BIENVENIDOS

Gracia y Paz en Cristo Jesús, Amados, soy el Pr. Rogers Infante. Discípulo de la obra de Dios, Promotor y fundador de la Iglesia Cristiana Palabra y Amor. Doy gracias a Dios por la posibilidad que nos da, de poder llevar su evangelio por medio de la palabra escrita a todos sus hogares y sitio de trabajo. Con la intención de poder compartirlos con todos ustedes ya que está en evidencia la gran necesidad de contar con material netamente de evangelización, que sirviera para llegarles en forma de mensajes. Muchas almas han encontrado a Cristo, por este medio, cuyo fin, es que la "palabra de Dios corra y sea glorificada" (2 Ts 3:1). Amados, la venida de Nuestro Señor Jesucristo a buscar a su iglesia, esta cerca. Por tal motivo el enemigo de las almas, Satanás, aprovechará en este último tiempo para engañar a cuantos pueda en este mundo; lo cual la Biblia nos advierte que no ignoremos sus maquinaciones. (2Co.2:11). Vivimos una era de engaños, donde se predica un falso evangelio facilista y meramente emocional. Además de otras ciertas doctrinas ortodoxas de la cristiandad, debemos estar alertados de estos lobos rapaces disfrazados de ovejas y que por dentro son unos Anatemas que venden el evangelio de JESÚS, La doctrina del "arrepentimiento de pecados" es rara vez predicada como se debe. La salvación por gracia se ha desvirtuado y las perdiciones son basadas en discursos que tienen mucho de sensacionalismo, pero carentes de fundamento bíblico vital para la genuina conversión de las almas. (Heb.4:12).Por tal motivo es necesario, predicar un evangelio fiel a la Biblia. Tu testimonio personal y tu vida de consagración a los pies de Cristo, es el arma más poderosa, para llevar la palabra de Dios.

¡Que tu vida, y la mía, sean solo para LA GLORIA DE DIOS!

sábado, 10 de noviembre de 2018

CON JESUS NO HAY DIFICULTAD


CON JESUS NO HAY DIFICULTAD

 

¿Cómo orar frente a la dificultad?

Hechos 4:23-31 Tan pronto como quedaron libres, Pedro y Juan volvieron a donde estaban los demás creyentes y les contaron lo que los sacerdotes principales y los ancianos les habían dicho. Cuando los creyentes oyeron las noticias, todos juntos alzaron sus voces en oración a Dios: «Oh Soberano Señor, Creador del cielo y de la tierra, del mar y de todo lo que hay en ellos, hace mucho tiempo tú hablaste por el Espíritu Santo mediante nuestro antepasado David, tu siervo, y dijiste: “¿Por qué estaban tan enojadas las naciones? ¿Por qué perdieron el tiempo en planes inútiles? Los reyes de la tierra se prepararon para la batalla, los gobernantes se reunieron en contra del SEÑOR y en contra de su Mesías* »De hecho, ¡eso ha ocurrido aquí en esta misma ciudad! Pues Herodes Antipas, el gobernador Poncio Pilato, los gentiles* y el pueblo de Israel estaban todos unidos en contra de Jesús, tu santo siervo, a quien tú ungiste. Sin embargo, todo lo que hicieron ya estaba determinado de antemano de acuerdo con tu voluntad. Y ahora, oh Señor, escucha sus amenazas y danos a nosotros, tus siervos, mucho valor al predicar tu palabra. Extiende tu mano con poder sanador; que se hagan señales milagrosas y maravillas por medio del nombre de tu santo siervo Jesús». Después de esta oración, el lugar donde estaban reunidos tembló y todos fueron llenos del Espíritu Santo. Y predicaban con valentía la palabra de Dios.

Después del milagro hecho por Pedro y Juan al sanar a un cojo, viene una gran controversia para los apóstoles.
A ellos se les prohíbe predicar en el nombre de Jesús.

En esta situación difícil convocaron a toda la iglesia a orar, para fortalecer su fe y para no desanimarse por la oposición al evangelio.

La respuesta a esta oración no se hizo esperar por parte del Señor, los ungió con el poder del Espíritu Santo para que siguieran testificando de su Palabra, con más denuedo, fuerza y valentía.

