BIENVENIDOS

Gracia y Paz en Cristo Jesús, Amados, soy el Pr. Rogers Infante. Discípulo de la obra de Dios, Promotor y fundador de la Iglesia Cristiana Palabra y Amor. Doy gracias a Dios por la posibilidad que nos da, de poder llevar su evangelio por medio de la palabra escrita a todos sus hogares y sitio de trabajo. Con la intención de poder compartirlos con todos ustedes ya que está en evidencia la gran necesidad de contar con material netamente de evangelización, que sirviera para llegarles en forma de mensajes. Muchas almas han encontrado a Cristo, por este medio, cuyo fin, es que la "palabra de Dios corra y sea glorificada" (2 Ts 3:1). Amados, la venida de Nuestro Señor Jesucristo a buscar a su iglesia, esta cerca. Por tal motivo el enemigo de las almas, Satanás, aprovechará en este último tiempo para engañar a cuantos pueda en este mundo; lo cual la Biblia nos advierte que no ignoremos sus maquinaciones. (2Co.2:11). Vivimos una era de engaños, donde se predica un falso evangelio facilista y meramente emocional. Además de otras ciertas doctrinas ortodoxas de la cristiandad, debemos estar alertados de estos lobos rapaces disfrazados de ovejas y que por dentro son unos Anatemas que venden el evangelio de JESÚS, La doctrina del "arrepentimiento de pecados" es rara vez predicada como se debe. La salvación por gracia se ha desvirtuado y las perdiciones son basadas en discursos que tienen mucho de sensacionalismo, pero carentes de fundamento bíblico vital para la genuina conversión de las almas. (Heb.4:12).Por tal motivo es necesario, predicar un evangelio fiel a la Biblia. Tu testimonio personal y tu vida de consagración a los pies de Cristo, es el arma más poderosa, para llevar la palabra de Dios.

¡Que tu vida, y la mía, sean solo para LA GLORIA DE DIOS!

jueves, 5 de noviembre de 2020

NINGUNA CONDENACION, OBLIGACION NI SEPARACION.

 

NINGUNA CONDENACION, OBLIGACION NI SEPARACION.

 

Gracia y Paz, para todos mis hermanos en la obra de Dios Padre y de su Hijo Jesucristo, el cordero inmolado que ahora se encuentra a la diestra del Todopoderoso.


Quiero iniciar este mensaje, leyendo el libro de Romanos en el versículo 6 al 8.

Romanos 8:6-8 dice: Por lo tanto, permitir que la naturaleza pecaminosa les controle la mente lleva a la muerte. Pero permitir que el Espíritu les controle la mente lleva a la vida y a la paz. Pues la naturaleza pecaminosa es enemiga de Dios siempre. Nunca obedeció las leyes de Dios y jamás lo hará. Por eso, los que todavía viven bajo el dominio de la naturaleza pecaminosa nunca pueden agradar a Dios.

Este catulo 8 es el clímax de la sección sobre la «santificación» y responde las preguntas que surgieron respecto a la ley, y a la carne.

 

Si analizamos a Romanos 8, podemos ver que el Espíritu Santo domina todo el capítulo, porque a través del Espíritu morando en nosotros, podemos vencer la carne, y tener una  vida  cristiana  fructífera.  

 

El capítulo 8 lo podemos resumir en tres fases:

Ninguna condenación, Ninguna obligación y Ninguna separación.

 

Con referencia a Ninguna condenación:

En los versículos del uno al cuatro vemos el Espíritu y la ley.

Romanos 8:1 al 4 dice: Por lo tanto, ya no hay condenación para los que pertenecen a Cristo Jesús. Y, porque ustedes pertenecen a él, el poder* del Espíritu que da vida los* ha libertado del poder del pecado, que lleva a la muerte. La ley de Moisés no podía salvarnos, porque nuestra naturaleza pecaminosa* es débil. Así que Dios hizo lo que la ley no podía hacer. Él envió a su propio Hijo en un cuerpo como el que tenemos nosotros, pecadores. Y, en ese cuerpo, Dios declaró el fin del dominio que el pecado tenía sobre nosotros mediante la entrega de su Hijo como sacrificio por nuestros pecados. Lo hizo para que se cumpliera totalmente la exigencia justa de la ley a favor de nosotros, que ya no seguimos a nuestra naturaleza pecaminosa, sino que seguimos al Espíritu.

