tus pies no se ampollaron ni se hincharon. Ten por cierto que, así como un padre disciplina a su hijo, el SEÑOR tu Dios te disciplina para tu propio bien. »Por lo tanto, obedece los mandatos del SEÑOR tu Dios andando en sus caminos y temiéndolo. Pues el SEÑOR tu Dios te lleva a una buena tierra, con arroyos y lagunas, con fuentes de agua y manantiales que brotan a chorros de los valles y las colinas. Es una tierra de trigo y cebada, de vides, higueras y granadas, de aceite de oliva y miel. Es una tierra donde abunda el alimento y no falta nada. Es una tierra donde el hierro es tan común como las piedras y donde el cobre abunda en las colinas. Cuando hayas comido hasta quedar satisfecho, asegúrate de alabar al SEÑOR tu Dios por la buena tierra que te ha dado. »Sin embargo, ¡ese es el momento cuando debes tener mucho cuidado! En tu abundancia, ten cuidado de no olvidar al SEÑOR tu Dios al desobedecer los mandatos, las ordenanzas y los decretos que te entrego hoy. Pues cuando te sientas satisfecho y hayas prosperado y edificado casas hermosas donde vivir, cuando haya aumentado mucho el número de tus rebaños y tu ganado, y se haya multiplicado tu plata y tu oro junto con todo lo demás, ¡ten mucho cuidado! No te vuelvas orgulloso en esos días y entonces te olvides del SEÑOR tu Dios, quien te rescató de la esclavitud en la tierra de Egipto. No olvides que él te guió por el inmenso y terrible desierto, que estaba lleno de escorpiones y serpientes venenosas, y que era tan árido y caliente. ¡Él te dio agua de la roca! En el desierto, te alimentó con maná, un alimento desconocido para tus antepasados. Lo hizo para humillarte y para ponerte a prueba por tu propio bien. Todo esto lo hizo para que nunca se te ocurriera pensar: “He conseguido toda esta riqueza con mis propias fuerzas y energías”. Acuérdate del SEÑOR tu Dios. Él es quien te da las fuerzas para obtener riquezas, a fin de cumplir el pacto que les confirmó a tus antepasados mediante un juramento. »Pero una cosa te aseguro: si alguna vez te olvidas del SEÑOR tu Dios y sigues a otros dioses, y les rindes culto y te inclinas ante ellos, sin duda serás destruido. Tal como el SEÑOR destruyó a otras naciones en tu paso, así también tú serás destruido si te niegas a obedecer al SEÑOR tu Dios.

¡Las «artimañas» del diablo son más peligrosas que sus ejércitos!
En esta sección Moisés advierte a su pueblo acerca de los peligros de la prosperidad.
Se olvidarían de los cuarenta años del cuidado de Dios, cuando Él les proveía de alimentos y de abundante ropa.
Incluso, se olvidarían de la mano castigadora de Dios cuando pecaban.
Y este olvido los llevaría a pecar: en su prosperidad y bendición en la «tierra que fluye leche y miel», llegarían a sentirse satisfechos en sí mismos y pensarían que su fuerza logró todas esas cosas, sin la necesidad de Dios.

La pregunta es: ¿No está ese pecado con nosotros hoy?
Miren hay personas que andan desesperadamente buscando una iglesia pagana, donde les digan que todo lo que hagan en la tierra es valido y cuando mueran tendrán la oportunidad de ser perdonados.
Que engaño e ignorancia tan grande es esto.
Pero lo triste es que los de entendimiento cerrado y ciegos les creen, para seguir pecando.

A menudo cuando los tiempos son duros y tenemos que depender de Dios para nuestras necesidades diarias y personales, es entonces que pretendemos acordarnos de Él, e intentamos no de corazón obedecerle. --- Así no funciona.
Ocurre lo mismo en estos falsos cristianos, cuando «las cosas marchan bien» y supuestamente tienen más de lo que necesitan, allí se vuelven autosuficientes y se olvidan de Dios.
Celebran las fiestas mundanas, se emborrachan con sus cómplices en el trabajo, ya no respetan, hacen lo que les viene en ganas y al final, cuando hacen la voluntad de Satanás, el mismo Satanás les quita todo, para darles migajas y siempre estén agonizando.
Lo mas sorprendente de esto, es que estos falsos creyentes, jamás se entregan a Dios en obediencia ni fidelidad, porque su naturaleza sigue siendo del mundo y para el mundo.
Algunas veces Dios nos castiga para recordarnos quién está en control de la riqueza de este mundo.