A partir de ese momento se manifestó con más contundencia el poder de Dios en medio de su iglesia naciente.
Fueron llenos del Poder de Dios y experimentaron su plenitud, se volvieron más intrépidos para proclamar la Palabra de Dios.
En otras palabras: fortalecieron su unidad.

Se dice que eran “de un solo corazón y un alma”.
Hubo una sumisión sobrenatural al Señor.
Se volvieron más productivos ya que obtuvieron más frutos en la obra de Dios.
Fueron más generosos para entregar sus vidas, su tiempo y sus recursos en favor del evangelio.

Ante esto nos preguntamos:
¿Cuándo nos hallamos ante pruebas que debilitan nuestra fe, qué actitud tomamos?
Podemos estar temerosos e inseguros y vacilar en nuestra fe, o por el contrario, buscamos con más ahínco el rostro del Señor para que nos revista de su Espíritu y poder para enfrentar cualquier situación.

Pero tengamos muy presente que sólo la oración puede darnos la victoria sobre cualquier problema.
Hay muchas cosas que se oponen a nuestra fe.
Tales como: El mundo y sus deseos.
Nuestra débil carne y el enemigo que siempre pondrá personas y situaciones difíciles, para hacernos caer en desánimo.
Pero es aquí donde debe surgir la necesidad de obedecer primero a Dios antes que a los hombres, nuestras convicciones deben prevalecer frente a todo lo que se levante en contra de Dios y en contra de nosotros.
Debemos tener la plena seguridad que la manera como oremos, esta nos garantiza la victoria.
No es pedir a Dios que nos quite el problema, sino alabarlo en medio de é.
Presentar específicamente nuestra necesidad y pedir ayuda, como lo hicieron los creyentes del primer siglo.
Hoy más que nunca debemos orar con otros por todas las necesidades personales y por la obra del Señor.
Pidamos sabiduría y fortaleza para llevar su mensaje a nuestras familias y conocidos.
Y sobre todo valor para enfrentar nuestros temores frente a las dificultades.

Por eso debemos pedirle a Dios: Que nos llene de su Palabra

Proverbios 11:10-11 Toda la ciudad festeja cuando el justo triunfa; grita de alegría cuando el perverso muere. Los ciudadanos íntegros son de beneficio para la ciudad y la hacen prosperar, pero las palabras de los perversos la destruyen.
¿Qué tan importante son las palabras que salen de nuestra boca?
Jesús lo dijo claramente en Mateo 15
Mateo 15:11 Lo que entra por la boca no es lo que los contamina; ustedes se contaminan por las palabras que salen de la boca».
Mateo 15:18-19 Pero las palabras que ustedes dicen provienen del corazón; eso es lo que los contamina. Pues del corazón salen los malos pensamientos, el asesinato, el adulterio, toda inmoralidad sexual, el robo, la mentira y la calumnia.

Las palabras pueden usarse como herramientas o como armas.
Podemos edificar con ellas y construir relaciones verdaderas o podemos herir a los demás.

La Escritura hoy nos exhorta a ser rectos en nuestra manera de hablar, edificando con nuestras palabras.
La bendición de los rectos se expresa mostrando el carácter de Cristo e influenciando nuestro entorno con su Palabra, por eso dice que con la bendición y el bien de los rectos la ciudad se alegra y se engrandece.

Contrario con los impíos, que por la perversidad de su corazón expresan palabras de mentira, rebelión, contención, pecado, destruyendo y trastornando todo a su paso.

En otras palabras: El fruto de sus labios trae ruina, ira, hambre, falta de esperanza, violencia, temor y muerte.

Tengamos cuidado al hablar porque las palabras nos distinguen.
Es decir: Tenemos el poder de dar vida o de destruir.

Por eso un consejo de Pablo es:
Colosenses 1:10 Entonces la forma en que vivan siempre honrará y agradará al Señor, y sus vidas producirán toda clase de buenos frutos. Mientras tanto, irán creciendo a medida que aprendan a conocer a Dios más y más.

Cuando la Palabra de Dios abunda en nuestro corazón entonces saldrán palabras sabias, valiosas y edificantes que sólo traerán bendición a nuestro alrededor.