Estos versículos, en realidad, constituyen la conclusión del argumento del capítulo 7.

Tenga  presente  que  aq el Apóstol Pablo,  no  analiza  la  salvacn,  sino  el  problema  de  mo  el creyente, pueda alguna vez, realizar algo bueno, teniendo en cuenta que tiene una naturaleza sumamente pecadora.

 

La pregunta sería: ¿Por qué Dios siendo tan  santo, acepta lo que hacemos, cuando no tenemos «nada bueno» morando en nosotros?

¡Yo creo que Dios, tendría que condenar todos nuestros pensamientos, y también nuestras obras!

Pero la palabra de Dios, nos dice que no  hay  «ninguna  condenación»,  ya que el Poder de Dios, el cual es su  Espíritu  Santo, mora  en nosotros, para que podamos cumplir con la justicia de la ley.

 

Para los verdaderos cristianos, la ley no puede condenarnos porque estamos muertos a ella.

Dios no puede condenarnos, porque el Espíritu Santo capacita al verdadero creyente para que este ande en el Espíritu,  y de esa manera satisfacer las exigencias santas de Dios.

 

Todo cristiano verdadero vive días gloriosos, cuando se da cuenta de que los hijos de Dios no están bajo la ley.

Dios, no espera que nosotros vayamos hacer «buenas obras» en el poder de la vieja naturaleza.

 

Cuando el cristiano verdadero, comprende que «no hay ninguna condenación» para él, entonces puede entender que el Espíritu que mora en él, agrada a Dios, y lo ayuda a santificarse cada día de su vida, mientras este en este cuerpo.

¿Cómo lo hace? En obediencia y Fidelidad.

 

Ahora mira, ¡Qué gloriosa salvación tenemos!

El Apóstol Pablo advierte en latas 5.1, «Por lo tanto, Cristo en verdad nos ha liberado. Ahora asegúrense de permanecer libres y no se esclavicen de nuevo a la ley».

 

Con referencia a Ninguna obligación:

Nosotros debemos comprender clara y llanamente, que no debemos acceder, ni obedecer a las pretensiones de la carne, por tal motivo debemos aprender a diferenciar claramente entre el Espíritu que mora en nosotros y la carne con sus pasiones y deseos del mundo.

Romanos 8:5 al 17 dice: Los que están dominados por la naturaleza pecaminosa piensan en cosas pecaminosas, pero los que son controlados por el Espíritu Santo piensan en las cosas que agradan al Espíritu. Por lo tanto, permitir que la naturaleza pecaminosa les controle la mente lleva a la muerte. Pero permitir que el Espíritu les controle la mente lleva a la vida y a la paz. Pues la naturaleza pecaminosa es enemiga de Dios siempre. Nunca obedeció las leyes de Dios y jamás lo hará. Por eso, los que todavía viven bajo el dominio de la naturaleza pecaminosa nunca pueden agradar a Dios. Pero ustedes no están dominados por su naturaleza pecaminosa. Son controlados por el Espíritu si el Espíritu de Dios vive en ustedes. (Y recuerden que los que no tienen al Espíritu de Cristo en ellos, de ninguna manera pertenecen a él). Y Cristo vive en ustedes; entonces, aunque el cuerpo morirá por causa del pecado, el Espíritu les da vida, * porque ustedes ya fueron declarados justos a los ojos de Dios. El Espíritu de Dios, quien levantó a Jesús de los muertos, vive en ustedes. Y, así como Dios levantó a Cristo Jesús de los muertos, él dará vida a sus cuerpos mortales mediante el mismo Espíritu, quien vive en ustedes. Por lo tanto, amados hermanos, no están obligados a hacer lo que su naturaleza pecaminosa los incita a hacer; pues, si viven obedeciéndola, morirán. Pero, si mediante el poder del Espíritu hacen morir las acciones de la naturaleza pecaminosa,* vivirán. Pues todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no han recibido un espíritu que los esclavice al miedo. En cambio, recibieron el Espíritu de Dios cuando él los adoptó como sus propios hijos. * Ahora lo llamamos «Abba, Padre» *. Pues su Espíritu se une a nuestro espíritu para confirmar que somos hijos de Dios. Y, como somos sus hijos, también somos sus herederos. De hecho, somos herederos junto con Cristo de la gloria de Dios. Pero, si vamos a participar de su gloria, también debemos participar de su sufrimiento.