PELIGRO #4. Orgullo (Deuteronomio 9.1–10.11)

Después de conquistar las naciones paganas en Canaán, Israel se vería tentado a enorgullecerse pensando que fue debido a su justicia que Dios les dio la victoria.
Moisés les recuerda que sus victorias serían todas debido a la gracia de Dios.

Para empezar, Dios les daría la tierra para cumplir sus promesas a sus padres (Gn.15), promesas que hizo debido a su gracia.
Los judíos no merecían la tierra, se les dio porque Dios los amaba.
Moisés les recuerda a los judíos que toda su historia había sido de rebelión, ¡no de justicia!

Recuerden ustedes que: Provocaron a Dios en el desierto.
Hicieron un ídolo en el monte Sinaí, y se rebelaron en incredulidad en Cades-barnea.
Si no hubiera sido por la intercesión de Moisés, la nación entera hubiera sido destruida.

Y hoy en día, si los lideres espirituales no Oran por sus hermanos y familias en la fe, muchos hogares ya estarían destruidos completamente.
La aplicación es cierta para los cristianos hoy.
¡No nos atrevamos a olvidarnos de la gracia de Dios!
Somos salvos por gracia (Ef.2.8–10) y cualquier obra que hagamos para Él es por gracia (1Co.15.10; Ro.12.6).
Pero si usted no es obediente, ni fiel al señor, la gracia no está en usted.

Si tenemos bendiciones materiales y espirituales, es debido a su gracia y no a nuestra bondad.
Tales bendiciones deben hacernos humildes, no hacernos orgullosos, y debemos querer usar lo que tenemos para su gloria al ganar almas.

Así como Moisés intercedió por la nación y la salvó, Cristo murió por nosotros y vive para siempre para interceder por nosotros.
Por eso, es que, por medio de Cristo, tenemos grandes bendiciones hoy.

Tal vez la peor clase de orgullo es el «espiritual», tal como el que vemos en los fariseos.
Si las personas son espirituales, no pueden ser orgullosas.
Jactarse de dones espirituales o gracia es invitar a la mano castigadora de Dios.

PELIGRO #5. Desobediencia deliberada (Deuteronomio 10.12–11.32)
Esta sección es la apelación final de Moisés antes de empezar a repasar y aplicar las leyes que gobernarían sus vidas en la tierra prometida (12.1ss).
«Voy a darles muchas leyes», dice Moisés, «pero el Señor en realidad pide de ti sólo esto:
Que le Temas, Le Ames, Le seas Fiel, Obediente y le Sirvas.
Como resultado de esto: Él te Bendecirá» (v.12).

En el capítulo 11 Moisés aclara que la cuestión real es el corazón:
Si en verdad amaban a Dios, obedecerían su Palabra (Jn.14.21).
Sí, debían temer a Dios, habían visto sus milagros y juicios.

Pero este temor debía ser un amor reverente por el Dios que los escogió por sobre todas las otras naciones.
Dios no podía bendecirlos si rehusaban obedecer su Palabra.
Algunos de los judíos tal vez decían:
«Una vez que entremos en la tierra, podemos vivir como nos plazca y todavía disfrutar de su abundancia».
No es así, porque la tierra prometida no es como Egipto (vv.10–17).
En Egipto la gente dependía del sucio río Nilo para irrigar sus sembrados.
Pero en Canaán las lluvias vendrían del cielo dos veces al año para darle al pueblo las cosechas que necesitaban.

La productividad de la tierra prometida dependía de la lluvia del cielo, así como nosotros hoy dependemos de las «lluvias de bendición» si nuestras vidas han de ser fructíferas para Dios.

Si Israel desobedecía, Dios no enviaría la lluvia, suceso que se repitió varias veces en la historia de la nación.
El tiempo de decisión había llegado (vv.26–32).
Tenía que escoger entre una bendición y una maldición.

Este principio básico nunca ha cambiado: si obedecemos la Palabra de Dios de todo corazón, Él nos bendecirá a nosotros y nuestro trabajo.
Pero si le desobedecemos, Él enviará una maldición y nos castigará.
La obediencia es la clave de la felicidad.
GRACIA Y Paz.
Pastor y Administrador, Rogers Infante.
Que Dios te bendiga de acuerdo a tu mente, habla y corazón.

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