El poder de las palabras para dar vida o destruir es reafirmado aquí especialmente con palabras para la comunidad.

Oremos en todo tiempo para que nuestros gobernantes y todos los que están en eminencia hablen con verdad y sabiduría para dirigir con rectitud y honestidad a nuestro pueblo.

Dígale a Dios: Señor, danos una palabra desde el corazón que transforme vidas y traiga bendición.

Para eso debemos reconocer que andamos en Jesús.

Hechos 4:13 Los miembros del Concilio quedaron asombrados cuando vieron el valor de Pedro y Juan, porque veían que eran hombres comunes sin ninguna preparación especial en las Escrituras. También los identificaron como hombres que habían estado con Jesús.

Efesios 4:13 Ese proceso continuará hasta que todos alcancemos tal unidad en nuestra fe y conocimiento del Hijo de Dios que seamos maduros en el Señor, es decir, hasta que lleguemos a la plena y completa medida de Cristo.

Efesios 4:20-24 Pero eso no es lo que ustedes aprendieron acerca de Cristo. Ya que han oído sobre Jesús y han conocido la verdad que procede de él, desháganse de su vieja naturaleza pecaminosa y de su antigua manera de vivir, que está corrompida por la sensualidad y el engaño. Y, en cambio, dejen que el Espíritu les renueve los pensamientos y las actitudes. Pónganse la nueva naturaleza, creada para ser a la semejanza de Dios, quien es verdaderamente justo y santo.

Ahora nos preguntamos:
¿Está usted actuando de forma que otros puedan decir que andas con Jesús?

Nuestra manera de hablar, pensar y comportarnos delata quienes somos.
En otras palabras: “dime con quién andas y te diré quién eres”.

Jesús es el único que puede transformarnos completamente hasta formar totalmente en nosotros su carácter santo, de manera que seamos perfeccionados y lleguemos a la madurez hasta la medida de la plenitud de Cristo.

Estar con Cristo nos hace santos, celestiales, espirituales y nos coloca por encima de lo terrenal, de nuestros defectos, carencias y debilidades humanas.

Por eso, personas comunes y corrientes como Pedro y Juan fueron transformadas en grandes líderes y evangelistas de la iglesia primitiva, moldeados por el poder del Espíritu Santo.

El Sanedrín consideraba a Pedro y a Juan como “hombres sin letras y del vulgo”.
Los menospreciaron.
A menudo es difícil a las personas sencillas enfrentarse con los que presumen ser más intelectuales y superiores que ellos, en todos los aspectos.

Pero los que hemos recibido a Cristo en nuestro corazón, se nos ha dado una dignidad que no la otorga ninguna universidad ni se puede comprar en ningún mercado.

Cuando tenemos un genuino temor de Dios nada nos puede intimidar, ni el rechazo, ni las amenazas, ni la crítica.

Nuestra base más sólida para defendernos es nuestra experiencia personal con Jesucristo.
El mensaje que hemos recibido no nos ha llegado de oídas sino que ha sido una vivencia en nuestro caminar con Él.

Cada día aprendemos más de su Palabra y el Poder de Dios, regenera nuestro interior con su Espíritu.

Nuestra intimidad con Dios determinará el impacto de nuestras vidas sobre otras personas.
Marquemos la diferencia en nuestra manera de pensar, hablar y conducirnos.

No seamos como los falsos cristianos.
Que piensan que por ponerse una falda larga y asistir a un culto, ya son de cristo, cuando lo primero que deberían cambiar es su forma de hablar y atar su lengua.
Ya que esta los identifica como hijos del diablo, y no de Dios.

Conozco a muchos y he sido testigo visual y oidor de sus falsedades.

Por eso recordemos que aunque estamos en el mundo no somos de este mundo.
Cristo logrará por su gracia nuestra madurez completa, llegaremos “al estado de hombre perfecto” si estamos siempre a su lado, si le permitimos crecer en nosotros hasta que Él vuelva, mediante la obediencia y la fidelidad.

Gracia y Paz.
Pastor y Administrador, Rogers Infante.
Que Dios te bendiga.

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