Ahora podemos decir, que al analizar esos versículos que acabamos de leer, podemos notar que el creyente puede tener dos «disposiciones», tales como la mente y los designios.

El creyente puede inclinarse hacia las cosas de la carne, y ser un cristiano carnal, esto lógicamente lo pueden hacer, pero tal decisión provocaría la enemistad con Dios.

 

Así como el creyente puede inclinarse para hacer las casas que le desagradan a Dios, el creyente puede también inclinarse hacia las cosas del Espíritu para agradar a Dios.

Es decir: Que el creyente, puede ser un cristiano espiritual, Fiel, Obediente y disfrutar gozo y paz en su vida, mientras se encuentre en este cuerpo.

 

Todos sabemos que el creyente que se mueve con una mente carnal, no puede agradar a Dios.

Porque solo el Esritu Santo, que obra en nosotros y a través de nosotros, es el que puede agradar a Dios.

 

El cristiano verdadero, No debe tener por ningún motivo obligación con la carne:

Dice Romanos 8:12. Por lo tanto, amados hermanos, no están obligados a hacer lo que su naturaleza pecaminosa los incita a hacer;  ---En otras palabras, nuestra única obligación, es hacia el Espíritu Santo.

 

Por la sencilla razón, que fue el Espíritu el que nos convenció, y nos mostró nuestra necesidad del Salvador.

Fue el Espíritu el que impartió la fe salvadora, implantó la nueva naturaleza en nosotros, y nos da testimonio cada día de que somos hijos de Dios.

 

¡Por eso hoy debemos sentirnos gozosos, de la gran deuda que tenemos con el Espíritu!

Jesús, el Hijo de Dios nos amó tanto, que murió por nosotros.

Y el Esritu Santo de Dios, ese maravilloso Poder de los Alto, nos ama tanto, que vive en nosotros. Amen.

 

Este Poder de lo Alto, que proviene y es de Dios, el Todopoderoso, nos ama tanto que a diario soporta nuestra carnalidad y egoísmo.

Este Poder de Dios, todos los días contrista nuestro pecado; y sin embargo nos ama y permanece en nosotros los hijos de Dios, que obedecemos su palabra.

Ese Poder de lo Alto es el sello de Dios, y las «arras», las cuales son las «garantía» de las bendiciones que nos esperan en la eternidad.

Dice 2 Corintios 1:22, y nos identificó como suyos al poner al Espíritu Santo en nuestro corazón como un anticipo que garantiza todo lo que él nos prometió.

 

Iglesia déjame decirte, que si alguien no tiene el Espíritu morando en él, no es un hijo de Dios.

Y para ser un hijo de Dios, hay que ser Fiel y Obediente para hacer su voluntad.

Y para hacer tal cosa, debemos alejarnos de todo lo que le desagrada a Dios.

Todo es todo.

Y prueba de eso es primeramente aceptar a cristo en nuestro corazón y dar el paso de obediencia.

Solo así dejaremos de murmurar, y también dejaremos de estar planeando ataques contra los cristianos hijos de Dios.

El Poder de Dios, el cual conocemos como el Espíritu Santo, es una adopción.

Miremos lo que dice Romanos 8 versículo 15:

Y ustedes no han recibido un espíritu que los esclavice al miedo. En cambio, recibieron el Espíritu de Dios cuando él los adoptó como sus propios hijos. Ahora lo llamamos «Abba, Padre».

Iglesia, vivir en la carne, o bajo la ley, (y ponerse bajo la ley, es inclinarse a vivir en la carne), esto nos conduce a la servidumbre; Pero el creyente que vive en el Espíritu Santo, este lo conduce a una vida gloriosa de libertad en Cristo.

Ahora debemos tener presente, como cristianos verdaderos, fieles y obedientes, que la Libertad para el creyente jamás significa hacer lo que se le antoje, ¡Porque esa es la peor clase de esclavitud!

Más bien deberíamos decir que la libertad cristiana en el Espíritu, es libertad de la ley y de la carne, para que podamos agradar a Dios, y llegar a ser lo que Él quiere que lleguemos a ser.

 

La palabra de Dios habla de «Adopción» y en el Nuevo Testamento, esto no significa lo que típicamente denota hoy en a; que es recibir a un niño, dentro de una familia como miembro legal de ella.

Los que estudiamos la palabra de Dios, sabemos que el significado literal de la palabra griega es, «colocar como hij, es decir: tomar a un menor, (bien sea en la familia o afuera) y hacerlo el legítimo heredero.

 

Cada creyente es un hijo de Dios por nacimiento nuevo, y heredero de Dios por adopción.

Es más, somos coherederos con Cristo, de modo que Él, no puede recibir su herencia en gloria hasta que nosotros estemos allí para compartirla con Él.

Gracias a Dios el creyente verdadero, no tiene obligación a la carne, para alimentarla, agradarla y obedecerla.

En lugar de eso, debemos «hacer morir» las obras de la carne, por el poder del Espíritu, y permitir que el Espíritu dirija nuestras vidas diariamente.

Romanos 8:13 dice: pues, si viven obedeciéndola, morirán. Pero, si mediante el poder del Espíritu hacen morir las acciones de la naturaleza pecaminosa,* vivirán.

Y el libro de Colosenses 3:9 dice: No se mientan unos a otros, porque ustedes ya se han quitado la vieja naturaleza pecaminosa y todos sus actos perversos.

 

Con referencia a Ninguna separación:

Esta última parte del libro de Romanos 8 del 18 al 39, nos habla del Espíritu y el sufrimiento.

Leamos: Romanos 8:18 al 39, Sin embargo, lo que ahora sufrimos no es nada comparado con la gloria que él nos revelará más adelante. Pues toda la creación espera con anhelo el día futuro en que Dios revelará quiénes son verdaderamente sus hijos. Contra su propia voluntad, toda la creación quedó sujeta a la maldición de Dios. Pero, con gran esperanza, la creación espera el día en que se unirá junto con los hijos de Dios a la gloriosa libertad de la muerte y la descomposición. Pues sabemos que, hasta el día de hoy, toda la creación gime de angustia como si tuviera dolores de parto. Y los creyentes también gemimos —aunque tenemos al Espíritu de Dios en nosotros como una muestra anticipada de la gloria futura —porque anhelamos que nuestro cuerpo sea liberado del pecado y el sufrimiento. Nosotros también deseamos con una esperanza ferviente que llegue el día en que Dios nos dé todos nuestros derechos como sus hijos adoptivos,* incluido el nuevo cuerpo que nos prometió. Recibimos esa esperanza cuando fuimos salvos. (Si uno ya tiene algo, no necesita esperarlo. Pero, si deseamos algo que todavía no tenemos, debemos esperar con paciencia y confianza). Y el Espíritu Santo nos ayuda en nuestra debilidad. Por ejemplo, nosotros no sabemos qué quiere Dios que le pidamos en oración, pero el Espíritu Santo ora por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y el Padre, quien conoce cada corazón, sabe lo que el Espíritu dice, porque el Espíritu intercede por nosotros, los creyentes,* en armonía con la voluntad de Dios. Y sabemos que Dios hace que todas las cosas cooperen* para el bien de los que lo aman y son llamados según el propósito que él tiene para ellos. Pues Dios conoció a los suyos de antemano y los eligió para que llegaran a ser como su Hijo, a fin de que su Hijo fuera el hijo mayor* de muchos hermanos.  Y, después de haberlos elegido, Dios los llamó para que se acercaran a él. Y, una vez que los llamó, los puso en la relación correcta con él. Y, luego de ponerlos en la relación correcta con él, les dio su gloria. ¿Qué podemos decir acerca de cosas tan maravillosas como éstas? Si Dios está a favor de nosotros, ¿quién podrá ponerse en nuestra contra?  Si Dios no se guardó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿no nos dará también todo lo demás? ¿Quién se atreve a acusarnos a nosotros, a quienes Dios ha elegido para sí? Nadie, porque Dios mismo nos puso en la relación correcta con él. Entonces, ¿quién nos condenará? Nadie, porque Cristo Jesús murió por nosotros y resucitó por nosotros, y está sentado en el lugar de honor, a la derecha de Dios, e intercede por nosotros. ¿Acaso hay algo que pueda separarnos del amor de Cristo? ¿Será que él ya no nos ama si tenemos problemas o aflicciones, si somos perseguidos o pasamos hambre o estamos en la miseria o en peligro o bajo amenaza de muerte? (Como dicen las Escrituras: «Por tu causa nos matan cada día; nos tratan como a ovejas en el matadero»*). Claro que no, a pesar de todas estas cosas, nuestra victoria es absoluta por medio de Cristo, quien nos amó. Y estoy convencido de que nada podrá jamás separarnos del amor de Dios. Ni la muerte ni la vida, ni ángeles ni demonios,* ni nuestros temores de hoy ni nuestras preocupaciones de mañana. Ni siquiera los poderes del infierno pueden separarnos del amor de Dios. Ningún poder en las alturas ni en las profundidades, de hecho, nada en toda la creación podrá jamás separarnos del amor de Dios, que está revelado en Cristo Jesús nuestro Señor. Amen.

 

Que maravilloso es saber, que aunque los creyentes verdaderos, Fieles y Obedientes, soportan el sufrimiento de esta vida ahora, más adelante disfrutarán de la gloria cuando Cristo regrese.

Es más, la creación entera gime bajo la esclavitud del pecado, gracias a la desobediencia de Adán y Eva cuando estuvieron en el Edén.

 

Pero cuando Cristo finalmente aprese a Satanás, libertará a la creación completa de su esclavitud, y toda la naturaleza disfrutará con nosotros de «la libertad gloriosa de los hijos de Dios».

Note lo que dice el versículo 21, la creación espera el día en que se unirá junto con los hijos de Dios a la gloriosa libertad de la muerte y la descomposición. . Amen.

 

¡Qué maravillosa salvación tenemos!;

Somos libres de la pena del pecado, debido a que Cristo murió por nosotros. Mírelo en el capítulo 5;

Somos libres del poder del pecado, porque morimos con Cristo a la carne. Mírelo en el capítulo 6, y a la ley, en el capítulo 7.

Y algún día seremos libres de la misma presencia del pecado, cuando la naturaleza sea librada de su esclavitud.

 

Todo cristiano verdadero tiene el Espíritu de adopcn, Pero estamos «esperando la redención de nuestro cuerpo».  Romanos 8:23 dice: Y los creyentes también gemimos —aunque tenemos al Espíritu de Dios en nosotros como una muestra anticipada de la gloria futura —porque anhelamos que nuestro cuerpo sea liberado del pecado y el sufrimiento. Nosotros también deseamos con una esperanza ferviente que llegue el día en que Dios nos dé todos nuestros derechos como sus hijos adoptivos,* incluido el nuevo cuerpo que nos prometió.

Nuestra alma ha sido redimida, pero el cuerpo aún no.

Incluso si morimos, el Espíritu, quien nos ha sellado para el día de la redención, vivificará nuestros cuerpos.

Efesios 1:13-14 dice: Y ahora ustedes, los gentiles,* también han oído la verdad, la Buena Noticia de que Dios los salva. Además, cuando creyeron en Cristo, Dios los identificó como suyos* al darles el Espíritu Santo, el cual había prometido tiempo atrás. (14) El Espíritu es la garantía que tenemos de parte de Dios de que nos dará la herencia que nos prometió y de que nos ha comprado para que seamos su pueblo. Dios hizo todo esto para que nosotros le diéramos gloria y alabanza.

 

Nótese los tres «gemidos» en los versículos 22 al 26:

(1) toda la creación gime, versículo 22;

(2) el creyente gime esperando la venida de Cristo, versículo 23;

(3) el Espíritu gime al interceder por nosotros, versículo 26.

Pablo  destaca  que mientras  soportamos  estos sufrimientos  en esperanza,  tenemos  el privilegio de orar en el Espíritu.

 

Seguramente algunos creyentes no se han dado cuenta que sus oraciones, aún están en la carne:

Lo que trato de decirles, es que aunque hacen oraciones largas, hermosas que glorifican  al hombre, estas mismas dan nauseas a Dios.

Todo radica porque hoy en día, las oraciones se están haciendo en base a doctrinas erradas y costumbres paganas que han entrado a la iglesia y sus líderes la han tratado de ocultar, haciéndoles creer a los creyentes que son buenas, cuando la biblia las prohíbe.

No mas imagínese a un pecador, orando en medio de un grupo cristiano.

Allí no hay ni abra jamás poder de lo Alto.

Porque lo que allí reina es poder de las tinieblas, a causa del pecado de este.

Entonces si ese grupo permite eso, es un grupo que desagrada a Dios.

Por complicidad ante el mal.

Isaías 1:11 al 18 dice: «¿Qué les hace pensar que yo deseo sus sacrificios? —dice el SEÑOR—. Estoy harto de sus ofrendas quemadas de carneros y de la grasa del ganado engordado. No me agrada la sangre de los toros ni de los corderos ni de las cabras. Cuando vienen a adorarme, ¿quién les pidió que desfilaran por mis atrios con toda esa ceremonia?  Dejen de traerme sus regalos sin sentido. ¡El incienso de sus ofrendas me da asco! En cuanto a sus celebraciones de luna nueva, del día de descanso y de sus días especiales de ayuno, todos son pecaminosos y falsos. ¡No quiero más de sus piadosas reuniones! Odio sus celebraciones de luna nueva y sus festivales anuales; son una carga para mí. ¡No los soporto! Cuando levanten las manos para orar, no miraré; aunque hagan muchas oraciones, no escucharé, porque tienen las manos cubiertas con la sangre de víctimas inocentes. ¡Lávense y queden limpios! Quiten sus pecados de mi vista. Abandonen sus caminos malvados. Aprendan a hacer el bien. Busquen la justicia y ayuden a los oprimidos. Defiendan la causa de los huérfanos y luchen por los derechos de las viudas. »Vengan ahora. Vamos a resolver este asunto —dice el SEÑOR—. Aunque sus pecados sean como la escarlata, yo los haré tan blancos como la nieve. Aunque sean rojos como el carmesí, yo los haré tan blancos como la lana.

Observe claramente como el apóstol critica fuertemente, las costumbres y tradiciones de algunas iglesias y personas que se dicen ser creyentes y no lo son.

Y al mismo tiempo demuestra, que esas tradiciones que hacen ciertas iglesias y personas, son simplemente un asco, para Dios.

¡Así mismo, el Apóstol Pablo indica que la mayoría de la oración espiritual puede ser un gemido sin palabras que brota del corazón!

Todo buen cristiano sabe que el Padre escudriña nuestros corazones y sabe lo que el Espíritu desea, y esto es lo que nos concede.

 

El Espíritu siempre ora de acuerdo a la voluntad de Dios, pero, ¿Cuál es la voluntad de Dios?

La respuesta es muy sencilla: Que los creyentes sean conformados a la imagen de Cristo.

Romanos 8:29 dice: Pues Dios conoció a los suyos de antemano y los eligió para que llegaran a ser como su Hijo, a fin de que su Hijo fuera el hijo mayor* de muchos hermanos.  

 

Iglesia, Todo buen cristiano puede reclamar la promesa del versículo 28, debido al propósito del versículo 29.

Nótese que todos los verbos en el versículo 30, están en tiempo pasado: Llamó, Justificó, y Glorificó al creyente.

¿Por qdesmayar bajo los sufrimientos de este mundo cuando ya hemos sido glorificados?

Simplemente esperamos la revelación de esta gloria en la venida de Cristo.

 

El Apóstol Pablo concluye haciendo cinco preguntas desde los versículos 32 al 35,  y respondiéndolas claramente.

Iglesia.

No hay necesidad de inquietarse por lo que Dios hará, Porque Dios es por nosotros, y no contra nosotros.

 

La prueba es que su Hijo Jesucristo, dio lo mejor que tea en la cruz, y con toda seguridad que nos dará libremente cualquier otra cosa que necesitemos, por nuestra obediencia y fidelidad.  

 

¿Puede alguien acusarnos por el pecado?  ¡No!.  

Porque hemos sido justificados, y esta posición delante de Dios nunca cambia, por nuestra obediencia y fidelidad.

 

¿Puede alguien condenarnos? ¡No!.

Porque Cristo murió por nosotros, y vive ahora como nuestro Abogado a la diestra del Padre quien es Dios.

¿Puede alguien separarnos del amor de Dios?  ¡No!. 

Ni siquiera el mismo diablo, «principados», «potestades», ni nada de lo que dice el versículo 38.

Por nuestra obediencia y fidelidad.

«Antes, en todas estas cosas, somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó». Amen.

 

Gracia y Paz.

Pastor y Administrador, Rogers Infante.

Bendiciones  a mis hermanos.

Amen.

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